miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nuestra tabla de salvación

¿Cuándo se empiezan a perder los valores morales?... ¿Cómo se extravían los valores morales? Con éste cuestionamiento atajó el filósofo español, Fernando Savater, el conocido lugar común en que se han convertido las expresiones sustantivas “valor, valores” y las adjetivas “moral y morales”para endosar la responsabilidad del desorden social y público a las naciones, a los gobiernos, a las iglesias, a la educación, a la seguridad pública, a la irresponsabilidad familiar, a la ineptitud de la ley hecha fuerza, más el largo etcétera que a usted, lector, le pluguiera agregar y pudiese servir para expresar las mismas cuestiones dirigidas al conglomerado genérico que conocemos como “ciudadanos”.

“La crisis de los valores morales. ¿Se acuerda usted de cuando los valores morales estaban en auge y todo mundo hablaba de lo que era la moral? Savater responde con otra pregunta a su primer cuestionador. Y le dice: oriénteme usted sobre cuándo empezamos a perder esos valores morales. Esta pregunta nadie la sabe contestar”, Savater ironizaba, según informaron ayer los diarios.

Este columnista creyó entender que el cuestionamiento del conferencista a su audiencia sólo fue un ancla para enganchar la preocupación general sobre el tema y encauzar a su audiencia rumbo a una pertinente conclusión. He aquí, sin embargo, lo que el filósofo dijo en seguida: “No hay ningún tipo de crisis, salvo que entendamos que la moralidad, (sea) lo que piensan las supersticiones (y) se deba entender que las señoras deberían llevar la falda a tal altura o a ésta otra, que los jueves hay que comer no sé qué, los viernes no sé cuánto; todas esas cosas que son caprichos normalmente folclóricos, pues la moral no tiene, por fortuna, nada que ver con esta concepción”, dijo. “En cambio -añadió Savater- lo que está en crisis no son los valores morales, lo que está en crisis es el civismo, los valores cívicos; eso sí que está en crisis, la consolidación de unos valores cívicos imprescindibles para el funcionamiento de la democracia; que las personas sepan hacer un uso crítico y responsable, a la vez, de las instituciones democráticas, ¡eso sí está en crisis!.”

Savater comentó finalmente que la educación no la dan los medios de comunicación y que “cuando se habla de educar, siempre hay la tendencia a decir: Pobres, hay gente sin educación. Mentira: Nadie se queda sin ser educado, el problema es quien lo educó o lo va a educar a uno: Al que no eduque una familia responsable, unos maestros acreditados y un sistema educativo como es debido, le educará la calle, le educarán los gángsters,le educarán los peores ejemplos de violencia, de corrupción, de vanidad. Eso último nos viene por la televisión”.

Las conclusiones del eminente pensador ibérico, aquí reproducidas, no dan a luz nuevas conceptos; es parte de lo mucho que el autor ha escrito, tanto en sus lúcidos artículos periodísticos como en sus libros y por lo tanto son las mismas a las que otros muchos hemos llegado cuando alguien, en el clima dizque intelectual de las cafeterías, pone sobre la mesa el descuido de la sociedad y de sus gobiernos ante las múltiples realidades factuales; sobre el asesinato consuetudinario de malas y buenas personas, mediante el soslayo de las autoridades en cada uno de los 2,590 municipios de la República frente al creciente alcoholismo de las comunidades; ante la carencia de un mínimo respeto a la vida humana e igualmente el soslayado incremento de la cosecha de vegetales alcaloides y su mezcla y producción con algunas síntesis químicas estimulantes, más la ausencia de horarios de funcionamiento en los llamados “antros” cínicamente planteados por los productores de bebidas etílicas para lograr, pagando publicidad en los medios electrónicos, el fácil secuestro de los jóvenes y en casi todos los casos, con la omisión de una vigilancia eficaz por las autoridades.

Repetir esta ingrata realidad de nuestros tiempos no colabora a extirparla, ni a bajar su tono dramático; ella es, en sí misma, la peste de los tiempos actuales; tampoco es dable que la complejidad de su curación sea una razón para dejar de aplicar la medicina que nos cure de ella. Igual de largo y pesado es el tratamiento contra sus mórbidos orígenes.
Resultaría valioso intentar una reeducación para jóvenes en edades maleables; vale decir susceptibles a la influencia de maestros capacitados y convincentes. No busquemos descubrir el hilo negro, pero sí apliquémonos a la urgencia de comprobar su eficacia terapéutica. Ni las balas, ni las cárceles, ni los ajusticiamientos han dado buenos resultados; sólo han servido para exacerbar pasiones pírricas sin victorias.

¿Por qué no gastar, con un grado de éxito posible, parte de los cuantiosos fondos económicos que ahora se dilapidan en una guerra sin ningún triunfo y pocos sobrevivientes a la vista? ¿Por qué no, desde ahora, reabrir la clase de civismo que el clero y el panismo vía Fox censuraron en las escuelas primarias y secundarias del sistema educativo nacional? Escuchemos a Fernando Savater y a los otros pensadores que han opinado igual; ellos podrían constituir nuestra tabla de salvación para volver a ser una sociedad positiva y laica.
Roberto Orozco Melo

Un pesimista activo

Hace 20 años Fernando Savater se dio la tarea de explicar la ética a su hijo Amador y, aunque han pasado 20 años, sus enseñanzas siguen vigentes. El escritor español se encuentra en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara (FIL) donde comparte su visión sobre la filosofía, la política y la educación.

Previa a las actividades que tendrá en la FIL, el filósofo y escritor habló ayer con los medios y señaló, entre risas y anécdotas, que el elemento que más ha cambiado a lo largo de las versiones de “Ética para Amador” son los nombres de los futbolistas.

“Es fácil saber qué es un buen futbolista”, sentencia con su característico tono afable y ameno, “en cambio no sabemos qué es un buen ser humano porque los fines específicos de la vida humana no son tan claros como los fines del futbol”.

Savater deja claro que la ética “nunca viene mal” y que es necesaria “porque es una reflexión de los seres humanos sobre su libertad y eso es una cosa que se viene haciendo al menos desde Grecia y, probablemente, desde antes”. Pero, precisa, la ética está en un campo distinto a la política, aunque estén estrechamente relacionados.

“La ética está muy bien para mejorar al vivir, pero la política está hecha para mejorar a la sociedad, entonces no se pueden resolver los problemas políticos a base de ética, cada cosa tiene su espacio”.

Al tocar el tema del narcotráfico, Savater se mantiene fiel a su postura de despenalizar las drogas: “Hay que afrontar el problema que representa el narcotráfico, un problema muy complejo que se debe a la irracional necesidad de perseguir la droga, que es un disparate que ha ido aumentando con el tiempo (…) Hay que acabar de una vez con la cruzada contra las drogas”.

Por otra parte, el español lamentó que la asignatura de Filosofía esté desapareciendo de los planes de educación, pues señala que esta formación es muy importante como una iniciación a la democracia. “La filosofía y la democracia nacen juntas, nacen en el mismo lugar y en el mismo momento, y en cierta forma significan lo mismo; lo que la filosofía es en el terreno intelectual, la autonomía, la crítica, es la democracia para la sociedad”.

Además, señaló que se necesitan una sociedad que demande a sus gobiernos una mejor educación y maestros informados que “no conviertan la filosofía en un libro de autoayuda porque la filosofía está hecha de preguntas más que respuestas. Hay que fomentar el gusto por preguntar y no el simplemente el gusto por dar soluciones”.

Savater ya no tiene planeado agregar un quinto título a sus libros que aproximan la filosofía de manera sencilla y agradable, un acto que realizó “siempre intentando no intimidar, no ofuscar, sino despertar el interés”.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Envejecer con gracia

El corazón no envejece, es el cuerpo el que fija los límites. Prepararse para la vejez es lo más sensato que debemos hacer. Envejecer es parte de la naturaleza humana. Inicia hoy esa preparación, vive con plenitud cada día cuidando tu salud física y mental.

En la actualidad a veces dudamos que una persona de 80 años sea anciano, pues no es raro que a esta edad se conserve la alegría, la vivacidad, el entusiasmo de vivir y una gran riqueza de intereses. Nadie es realmente viejo si sabe llevar bien sus años, disfrutar tranquilamente lo que la vida le ofrece, si es capaz de relacionarse con los demás, si al llegar la jubilación no la ve con una tragedia, sino como una etapa de la vida que todo hombre o mujer productivos merecen, y si sabe disfrutar actividades que nunca antes había podido realizar.

