martes, 7 de junio de 2011

Las (viejas) culpas del PRI

Raymundo Riva Palacio
El PRI cayó en la trampa del presidente Felipe Calderón. Durante meses él y su Gobierno mantienen la línea discursiva de que un regreso al PRI es un retroceso para la nación. En el pasado, dice, no se combatía al narcotráfico, sino se toleraba; se negociaba, sugiere, no se le enfrentaba. Si quieren eso, sostiene, votar por el PRI en la próxima elección presidencial es el camino más corto a la regresión. Calderón ha logrado llevar al PRI a su terreno, al imponer sus términos, cuando menos hasta ahora, para 2012: la elección será un plebiscito, pero no sobre el Gobierno en turno —como suele ser—, sino sobre los pasados gobiernos del PRI.

Calderón y su Gobierno hicieron rounds de sombra, pero casi han noqueado al PRI. Para poder integrar el Comité Ejecutivo Nacional priísta, sus líderes hicieron una consulta informal a la PGR sobre si tenían expedientes sobre delincuencia organizada de dos ex gobernadores que quería nombrar el dirigente Humberto Moreira, y cuando les respondieron que por un asunto de fama pública —nunca les dijeron si había o no investigaciones en curso— no era una buena idea, congelaron los nombramientos. Desde el propio PRI empezaron las declaraciones que el Gobierno quería vincularlos con el narcotráfico, con lo cual fortalecieron el discurso presidencial y entraron a su juego.

La detención del político y empresario Jorge Hank Rhon en Tijuana, es otra muestra de lo nerviosos que se encuentran en el PRI. A Hank Rhon lo detuvieron junto con 10 personas porque en su casa encontraron un arsenal que incluía 88 armas —unas 25 de ellas prohibidas por la ley y de uso reglamentario del Ejército—, más de 9 mil cartuchos, 70 cargadores y una granada de gas tóxico. Moreira declaró a bote pronto que era una “cacería de brujas”, y políticos que trabajan para el gobernador Enrique Peña Nieto alimentaron el imaginario colectivo al vincular el arresto con el narcotráfico y defender el arsenal con un propósito de “autodefensa”.

La detención de Hank Rhon golpeó al PRI por debajo de la línea de flotación. Es hijo del profesor Carlos Hank González, uno de los hombres más poderosos que haya producido el Grupo Atlacomulco, al cual también pertenece el puntero en las elecciones presidenciales, Peña Nieto. También es muy cercano al ex gobernador Arturo Montiel, quien perdió la candidatura presidencial hace seis años por presunto enriquecimiento inexplicable; y su familia está emparentada con el dueño de Banorte, Roberto González Barrera, el banquero más cercano al PRI.

Es decir, la detención de Hank Rhon fue enlazada directamente con el Estado de México y contextualizada en las elecciones presidenciales. En varias tribunas se habló de la profecía autorrealizable —tanto hablaban que habría un golpe contra un priísta relacionado al narcotráfico, que se cumplió—, o que fue un arresto muy conveniente, en términos electorales. Desde el sábado se llegó a decir que fue una trampa, y el propio Moreira sugirió que le habían “plantado” las armas.

Pero el operativo que llevó a la detención no parece ser un ejercicio de ciencia espacial. Tres de sus empleados portaban sus armas en lugares públicos y alguien —la denuncia ciudadana no es inusual en Tijuana— lo reportó al Ejército. Los detenidos dieron la dirección donde habían sacado las armas, que resultó la casa de Hank Rhon. Su vocero, Francisco Ramírez, dijo que todas las armas estaban registradas —ni él, ni la esposa del político-empresario negaron que fueran suyas—, aunque nadie explica el porqué de las armas prohibidas.

La Sedena informó a la prensa sobre el tipo de armas que había encontrado, incluidas las de alto poder y de uso reglamentario del Ejército. La ley es precisa. El artículo 9 de la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos establece que se pueden tener pistolas de funcionamiento automático de calibre no superior a los .380 mm, con excepción de pistolas .38 súper y .38 comando. Asimismo se permiten revólveres en calibres no superiores al .38 especial, con la excepción del calibre .357, que corresponde a la mortífera Magnum.

En la casa de Hank Rhon se halló, sin embargo, otro tipo de armas. Había un número indeterminado de AK-47, los famosos “cuernos de chivo” que se compran relativamente fácil en EU; y R-15, un arma reglamentaria del Ejército, que no se puede comprar en Estados Unidos —las Fuerzas Armadas de ese país no lo utilizan—, y que normalmente es comprada en el mercado negro mexicano.

Si se elimina el ruido y se ven los hechos, el arresto de Hank Rhon y otras 10 personas tiene sustento legal. Si se encuentra al priísta presunto responsable, entrará el proceso en otro nivel de litigio. Moreira, después de su declaración intempestiva, dijo que esperarían a tener más información. Pero fue demasiado tarde para la histeria en el PRI.

Plantear que el arresto de Hank Rhon busca alterar el desarrollo de las elecciones presidenciales, es desconocer por completo cómo funciona la opinión pública y el electorado, que olvida pronto cuando los hechos son aislados. De igual manera, si no produce el caso evidencias sólidas de corrupción e ilegalidad con el Estado de México, no afectará salvo quizás marginalmente, el comportamiento del electorado.

Quien estableció inmediatamente la conexión entre el PRI mexiquense y la delincuencia organizada no fue el Gobierno, sino el PRI. Nadie más. Desde el sábado dijeron que con esto comenzaba la “guerra sucia”. El caso de Hank Rhon no tiene esquinas oscuras. Es por posesión de armas ilegales y la tenencia de un mayor número de las armas permitidas por persona. Al PRI se le asoman tanto las culpas, que hasta parece sospechoso.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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