Todos queremos llegar a viejos, pero con la condición de poder envejecer con calidad. Como se trata de un proceso inevitable, lo menos que podemos hacer es seguir fielmente algunos consejos para retrasarlo al máximo:

a. Evitar comer demasiado. La sobrealimentación conduce a un envejecimiento precoz y a numerosas enfermedades. Por lo tanto desde el comienzo de la edad madura es necesario reducir la cantidad de calorías que se ingieren y cuidar que los alimentos sean saludables.

b. No someter al organismo a un desgaste innecesario. Por ejemplo una excesiva exposición a los rayos solares acelera el envejecimiento de la piel. Es prudente no forzar la vista leyendo impresos con letras muy pequeñas sin usar los lentes adecuados o con luz deficiente.

c. Consultar el especialista con regularidad. En esta etapa es frecuente encontrar padecimientos cardiacos, presión arterial alta, osteoporosis, diabetes, o arteroesclerosis. Esas enfermedades se podrán evitar o al menos controlar bajo supervisión médica.

d. Vivir una sana sexualidad. Es importante continuar una actividad sexual normal, ya que esta proporcionará un mayor equilibrio emocional y físico.

e. Realizar alguna actividad física regularmente. El ejercicio aunque no sea intenso, es indispensable para lograr envejecer saludablemente y con garbo y poder mantenernos activos.

f. Mantener o crear intereses de diferente índole. Esta etapa es la ideal para realizar todas aquellas actividades que alguna vez deseamos hacer y no nos fue posible por falta de tiempo o por atender a nuestros hijos.

h. No descuidar el arreglo personal. Es necesario hacer un esfuerzo para mantener los estándares de higiene y cuidado personal que antes nos caracterizaron.

Envejecer con gracia significa tener la sabiduría que se requiere para vivir, con la convicción de que cada quien es libre de elegir su camino y no creer que la sabiduría significa aleccionar a los demás continuamente, pensando tener siempre la razón.

También significa tener la capacidad de aceptar el final de la vida como algo natural y lógico, a la vez que se alcanza la satisfacción por lo que se realizó.

Reflexiones sobre la Revolución Mexicana

Durante el Porfiriato (1877 a 1910) la situación general en la república era muy difícil, en el campo las jornadas eran “de sol a sol”, el pago se esfumaba en las tiendas de raya sin siquiera poder detener la marcha ascendente del crónico adeudo, el abuso patronal se ejemplifica con el inmoral “Derecho de Pernada” que obligaba al contrayente nupcial a ceder su lugar al patrón en la noche de bodas, etcétera; en la ciudad, obreros y empleados eran explotados impunemente, no tenían prácticamente ningún derecho, no podían reunirse para defenderse o exponer sus quejas al patrón, mucho menos para solicitar revisiones salariales o manifestar su desacuerdo con los sistemas de trabajo, no había entidades a las que pudiesen acudir a solicitar apoyo, etcétera; la situación social presentaba también serias limitaciones, no había ni remotamente esperanzas de algún cambio político, el analfabetismo campeaba en la mayoría de la población y el nivel educativo no sobrepasaba el cuarto grado del nivel primario, las condiciones médico-asistenciales eran casi nulas por lo que la esperanza de vida rondaba los 45 años; las viviendas eran de adobe generalmente, muy pocas contaban con servicio de agua entubada y mucho menos con drenaje -la energía eléctrica surgió a finales del siglo 19-, la infraestructura urbana y de comunicaciones de todo tipo era deplorable, en fin, era un cuadro inimaginable, de carencias y dificultades en todos aspectos, cuya solución no se visualizaba de ninguna forma.

Ahora bien, dado que el régimen del presidente Díaz acumulaba 33 años en el poder y sus 80 de edad no auguraban viable el cambio requerido, las ideas democráticas de don Francisco Madero hicieron brillar la luz de la esperanza en un México más justo, con mayores y mejores oportunidades para todos, lo que finalmente hizo realidad el movimiento armado de 1910 a 1921.

Más de un millón de compatriotas, casi todos en edad productiva, perdieron sus vidas, fueron once años que paralizaron la economía lo que indudablemente significó un considerable retroceso en el incipiente desarrollo implementado por don Porfirio y, por supuesto, en el natural avance institucional de la República. Graves pérdidas en vidas, tiempo y recursos que nos obligan a cuestionar: ¿Valió la pena tanto afán?

Sin embargo, debe quedar claro que este movimiento social hizo posible nuestra vigente Carta Magna, ejemplo mundial de apertura sociopolítica en su tiempo, cuyos postulados lograron allanar los senderos hacia una patria más equitativa, donde cada mexicano con deseos de superación encuentra acceso a un porvenir con mejores espectativas. Este solo resultado, opinan especialistas, cubre las esperanzas del cambio anhelado por tanto tiempo.

Estamos conscientes de que aún falta mucho por hacer, que han existido desviaciones que han pretendido alejarnos del objetivo, pero también sabemos de los amplios recursos con que contamos y sobre todo de la calidad de nuestros compatriotas para superar cualquier clase de obstáculos. Ante este escenario que hemos pretendido exponer en forma realista y desapasionada, usted qué opina, estimado lector: ¿Valió la pena la Revolución?

domingo, 13 de noviembre de 2011

El necio y su necedad

“No hay peor sordo que el que no quiere oír”, decimos comúnmente, y La Biblia en los Salmos dejó escrito: “Tienen oídos y no oirán; tienen narices y no olerán”. Estas frases se aplican a toda persona que por lo general es necia.

Toda conducta necia daña a los necios, pero también daña al círculo más próximo del necio, y en ocasiones, la necedad de un hombre de gran influencia, como el que ostenta la máxima autoridad de un país, afecta a millones de personas.

Algunos de nosotros somos por deformación psicológica, necios, aunque jamás lo admitamos, pues necios sólo son los demás. La necedad es prima de la intolerancia, pues a toda persona que no piense como nosotros, la acusamos de necia, porque no podríamos acusarla de intolerante. En este caso, el intolerante padece de una constante necedad. Dice Cicerón que “es propio de los necios ver los defectos ajenos y olvidarse de los suyos”, y a tal grado es así, que en el caso de los errores, toda persona cuando comete un error, procura no volver a incurrir en él, mientras que el necio, conscientemente, lo vuelve a cometer.

Para Cicerón, la necedad es la madre de todos los males. ¿Cuál es el porcentaje de los necios? En realidad no lo sabemos, pero su número ha de ser considerable si nos atenemos a lo que La Biblia dice en el Eclesiastés: “Infinito el número de los necios”. A excepción de los débiles mentales que padezcan una debilidad orgánica o que haya sufrido lesiones cerebrales severas, la necedad de las personas nada tiene que ver con el grado de inteligencia, sino que es el resultado de una deficiente educación emocional. Generalmente la necedad se da en aquellas personas que sufrieron una educación severa e inflexible en su infancia por parte de sus padres. Padres intolerantes y rígidos, causan trastornos emocionales en sus hijos al estrecharles el campo de sus libres elecciones. Cuando un niño no encuentra un buen abanico de opciones dadas por sus padres, sino solamente caminos únicos, rígidos e inflexibles, el niño ya de joven y de adulto tenderá a comportarse rígidamente, al igual que la madre o el padre dominante.

Por lo general, toda persona necia fue castigada severamente, ya fuera de palabra o de manera física por sus padres.

Toda persona rígida muestra comportamientos nada creativos, pues no cuenta con opciones, ya que fue educado de manera estrecha. La persona necia le tiene un gran miedo y respeto a todo lo que signifique una figura de autoridad, pues estas figuras no son más que meras prolongaciones de la enorme figura de autoridad que fue su padre, madre o ambos.

El necio le tiene un miedo difuso a la vida, pues no ha sido capaz de elaborar para sí una auténtica y genuina ciencia de la vida, de su particular vida y de la manera como interactúa en la vida de los demás. El necio padece de una pobre capacidad para detectar y comprender la realidad, pues su realidad interna tan estrecha siempre, la quiere sobreponer a la realidad real. El necio es amante de las reglas inflexibles, de lo igual, de lo repetido y de los esquemas cerrados.

¿Ante tantos sufrimientos y males que padecen y causan los necios, existe alguna esperanza real a fin de que el necio deje de serlo y llegue a ser una persona sensata y flexible?

Pienso que definitivamente todo necio puede curarse casi por completo, y algunos, completamente. El primer factor para la curación de la necedad, es el más difícil: tomar plena conciencia de que se es necio, al igual que la única manera para que un alcohólico permanezca sobrio, es reconocer precisamente que se es un alcohólico. Si no se da cuenta de esto, si no lo admite, y si no está dispuesto a abandonar su necedad, jamás podrá curarse.

El necio no sabe con certeza quién es y qué es, como tampoco sabe quién es y cómo es su prójimo. Una vez que el necio ha tomado conciencia de su permanente necedad, que lo ha aceptado, y que desea curarse, ha conquistado lo más importante. Posteriormente, deberá estar muy vigilante en su conducta con los demás. No será necesario que pase años investigando su desafortunada niñez, sino que tendrá que abocarse a vigilar día a día su conducta, a fin de caer en la cuenta de las distintas maneras como se comporta neciamente.

ésta será una tarea similar al alcohólico que reconoce que lo es y que se propone no tomar en las próximas 24 horas. Igualmente, el necio deberá proponerse esforzarse al máximo en las próximas 24 horas, de ser tolerante, flexible y renunciar a su loca idea de querer tener siempre la razón.

A medida que el necio se conduzca de manera diferente cada día, empezará a formarse por vez primera, una personal ciencia de la vida. Sólo a partir de conductas contrarias a su necedad, podrá dejar de serlo y además, los frutos muy pronto los empezará a cosechar. ¿En cuánto tiempo empezará a cosecharlos? Los empezará a recolectar desde el primer día, y sorprendentemente, muy pronto verá su vida enormemente fructífera en todos los sentidos de su existencia.

La necedad de una persona implica una sordera para escuchar el punto de vista del prójimo. El necio no se ha dado cuenta de que es absolutamente imposible que siempre pueda tener la razón.

Carlos Delessert escribió en su obra, “El hombre ante el misterio”, que “Nunca hubo necio alguno que se reconociera serlo”. En la mayoria de los casos, la afirmación de éste escritor es cierta. Pero por supuesto, que el necio puede curarse por completo, siempre y cuando advierta que su necedad mucho tiene de miedo y de minusvalía personal.

¡Quien renuncia a su necedad, se abre a una vida nueva!

Actitud

¡Todos queremos tener las mejores actitudes, pues sabemos, que de aplicarlas, nuestras vidas mejorarían enormemente!

Seguramente, adoptar la actitud correcta en los momentos precisos y en las circunstancias apropiadas, constituye uno de los instrumentos más poderosos y eficaces de los seres humanos para aumentar muchísimo nuestra calidad de vida en casi todos los sentidos.

Estoy absolutamente convencido de lo que escribió sobre la actitud, el psicólogo y filósofo estadounidense William James, quien nació en 1842 y falleció en 1910. Este psicólogo, uno de los más importantes, padeció durante mucho tiempo de profundas depresiones nerviosas, prolongadas melancolías, y de todo el abanico de emociones que abaten a una persona.

William James trató de suicidarse varias veces, pero logró estabilizar emocionalmente su vida y hacer importantes aportaciones a la ciencia de la psicología. Durante la vida de James, no existían los antidepresivos ni los fármacos contra la ansiedad.

Lo más probable es que sus graves depresiones obedecieran a un desbalance de su química cerebral y no a problemas psicológicos ni existenciales.

A pesar de no contar con los fármacos que su cerebro necesitaba, James, gracias a su profunda sabiduría, logró llevar una vida enormemente productiva. He leído muchos estudios de éste psicólogo, por lo que creo que sus afirmaciones son muy sabias y profundamente científicas.

Me he extendido en dar a conocer algunos datos de William James, en virtud de que lo más confiable e importante que se ha dicho sobre la actitud se lo debemos a este psicólogo y filósofo estadounidense.

En el siglo 19, William James escribió:

“El descubrimiento más grande de mi generación, es que un ser humano puede modificar su vida cambiando su actitud mental”.

Por “actitud mental”, James entendía tanto las ideas como las emociones. Y aquí podemos empezar a coger el hilo por la punta, a fin de poder conocer de qué se compone toda la madeja de la actitud.

¿Por qué razón no adoptamos ni podemos adoptar la actitud correcta que más nos beneficiaría? ¡Esta es la pregunta que no se han planteado ni los psicólogos científicos ni los escritores de libros de autoayuda!

¡En ningún libro de autoayuda jamás he leído cuál es la “naturaleza” de toda actitud, como tampoco la manera, la forma, las condiciones que debemos seguir para “aplicar” la actitud adecuada o que deseamos!

En primer lugar, deseo transcribir íntegramente un corto ensayo que sobre la actitud escribió Charles Swindoll, y que aparece traducido al español en la obra del doctor Don Colbert, titulada “Emociones que matan”, y editada por Grupo Nelson, en 2011, en Estados Unidos.

Este corto ensayo sobre la actitud es el siguiente:

“Las palabras jamás pueden transmitir adecuadamente el increíble impacto de nuestra actitud hacia la vida. Cuanto más vivo tanto más me convenzo de que la vida es un 10% lo que nos sucede y un 90% el modo en que reaccionamos ante ello.

“Creo que la decisión más importante que puedo tomar día a día es qué actitud tener. Es más importante que mi pasado, mi educación, mi cuenta bancaria, mis éxitos o fracasos, la fama o el dolor, lo que otros piensan o dicen acerca de mí, mis circunstancias o mi posición.

La actitud me permite seguir andando o me impide el progreso. Alimenta mi fuego o ataca mis esperanzas. Cuando mis actitudes son las correctas no hay barrera demasiado alta, ni valle demasiado profundo, ni sueño demasiado extremo, ni desafío demasiado grande para mí”.

La importancia de la actitud sobre la que escribe Charles Swindoll es lo mejor que he leído, pero aun así, este autor nada nos dice sobre la “naturaleza” de la Actitud ni de los mecanismos para su adopción y aplicación.

Empezaremos diciendo que toda actitud es una “disposición de ánimo”, y en tal sentido, su “naturaleza” es de orden emocional, aunque esta naturaleza emocional siempre incluye procesos de nuestra inteligencia: valoraciones, ideas, creencias racionales e irracionales, prejuicios, simpatías y antipatías, etc.

Don Colbert, doctor en Medicina de los Estados Unidos, sobre la actitud opina lo siguiente:

“En cierta medida, todas las emociones fatales derivan de nuestras actitudes. Y las actitudes son algo que podemos controlar. Podemos elegir cómo pensar y cómo sentirnos acerca de cualquier circunstancia, evento o relación en nuestra vida. Podemos elegir en gran medida cómo enfrentamos la pena, el resentimiento, la amargura, la vergüenza, los celos, la culpa, el miedo, la preocupación, la depresión, la ira, la hostilidad, y toda otra situación emocional que dispare una respuesta física”.

Actitud (segunda parte)
La columna pasada es indispensable para la comprensión cabal de la presente columna, por lo que no reiteraré cuestiones fundamentales vistas con anterioridad.

Todas nuestras actitudes: obras, comunicaciones con otras personas, pensamientos y emociones internas que no hemos exteriorizado, están formadas por “disposiciones de nuestro ánimo”, y por “decisiones” (equivocadas o acertadas) que deseamos ejercer. No existe ni una sola Actitud “fría”, es decir, sin componentes emocionales, como: enojo, simpatía, optimismo, pesimismo, odio, amor, etc. Nuestra conducta con otras personas podrá ser muy educada y respetuosa, aun y cuando nuestra disposición de ánimo sea de enojo.

Lo más importante es que tomemos conciencia de qué actitudes nuestras “adecuadas”, nos dan resultados deseados; y qué actitudes inadecuadas sabotean nuestros objetivos.

Una de las más equivocadas concepciones es creer que todas nuestras actitudes deben tener un “ánimo” positivo, calmado y triunfante. ¡No es así! Por ejemplo, si vamos a reclamar un derecho que nos han negado, o si hemos recibido una ofensa injusta, nuestra actitud correcta sería la de mostrar nuestra inconformidad y enojo.

Si una persona asiste al funeral de un familiar muy querido de un amigo, la actitud de llegar al funeral con un ánimo alegre, positivo y festivo, sería una actitud desastrosa. Si vamos a entrevistarnos con un posible cliente que queremos tener, y empezamos a expresarnos con desaliento, desconfianza y un ánimo de derrota anticipada, nuestra actitud será totalmente inadecuada.

Con mucha frecuencia, las actitudes que adoptamos ante los sucesos que nos pasan, no están soportadas o apoyadas por las “disposiciones de ánimo” más adecuadas. ¡No nos damos cuenta de esto, y de ésta inconsciencia se derivan muchos contratiempos y daños en nuestro perjuicio y en perjuicio de otros! Por esto, lo más importante que está bajo nuestro control, es preguntarnos en qué “disposición de ánimo nos encontramos” ante la necesidad de decir algunas cosas o actuar de una determinada manera. Derivado de lo anterior, sí podemos (en la mayoría de los casos) “hacernos cargo de nuestras actitudes”. Y por esto, nada más importante que estarnos planteando permanentemente, la siguiente pregunta: ¿Es éste el modo, la forma, la manera como quiero pensar, sentirme, comunicarme y actuar?

El solo planteamiento de esta pregunta nos conducirá poco a poco, a frenarnos ante nuestro primer impulso. “Frenarnos”, será una palabra clave en lo futuro de nuestra vida (esta palabra la podemos escribir en alguna tarjeta que llevemos siempre, por un tiempo bastante largo, hasta que nos acostumbremos a pensar siempre en la palabra, “frenarnos”).

“Me dejé ir”, “no me pude detener”, “me ganó el coraje, la prisa, etc.”, son frases muy frecuentes en personas que dañaron a otros y que ofendieron sin razón alguna.

“Frenarnos”, es el “stop”, el aviso de que sí está a nuestra disposición durante unos días, horas, minutos o segundos “entre” nuestra reacción emocional y nuestra acción, el detenernos. Esos segundos pueden salvar nuestra vida, llevar a feliz término un negocio, conciliar un conflicto, aun y cuando nuestra “disposición de ánimo” sea de odio, vergüenza, tristeza, pánico, etc.

La española María Moliner, en uno de los mejores diccionarios elaborados en la historia de la lengua española (“Diccionario del uso del Español”, publicado por la editorial Gredos de España), nos da el siguiente catálogo de disposiciones de ánimo relativos a la forma de concretarse una actitud, y que son las siguientes, entre otras:

Ademán, gesto, actitud abierta, absurda, amistosa, arrogante, benévola, clara, comprensiva, confiada, desconfiada, desdeñosa, despectiva, displicente, estúpida, gallarda, hostil, humilde, improcedente, incomprensible, inconveniente, prudente, rebelde, reservada, soberbia, sospechosa, sumisa.

Las anteriores son maneras de estar dispuestos a comportarnos u obrar.

La vida la vivimos a “momentos”, y nuestra existencia puede ser excelente en muchos sentidos, en la medida en que sepamos y estemos dispuestos a adoptar la actitud más adecuada que nos exijan esos “momentos” de nuestra vida. Si queremos llegar a ser más amistosos con las personas, nada mejor que adoptar una actitud de empatía. Esto me recuerda lo que dijo la gran estadista de la India, Indira Gandhi: “Con el puño cerrado no puedo intercambiar un apretón de manos”. Nuestros puños cerrados nos revelan una actitud agresiva y no amistosa. Winston Churchil, el enorme Primer Ministro de Inglaterra, y uno de los estadistas que más luchó contra el nazismo y el fascismo, y defensor de las libertades, una vez, afirmó: “Las actitudes son más importantes que las aptitudes”.

¡Claro que nuestras actitudes son más importantes que nuestras aptitudes, y también, que nuestros conocimientos e inteligencia! ¡Las actitudes son lo principal para mejorar nuestra existencia!

Cool… tura Web

A favor de lo mejor

“¿No es verdad ángel de amor, que en esta pantalla fría, hallaremos una guía para pasárnosla mejor?”.

Uno de los principales problemas al que nos enfrentamos en la actualidad es la falta de “cultura tecnológica”.

¡Cómo! ¡Si todo mundo hoy día vive frente a un monitor y hace uso de cuanto avance tecnológico sale al mercado!

Pues sí, pero confundimos la verdadera utilidad que los medios pueden ofrecernos con convertirnos en “esclavos” de ellos.

¿De qué manera podemos hacer uso de la tecnología, sin que ésta haga uso de nosotros?

Una posible solución es contemplar las nuevas tecnologías sólo como herramientas, y no como la única respuesta a todos los problemas. Sin olvidar la existencia de otras fuentes de consulta (libros, periódicos, etcétera) existe la posibilidad de enriquecernos culturalmente con nuestro monitor.

Si tú disfrutas de los adelantos tecnológicos, te invitamos a que aprendas a explotarlos. Utilízalos, aprovéchalos y conviértelos en un verdadero mediador entre las posibilidades de “cooltura” que el ciberespacio brinda y tu “sed de conocimientos”.

En la red encontrarás opciones sobre música, pintura, danza, escultura, teatro, cine… ¡¡DE TODO!! Pero hay que saber buscar. Explora y conoce la nueva manera de cultivar tus conocimientos y de divertirte en línea, con algo más que “trivialidades cibernéticas”.

Nuestras sugerencias culturales son en su mayoría sitios mexicanos. No te quedes sólo con esto, busca y comparte todas estas opciones con tus amigos y familia.

Visita http://www.observamedios.com sitio de A Favor de lo Mejor, en donde encontrarás páginas seguras y recomendadas por la Asociación para todo tipo de gustos y necesidades.

La Universidad del siglo 21

El nueve de septiembre anterior, con ocasión de cumplirse 125 años de la Universidad de Deusto, en Bilbao, el Superior General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, impartió en ella la lección inaugural del curso 2011-2012.

Al margen de la investidura de quien impartió la lección, hay en ella elementos que bien pueden servir de referencia para las responsabilidades de toda universidad, especialmente las públicas y laicas, frente a una nueva era en la que todas las coordenadas científicas y sociales parecen haber dado un vuelco. Diez reflexiones propuso sobre la función histórica de las universidades y de sus perspectivas en el futuro.

La primera se refiere al equilibrio que debe buscarse entre las disciplinas científico-técnicas y las humanísticas, así como al necesario fomento de las investigaciones y estudios que exploren las zonas fronterizas entre esos dos campos del saber.

La segunda, a la necesaria salvaguarda que debe tener lugar del “sentido histórico” de toda universidad, que no es otro que la “búsqueda honesta y colectiva” del conocimiento, su preservación y acrecentamiento, para transmitirlo a las generaciones subsecuentes. Ello, a pesar y aun contra las exigencias del mercado.

La tercera, al deber de propiciar vías y maneras de difusión y de acceso al conocimiento que no sólo no incrementen las desigualdades, sino que las combatan, propiciando propuestas concretas para el desarrollo, comunitario e individual, de los más desfavorecidos.

La cuarta, que me parece clave, consiste en destacar el deber universitario de convertirse en puntal en la promoción y aplicación de modelos más justos en la relación económica, tanto entre las personas como entre los países.

La quinta se vincula con el deber de promover un conocimiento transformador de la sociedad, de la opinión pública y de la propia universidad, conforme a principios éticos de referencia (no hay que perder la brújula, se diría coloquialmente).

La sexta, tiene que ver con el diálogo intercultural, que siempre deberá propiciarse abriendo canales efectivos en ella para que aquél tenga lugar libre, respetuosa y creativamente.

En séptimo lugar y para de verdad promover el desarrollo integral de la persona, además de la difusión de conocimientos y adiestramiento de habilidades profesionales, la formación universitaria requiere del cultivo de una inquietud cultural, humanística, que capacite a los alumnos para ser “ciudadanos conscientes y críticos, sensibles a la verdad, a la bondad y a la belleza”, al tiempo que les permita inquirir libremente acerca del mundo y la historia. Es decir, los objetivos fundamentales de la formación integral de los alumnos tres: adquirir conocimientos (saber); entrenar sus capacidades y competencia profesionales (saber hacer); adquirir familiaridad con la cultura, una conciencia ciudadana y global, y aprender valores éticos trascendentes que inviten a transformar el mundo (saber ser, saber estar y saber convivir).

Deberá fomentar en los alumnos el pensamiento autónomo, dice en octavo lugar, de manera que, con sentido crítico, puedan afrontar la avalancha de información característica de todo tiempo presente y futuro, proporcionándoles criterios de solvencia para la búsqueda y creación de fuentes rigurosas, sin sesgos ideológicos o signados por intereses económicos o cualquier otra naturaleza espuria.

Deberá aprovechar las nuevas tecnologías de la comunicación, con creatividad, para desarrollar a partir de ellas mayores y mejores posibilidades formativas y participativas es el noveno punto.

El décimo, tener siempre presente que cada universidad es en sí misma un “proyecto social” y tiene, por tanto, la responsabilidad de insertarse, de integrarse se diría, en el sistema social de su entorno inmediato, pero también en el nivel global, participando activamente en el debate cultural, científico y ético, para iluminarlo y adquirir luz de él.

Más que la ausencia de vida

En un artículo muy interesante el arquitecto, posgraduado en marketing, Paulo Angelim, comenta que estamos acostumbrados a escuchar la palabra muerte sólo como la ausencia de vida. Sin embargo, existen otros tipos de muerte.

Afirma Angelim que la muerte es algo pasajero, una transformación. “No existe planta sin la muerte de la semilla, no existe el embrión sin la muerte del óvulo y del esperma, no existe mariposa sin la muerte de la oruga”.

La muerte no es más que el punto de partida para el inicio de algo nuevo, la frontera entre el pasado y el futuro.

Sí quieres ser buena universitaria, aconseja Angelim, mata dentro de ti a la adolescente que cree que tiene todo el tiempo por delante. ¿Quieres ser un buen profesionista? Entonces mata dentro de ti al universitario que se conforma con estudiar sólo lo suficiente para pasar los exámenes.

¿Quieres tener una buena relación con los demás? Entonces mata dentro de ti a la mujer insegura, al hombre celoso, al joven amargado, al adulto exigente, al padre inmaduro, al hijo egoísta, a la persona individualista que piensa que puede hacer planes solo, yendo por la vida sin compartir, sin servir, sin apoyar, sin agregar valor a las vidas de los demás.

¿Quieres tener buenas amistades? Entonces mata dentro de ti a la persona insatisfecha, mata la voluntad de manipular a las personas de acuerdo con tu conveniencia. Respeta a tus amigos, sirve a tus colegas de trabajo, haz por tus vecinos lo que te gustaría que hicieran por ti; no esperes a que los demás den el primer paso, dalo tú.

En fin todo proceso de evolución, coincide Angelim, exige que matemos a nuestro “yo” pasado, aquel ser de limitaciones, dudas, miedos, que se ve atrapado en un mundo inferior.

¿Y cuál es el riesgo de no actuar así? No evolucionar. Muchas personas no evolucionan porque se quedan atrapadas en lo que eran, no se proyectan para lo que serán o desean ser. Anhelan una nueva etapa, sin cambiar la forma en cómo piensan o actúan. Acaban transformándose, dice Angelim, en proyectos inacabados, híbridos, adultos infantilizados.

Podemos aún actuar, a veces, como cachorros, de tal forma que nos mantenemos con las virtudes de un niño que también son necesarias en los años de adultos, como jugueteos, sonrisas fáciles, vitalidad, creatividad, tolerancia, etcétera.

Más, sí quisiéramos ser adultos, debemos necesariamente matar algunas actitudes infantiles, para pasar a actuar como adultos, para que la inmadurez dé paso a la madurez, para que la oruga muera y nazca la mariposa, que se sabe libre, pero al mismo tiempo comprometida con los demás.

¿Especialistas en todo?

¿Especialistas en todo?
Hace unos 250 años el economista Adam Smith observó que 10 hombres trabajando por su cuenta en una fábrica de alfileres podían producir cada uno 200 piezas al día, pero cuando estos se especializaban en una línea de producción, ¡podían producir 48 mil! Una economía de expertos puede producir más que una de generalistas o “especialistas en todo”. Cuando la gente se especializa, destacan los economistas Robert E. Hall y Marc Lieberman, se reduce el tiempo no-productivo que implica cambiar de actividad, por lo que existe una mayor productividad. Y existe otro argumento a favor de la especialización, que viene de la observación empírica: quien se especializa en su verdadera vocación, además de ser muy productivo, logra un alto grado de satisfacción personal.

Así, quienes suben a la cima de su profesión no sólo lo hacen debido a sus habilidades técnicas, sino porque disfrutan ampliamente lo que hacen. Su grado de especialización está directamente vinculado a su grado de interés en un tema, vocación, tarea o área específica de conocimiento. Un verdadero experto se consolida no por obligación, sino por gusto. Y como consecuencia de su “maestría”, el experto deleita a su público, a sus clientes, a quienes sirve. Cuando alguien nos presenta un producto o servicio terminado hecho de corazón, la obra nos inspira, porque pasa de ser trabajo a ser arte. No sólo por interés económico, sino por salud mental, es importante especializarte en al menos un área. Te recomiendo los siguientes pasos, independientemente de tu situación personal o profesional. Puedes comenzar incluso en un campo nuevo que represente un reto fresco.

1. Identifica tu tema. ¿Cuál es aquel tema, industria, proyecto, sueño, especialidad, vocación, tarea, actividad, arte, o área del conocimiento que no sólo te interesa, sino que te entusiasma? Realiza una lluvia de ideas de todo lo que te gusta, tal como se te vengan a la mente. Define aquel concepto que más te entusiasme, sin juzgar, ni pensar en el cómo lo vas a hacer. Aquí la clave es identificar “lo tuyo”. Ejemplos: tocar el piano, hornear pasteles, aconsejar empresarios, escudriñar el cielo nocturno, dar terapia, manejar coches de carreras, escribir, pintar, bailar, volar, etcétera.

2. Estudia, investiga, practica, juega. Dedícate a investigar y conocer todo lo humanamente posible sobre tu actividad. Al hacerlo te darás cuenta sobre la amplitud de los conocimientos, por lo que quizá elegirás una subespecialidad... esto está bien. Lee todo lo que puedas, busca en Internet, practica, capacítate, pregunta y, sobre todo, pon en práctica tu espíritu de niño, de curiosidad y experimentación. Piensa que al hacer todo esto estás jugando... y en el proceso aprendes. Sugiero que hagas esto por un mínimo de un mes y un máximo de 3 meses (como fase inicial).
¿Especialistas en todo? Parte 2
En la primera parte de este artículo comentamos que una economía de expertos puede producir más que una de generalistas o “especialistas en todo”. Cuando la gente se especializa existe una mayor productividad. Y existe otro argumento a favor de la especialización, que viene de la observación empírica: quien se especializa en su verdadera vocación, además de ser muy productivo, logra un alto grado de satisfacción personal. Continuamos pues con las recomendaciones:

3. Encuentra a quien servir. Ahora sí es el momento de pasar al siguiente nivel de tu experimento. Dado que ya dominas un área mucho mejor que aproximadamente el 90% de la gente que te rodea, tienes cierta autoridad y sobre todo confianza en tus habilidades. Si por ejemplo, llevas 10 pasteles horneados, o cinco recitales, te darás cuenta que, a prueba y error, has aprendido lecciones importantes. Ahora el paso es encontrar a quien servir, con quien compartir tu nuevo “mundo”. Puedes hacerlo de forma gratuita o cobrando, el objetivo es servir.

4. Continúa con el paso 3. Sin darte cuenta, ya iniciaste un negocio, un oficio o simplemente un pasatiempo que puede convertirse, si aún no lo es, en una actividad remunerada. Sigue sirviendo. Tu negocio crecerá a medida que seas recomendado y que activamente, claro, te promuevas. Lo importante es aportar valor a los demás, siempre. Ponte metas cada vez más ambiciosas, que son solamente “experimentos”, pero más grandes. Utiliza siempre tu creatividad para aportar propuestas nuevas y diferenciarte. Con cada paso incrementa el volumen, los alcances. La clave es reconocer lo que funciona y lo que no, y adecuarte cuando sea necesario. Recuerda, el objetivo es siempre servir.

Cuando genuinamente disfrutas lo que haces buscas compartirlo; deseas abrir tu mundo a otras personas. Esta es la forma natural, genuina, de vender, aconsejando, compartiendo algo que reconoces como valioso. Dependiendo de tu grado de excelencia y especialización en lo que hagas, será también la capacidad para servir y ser recompensado. Esto se logra con la dedicación y el paso del tiempo, así que la paciencia es importante.

La economía ideal es aquella en la que conviven una multitud de expertos, dedicados a sus labores no por obligación, sino por vocación.

Funciona porque nos permite a cada uno enfocarnos en nuestra pasión. El resultado no es sólo mayor calidad y eficiencia en los productos y servicios, sino una sociedad de personas felices.

La gente que me gusta

La gente que me gusta
“Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace2. Esta es una de las frases del conocido texto del multicondecorado escritor Mario Benedetti.

Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, mejor conocido como Mario Benedetti, fue un escritor y poeta uruguayo. Hijo de Brenno Benedetti y Matilde Farrugia, quienes lo bautizaron con cinco nombres, siguiendo sus costumbres italianas. Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay. Se educó en un colegio alemán y se ganó la vida como taquígrafo, cajero, vendedor, contable, funcionario público, periodista, traductor. De 1945 a 1975 hizo periodismo en el semanario “Marcha”, clausurado en esa fecha por la dictadura. Fue autor de novelas, cuentos, poesía, teatro, ensayos, crítica literaria, crónicas humorísticas, guiones cinematográficos, letras de canciones. Publicó más de 40 libros que han sido traducidos a 18 idiomas. Sus novelas y cuentos fueron adaptados a la radio, la televisión y el cine. Su teatro ha sido representado en más de 10 países.

Su enorme producción literaria abarca todos los géneros, incluyendo famosas canciones, y suma más de 60 obras, entre las que destacan la novela “Gracias por el Fuego” (1965), el ensayo “El Escritor Latinoamericano y la Revolución Posible” (1974), los cuentos de “Con y sin Nostalgia” (1977) y los poemas de “Viento del Exilio” (1981). En 1987 recibió el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional por su novela “Primavera con una Esquina Rota”.

Mario Benedetti, murió víctima de una larga enfermedad el 17 de mayo de 2009. En “La Gente que me Gusta”, Mario Benedetti afirma:

“Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar. Me gusta la gente justa con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar. Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales. Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría. Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables a las decisiones de un jefe. Me gusta la gente de criterio, la que no traga entero, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó. Me gusta la gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, a éstos les llamo mis amigos. Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata. Con gente como ésa, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido”.

¿Quién lo causó?

¿Quién lo causó?
El reconocido gurú de la productividad y desarrollo personal, Stephen Covey, autor de los “7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” presenta el principio 90/10. Afirma que sólo el 10% de la vida está relacionado con lo que te sucede, mientras que el 90% de la vida está relacionado por lo forma en cómo reaccionas. Independientemente del grado de control que tengamos sobre los sucesos de la vida, ya sea un auto averiado, un vuelo que se retrasa, un automovilista que obstaculiza el tráfico, o cualquier otro evento, hay ciertas cosas que al presentarse se salen de las manos, y se convierten simplemente en hechos. Pero ahí es donde entra en juego el 90% restante. La reacción ante los hechos. No podrás controlar el semáforo en rojo, dice Covey, pero puedes controlar tu reacción. Covey presenta un ejemplo:

Estás desayunando con tu familia. Tu hija tira una taza de café y chispea tu camisa de trabajo. Tú no tienes control sobre lo que acaba de pasar. Lo siguiente que suceda será determinado por tu reacción. Tú maldices. Regañas severamente a tu hija porque te tiró la taza encima. Ella rompe a llorar. Después de regañarla, te volteas a tu esposa y la criticas por colocar la taza demasiado cerca de la orilla de la mesa. Y sigue una batalla verbal. Tú vociferando subes arriba a cambiarte la camisa. Cuando bajas, encuentras a tu hija demasiado ocupada llorando terminándose el desayuno para estar lista para la escuela. Ella pierde el autobús. Tu esposa debe irse inmediatamente para el trabajo. Tú te apresuras al carro y llevas a tu hija a la escuela. Debido a que tú ya estas atrasado, manejas 40 millas por hora en una velocidad máxima de 30 millas por hora. Después de 15 minutos de retraso y de obtener una multa de tráfico por 60 dólares, llegas a la escuela. Tu hija corre a la escuela sin decirte adiós. Después de llegar a la oficina 20 minutos tarde, te das cuenta que se te olvidó el maletín. Tu día empezó terrible. Y parece que se pondrá cada vez peor. Ansías llegar a tu casa. Cuando lo haces, encuentras un pequeño distanciamiento en tu relación con tu esposa y tu hija. ¿Por qué? Por la forma en la que reaccionaste en la mañana. ¿Por qué tuviste un mal día?

a) ¿el café lo causó? b) ¿tu hija lo causó? c) ¿el policía lo causó? d) ¿tú lo causaste? La respuesta es la “d”. Tu control se escapó del café derramado y se trasladó al plano de tu reacción. La forma en cómo reaccionaste en esos cinco segundos fue lo que causó tu mal día. En cambio, ¿qué pudo haber sucedido?, elabora Covey: El café te chispea. Tú hija está a punto de llorar. Tú gentilmente le dices, “está bien cariño, sólo necesitas tener más cuidado la próxima vez”. Después de agarrar una camisa nueva y tu maletín, regresas abajo y miras a través de la ventana y ves a tu hija tomando el autobús. Ella voltea y te dice adiós con la mano. ¿Notas la diferencia? Dos escenarios diferentes. Ambos empezaron igual. Ambos terminaron diferente.
Steven Covey. Afirma que no tenemos realmente el control sobre el 10% de lo que sucede. El otro 90% se determina por tu reacción.

Aquí están algunas formas de aplicar el principio 90/10. Si alguien te dice algo negativo acerca de ti, no lo tomes muy apecho. Deja que el ataque caiga como el agua sobre el aceite. No dejes que los comentarios negativos te afecten. Reacciona apropiadamente y no arruinará tu día. Una reacción equivocada podría resultar en la pérdida de un amigo, ser despedido, estrés, etcétera.

¿Cómo reaccionar si alguien te interrumpe en el tráfico? ¿Pierdes tu carácter?, ¿golpeas el volante? (a un amigo mío se le desprendió el volante), dice Covey, ¿maldices? ¿Te sube la presión?, ¿por qué dejar que los carros te arruinen el viaje? Recuerda el principio 90/10 y no te preocupes de eso.

Tú has dicho que perdiste el empleo. ¿Por qué perder el sueño y ponerte enojado? No funcionará. Usa la energía de preocupación y el tiempo para encontrar otro trabajo.

El avión está atrasado. Va a arruinar la programación de tu día. ¿Por qué manifestar frustración con el encargado de la aerolínea? Él no tiene control de lo que está pasando. Usa tu tiempo para estudiar, conocer a otros pasajeros, ¿por qué estresarse? Eso hará que las cosas se pongan peor.

Ahora ya conoces el principio 90/10. Aplícalo y quedarás maravillado con los resultados. No perderás nada si lo intentas. El principio 90/10 es increíble. Muy pocos lo conocen y aplican este principio.

¿El resultado? Millones de personas están sufriendo de un estrés que no vale la pena, sufrimientos, problemas y dolores de cabeza. Un ejercicio complementario para lidiar con el estrés que implica tener un diálogo mental inadecuado, ayuda a convertir la “paranoia” en “paranoia inversa”, es muy recomendable:

Por los siguientes 60 minutos imagina que toda persona con la que interactúas tiene una intención positiva hacia ti. Piensa que, durante la siguiente hora, la actitud de cada persona que te rodea es inusualmente buena. Vas a sentir que te están enviando “buena vibra”, y que se acercan a ti con una buena intención, para hacer, decir u ofrecerte algo bueno.

Piensa y siente que toda persona, ya sea en el teléfono, por correo electrónico o que simplemente entra en tus pensamientos, tiene algo bueno para ti. Independiente de la “historia” que tengas con cada persona, harás el esfuerzo consciente de proyectar situaciones positivas. Pensarás por sólo 60 minutos que las personas a tu alrededor son buenas y tienen algo bueno para ti.

Observa lo que sucede. Cuando termines, amplía el ejercicio a dos horas. Si aún puedes mantener esta práctica, amplíalo aún más a seis horas y luego a todo un día. Los resultados te sorprenderán.

El principio 90/10 recuerda que tú, yo, somos cada uno causantes de nuestra propia experiencia... “yo soy responsable de mis resultados, no hay a quien culpar”.

lunes, 31 de octubre de 2011

Nuestra voz interior, la mejor amiga

Amar y expresarle nuestro amor a quien amamos, constituye un acto de gran valentía. Develar nuestro amor ante alguien, es desnudar nuestro ser con el riesgo de ser rechazados, por ello, algunas personas prefieren quedarse solas.

No es cierto que un adulto que le expresa su amor a una persona y es rechazada, destruye su identidad. El rechazo puede constituir uno de los sufrimientos más intensos que pueda sufrir una persona, pero aún siendo rechazada, esa persona siempre se tendrá a sí misma.

Personas que se han divorciado o separado de su pareja, o que ya no están con la persona amada por haber fallecido, se encuentran en una situación muy dolorosa, pero todos conocemos a personas viudas o ya solas, que no están pendientes de ser constantemente atendidas por sus hijos o seres queridos; no están esperando que las colmen de atenciones y de muestras de amor. Se trata de personas que llevan su soledad no solamente con un gran decoro, sino que en realidad nos asombran porque han encontrado muchas maneras de deleitarse a sí mismas. En sus caras jamás aparece el letrero: “por favor, quiéranme, ocúpense de mí.” Al contrario, su rostro nos revela: “estoy ocupada, estoy siempre haciendo algo que me deleita, y por favor, no estén tan pendientes de mí”.

Nathaniel Cotton escribió: “El mundo no tiene nada que dar; de nuestro yo, deben fluir nuestras alegrías”. Y el moralista francés Chamfort en su obra, “Máximas y Pensamientos”, escribió esta reflexión: “La naturaleza no me ha dicho: ‘No seas pobre’. Y menos aún: ‘Sé rico’. Pero me grita: ‘Sé independiente’”.

Deleitarnos a nosotros mismos no es algo fácil, sino por lo contrario, difícil. Pero si queremos gozar de un buen grado de independencia y de autonomía, debemos esforzarnos en enseñarnos a encontrar maneras para deleitarnos. Una de las maneras más sabias, y que además está absolutamente probada por la experiencia humana, consiste en saber escuchar a nuestra voz interior.

En nuestra niñez, sabíamos con absoluta precisión cuáles eran nuestras necesidades del momento, y percibíamos con una asombrosa nitidez las emociones que nos embargaban. Sabíamos cuándo teníamos hambre; acudíamos a los brazos de nuestros padres cuando sentíamos que necesitábamos su cariño; nos deteníamos calmadamente en nuestros pensamientos y sueños. Pero a medida que íbamos creciendo, los gritos de nuestros padres y las órdenes de nuestros profesores se imponían y apagaban nuestras “voces interiores”.

Habernos rebelado contra las órdenes de nuestros padres, hubiera sido muy peligroso y hubiéramos puesto en serio riesgo nuestra propia sobrevivencia. De alguna manera, nuestros padres sabían mejor que nosotros, cómo debíamos alimentarnos adecuadamente, cómo debíamos cruzar las calles transitadas para no sufrir un accidente, y qué medicina debíamos tomar para salir de un malestar. De niños fue indispensable dejarnos guiar por nuestros padres, apagar por momentos nuestras “voces interiores” y no hacer caso de nuestros caprichos.

Ahora ya somos adultos, y para sobrevivir no necesitamos del cuidado y de las órdenes de nuestros padres. Ahora es cuando no debemos desconectar el cable que nos permite escuchar nuestras “voces interiores”.

Una de las prácticas más enriquecedoras para nuestra alma y más alumbradora para nuestra existencia, consiste en retomar lo que de niños hacíamos: “escuchar nuestras voces interiores”. ¡Claro que es una tarea difícil! Por mucho tiempo hemos tenido amordazadas esas “voces interiores”, y lo que es peor, muchos las han silenciado.

No estamos hablando de las voces interiores que escuchan personas que padecen de una enfermedad mental. Estas vocecitas son pensamientos como si estuvieran escritos en taquigrafía, de sentimientos que nos impulsan a pensar de cierta forma, e incluso, de imágenes que nos invitan a obrar de determinada manera.

Las personas sanas pasan mucho tiempo hablando consigo mismas. A veces, sus pláticas interiores son muy destructivas, sin fundamento y altamente irracionales, lo que las conduce rápidamente, a estados anímicos tristes, de desaliento y desamparo.

Hay personas, que saben conducir su plática interior de una manera positiva, motivándose y alentando sus ideas y proyectos.

En la Roma Antigua, estaba muy en uso, éste refrán: “La palabra es imagen del alma”.

Nuestras “voces interiores” surgen de la intimidad de nuestros subconsciente, y sus palabras, de lo más genuino de nuestra alma. Hablamos de las “voces interiores” que guardan una total concordancia con lo bueno, lo bello y lo verdadero.

Nuestras “voces interiores” revelan lo más puro y auténtico de nuestra conciencia, y expresan lo más genuino de nuestro espíritu: quejas, deseos, sueños rotos, proyectos por hacer. Rescatar nuestras “voces interiores” es acariciar lo más noble de nuestro corazón. Esas vocecitas nos pondrán a la vista las fuentes más abundantes donde podremos deleitarnos a nosotros mismos durante toda nuestra vida. ¡Nuestras “voces interiores” son nuestros mejores amigos!

¡Escuchemos estos susurros de nuestra alma, que pueden ser nuestros mejores consejeros!

Bienestar y felicidad

En su obra cumbre, “Ética Nicomaquea”, en el punto 8 del capítulo X, págs. 399 y 400, de la edición de Editorial Gredos, expresamente afirma: “Que la felicidad es una actividad contemplativa”. Argumenta que, “Pues mientras toda la vida –escribe Aristóteles– de los dioses es feliz, la de los hombres lo es en cuanto que existe una cierta semejanza con la actividad divina; pero ninguno de los demás seres (los animales) es feliz, porque no participan, en modo alguno, de la contemplación”.

“Por consiguiente –sigue argumentando Aristóteles–, hasta donde se extiende la contemplación, también la felicidad, y aquellos que pueden contemplar más son también más felices, no por accidente, sino en virtud de la contemplación”.

¿Hasta dónde el inmenso prestigio de Aristóteles impidió de alguna manera, que se investigara más hondo en estos últimos 2300 años, sobre el tema de la felicidad? ¡Nunca podremos responder esta pregunta!

Pienso que Aristóteles se equivocó al tratar de desentrañar la esencia de la felicidad. No creo –como afirma Aristóteles–, que “la felicidad es una actividad contemplativa”, como tampoco, que “aquellos que pueden contemplar más son también más felices…”.

El sentido común y la experiencia diaria avalan mi afirmación: por ejemplo, millones de personas que contaban con una clara disposición y potencia para “contemplar” (contemplar consiste en examinar con atención una cosa material o espiritual), ante una situación de hambre crónica y miseria (como actualmente viven 2400 millones de personas en el mundo, según las Naciones Unidas), o en el caso de enfermedades graves o terminales, o heridos como consecuencia de guerras de todo tipo, todas estas personas no tendrán el menor deseo de contemplar. Sus sufrimientos físicos y morales y su lucha por la sobrevivencia, los enfoca en su angustiante y dolorosa situación existencial. ¡Y si contemplan, no resolverán sus problemas existenciales! No podemos negarle a tantos millones de personas, otras vías para la felicidad.

Estas circunstancias venenosas y dañinas impiden la felicidad a través de la contemplación. Bien lo expresó el enorme poeta Lucrecio, de la Roma Antigua: “Conturba, trastorna y quebranta el alma la fuerza de ese veneno”.

El psiquiatra español, Rogeli Armengol, expresó con toda claridad una “idea” fundamental en torno a la felicidad. Este médico escribió: “Precisando un poco más, hay que decir que la felicidad depende fundamentalmente de la idea que nos forjemos de lo que es el bienestar, puesto que esta idea, más allá de los sentimientos y pasiones a los que también estamos sujetos, va a determinar de manera poderosa gran parte de nuestra actividad: con algunas actividades conseguiremos un mejor bienestar, pero con otras ese bienestar se malogra”.

Si una persona piensa que su bienestar depende de una actividad, trabajo o preferencia, para lo que tiene capacidades naturales o adquiridas con el oficio perseverante, es altamente probable que obtenga un bienestar permanente.

En cambio, una persona que finque su bienestar en ser un cantante profesional, careciendo de capacidades naturales para la música, como la entonación de la voz, el oído fino para los cambios de tonos, el ritmo, el uso de los sonidos graves y agudos, será una persona infeliz, pues su bienestar lo basa en pretender ser un cantante profesional, cuando jamás podrá llegar a serlo.

En cambio, quienes ajustan sus capacidades naturales en actividades propias de la idea que se han forjado sobre el bienestar, no hay ninguna duda, que sus niveles de felicidad serán mayores.

Las circunstancias existenciales muy duras, como la miseria, la cárcel, enfermedades graves, traumatismos que impidan una cierta actividad, impiden a estas personas, que dediquen parte de su tiempo a la contemplación. Pero aun así, podrán ejercer una serie de actividades que les reporte cierto nivel de bienestar.

Seguramente el ingrediente principal para un bienestar general permanente, consista en gozar de cierta sabiduría, la que se manifiesta en cuidar lo bueno que ya tenemos, y en no causar daños ni males a otras personas.

La sabiduría nada tiene que ver con un coeficiente alto de inteligencia, ni siquiera, con la adquisición de cultura. El conocimiento en sí mismo, no incrementa nuestros niveles de felicidad, como ya lo dejo comprobado el psicólogo Seligman, de la Universidad de Pensilvania. Pero la sabiduría sí nos da condiciones, para saber elegir lo que más nos puede proporcionar bienestar, vía éste para la felicidad.

La sabiduría depende de nuestro buen juicio, de saber distinguir bien las cosas, de la sensatez, del razonamiento cuidadoso, del saber pensar correctamente. El saber pondera las cosas y las situaciones: el esforzarnos en ser objetivos, el alejarnos de los extremos y abrazar la mesura.

La sabiduría sí está vinculada a la felicidad. Pero no a una felicidad utópica y permanente, pues esto es irreal. La felicidad depende de múltiples factores: genéticos, ambientales, políticos, actividades adecuadas, una idea clara del bienestar personal.

Pero aun así, nuestro buen juicio y serena reflexión, como condiciones de la sabiduría, nos conducen al bienestar y nos permiten apresar los momentos de felicidad que la vida nos regale y que nuestras actividades acertadas nos proporcionen, y nos capacita la sabiduría, para grabar en nuestra conciencia los momentos de felicidad fugaces, y otorgarles a estos momentos un valor de eternidad.

“¡La sabiduría se adquiere con reflexión!”, nos dijo el romano Publilio Siro.

Siempre tenemos opción

Nosotros tenemos la capacidad de elegir: o bien, optamos por una vida acobardada, apagada y medrosa, o nos decidimos por levantarnos cada día diciéndole un sí incondicional a nuestra vida.

O nos encogemos como gusanos medrosos, o cada día nos sumergimos de lleno en la vida, bañando nuestro espíritu de todas las inmensas fuerzas de la naturaleza.

Podemos elegir dejar que un mezquino terror se apodere de nuestro corazón, o henchimos nuestro pecho de un sano orgullo, estremeciéndonos de gozo por meter de lleno nuestras manos en la vida, en nuestra particular vida que nos toca vivir.

En el fondo de nuestro corazón sabemos que la poderosa instancia de nuestra alma puede vencer muchos obstáculos, como también sabemos que podemos desperdiciar el inmenso tesoro que es el día en que estamos viviendo, hiriendo de muerte al día con nuestra voluntad indecisa y nuestro torpe actuar vacilante y medroso.

Sabemos que la vida humana nos ofrece múltiples opciones y que una sola de ellas puede bastarnos para despertar en nosotros un vivo y grande interés. Como también sabemos que nuestra indolencia, el dejar las cosas para después, el no estimar en lo debido la inmensa riqueza de la vida humana, nos conduce a una existencia de carencias y lamentos.

Tenemos la experiencia de que si ha brotado de nuestro pecho una firme decisión, le podemos dar vida a esta decisión con una pronta osadía, actuando de inmediato y sin dilación alguna. Así también, la misma experiencia nos ha demostrado que la irresolución nos lleva a la parálisis y al encogimiento.

En el fondo insobornable de nuestra conciencia, por más confusas que nos parezcan las cosas, si aún conservamos algo de bondad, sabremos distinguir el camino recto.

Nuestro corazón ilumina a nuestra conciencia, o la conciencia le prende fuego a nuestro corazón, pero la realidad, es que siempre podremos distinguir el bien del mal.

Ante una adversidad, la vida nos da la oportunidad de tomar una decisión existencial: seguimos aferrados a la vida luchando con honor y dignidad, mostrando un valor ejemplar, o bien, maldecimos nuestro destino y hacemos de nuestra existencia un viacrucis. Si optamos por estar plenamente vivos en nuestra vida, podríamos sentirnos como se sintió Fausto, en la obra que con este mismo nombre escribió Goethe: “Siento bríos para aventurarme en el mundo, para afrontar las amarguras y dichas terrenas, para luchar contra las tormentas y permanecer impávido en medio de los crujidos del naufragio”. Si optamos por el viacrucis, aceptemos que permanentemente un mezquino terror se robará nuestra alma y la aventará a las penumbras de la no vida, de la indecisión y de un vaivén que va de la impotencia a la desesperación.

Goethe nos deja una impactante reflexión, al poner en boca de Fausto la siguiente exclamación:

“Lancémonos en el torbellino del tiempo, en el torbellino de los acontecimientos. Alternen uno con otro entonces, como puedan, el dolor y el placer, la suerte próspera y la adversa. Sólo por una incesante actividad es como se manifiesta el hombre”.

Goethe no nos habla de un mundo maravilloso donde todos nuestros deseos y fantasías se cumplen. No, sino que nos quiere transmitir la poderosa idea de que vale la pena meternos en “el torbellino de los acontecimientos”. Y todo torbellino implica extremos: dudas y certezas; lluvias que dañan, y a la vez lluvias que florecen los campos; torbellinos que implican pérdidas ante los riesgos, pero a la vez, torbellinos que nos encumbran en lo alto de las montañas.

Decía Séneca que a todo bien le seguirá un mal, y que todo placer trae su cuota de dolor. No se trata de una serie matemática, sino que nos quiere revelar el hecho de que la vida trae los inmensos regalos de una existencia exuberante, pero también, la vida trae el sello y el embrión de su propia muerte. Debemos elegir las opciones que nos conduzcan a una incesante actividad, y a las opciones siempre amigas de una vida más plena y auténtica.

Vivir encogidos, cautelosos, huyendo de peligros imaginarios y de riesgos reales, y renunciando a una vida intensa y a una incesante actividad, no nos aleja de los riesgos de todo ser humano. La vida nos da y nos quita, nos dio la vida al nacer y nos la va a quitar al morir. Podemos vivir con osadía, luchando de pie o ya caídos, pero luchando, o escondiéndonos de las durezas y adversidades de nuestra existencia.

¡Vivamos el ahora, donde se dan todos los milagros de la existencia!, y no como aquel al que se refiere Séneca en su Epístola 98: “Desgraciado es el ánimo al que el futuro inquieta”.

Renunciemos a nuestros pensamientos cobardes, a nuestros penosos titubeos y a nuestros angustiosos lamentos que en nada alivian nuestro lastimero ánimo.

“¡Meternos en el torbellino de los acontecimientos”, como nos lo aconseja Goethe, es vivir hasta nuestras entrañas!, y no acobardados como el personaje del inmenso poeta romano Virgilio, que nos describe en su obra, Eneida: “Me quedé estupefacto, mis cabellos se erizaron y la voz se me pegó a la garganta”.

¡Mejor vivamos valientemente!, como lo escribió Cicerón en su profunda obra, “Las Tusculanas”: “¿Qué gladiador, aun mediocre, gime nunca? ¿Cuál se demuda? ¿Con qué arte no cae para disimular su afrenta? Y el que, caído, va a recibir el hierro en su cuerpo, ¿Vuelve la cabeza siquiera?”.

ENSEÑANZAS DE NIETZSCHE

Enseñanzas de Nietzsche
“Un moralista es lo contrario de un predicador de moral: es, en efecto, un pensador que toma la moral como discutible, como cuestionable, en suma, como un problema. Lamento tener que añadir que justo por ello, el moralista forma parte de los seres problemáticos”. (Nietzsche).

La moral es la ciencia que trata de las acciones humanas en orden a su bondad y malicia. La moral constituye el tema más importante para cada hombre en lo individual, pues depende de cada persona elegir constantemente y durante toda su vida si sus acciones van a ir de acuerdo con el bien o con el mal. El predicador de la moral cree en lo que esta ciencia ordena, y por ello predica la necesidad de su cumplimiento. En cambio, el moralista –no como lo define el diccionario, sino como lo capta el pueblo en general– es más bien un predicador de la moral pero que no siente la certeza de lo que predica. En el sentido de Nietzsche, se trata de una caricatura del verdadero predicador de la moral.

Es por esto que nos disgustan tanto los moralistas: dicen una cosa y con frecuencia hacen otra diferente, o bien, se comportan moralmente pero en realidad son personas fanáticas, intransigentes y casi siempre carentes de bondad y de compasión. Son seres problemáticos, pues todo moralista duda de lo que predica, con frecuencia anhela lo que prohíbe y se siente descontento de sí mismo.

En otra reflexión, escribió: “La venganza del inferior contra el superior tiende siempre a lo más extremo, a la aniquilación: únicamente así puede eliminar el contragolpe”.

El inferior es la persona que sabe o siente que su contrario o enemigo es superior a él, ya sea en lo económico, en fuerza física o en la capacidad para dañarlo. Cuando un inferior ofende o daña a un superior, es muy frecuente que la persona superior –en el sentido que hemos señalado– no castigue con dureza a su ofensor, y más bien, con frecuencia pasa por alto la ofensa o daño. En cambio, cuando el superior daña al inferior y éste cobra venganza, esta venganza lleva toda la fuerza de la aniquilación, pues el inferior siente y cree que el contragolpe del superior le sería devastador.

Nietzsche escribió: “La mujer comete diez veces menos delitos que el hombre; en consecuencia es, moralmente, diez veces mejor que él: eso dicen las estadísticas”.

Esto lo escribió Nietzsche en 1880, pero hoy en día creo que las mujeres, prácticamente en todo el mundo, cometen menos del 10% de los delitos. Indudablemente que las mujeres son más íntegras que los hombres, y además, son mucho más responsables. Simplemente analicemos el porcentaje de mujeres que son abandonadas por los hombres; el drama de las madres solteras nos demuestra su enorme responsabilidad. Aun cuando lo hijos son abandonados por su padre, la madre jamás abandona a sus hijos, sino al contrario, los protege y trabaja con enorme esfuerzo para sacarlos adelante. Estas madres solteras son unas verdaderas heroínas.

¡No hay duda! Nietzsche tiene razón: las mujeres son moralmente superiores a los hombres, si no fuera así, la especie humana ya se hubiera extinguido hace decenas de miles de años. “Damos especial valor a la posesión de una virtud tan sólo cuando hemos notado su ausencia en nuestro adversario”, escribió Nietzsche.

Es cierta la afirmación de este filósofo alemán: no advertimos nuestras virtudes hasta que notamos su ausencia en nuestros adversarios. Nuestros contrarios hacen las veces de nuestros mejores espejos: como todo adversario nos hace sufrir, fijamos nuestra atención en ellos, y cuando vemos detenidamente su comportamiento, notamos los defectos que nosotros tenemos cuando nuestros adversarios también padecen de ese defecto. Por lo general, cuando alguna persona nos disgusta es porque caemos en la cuenta de que esa persona padece algún defecto que también nosotros padecemos y que nos resulta muy odioso.

Al centrar nuestra atención en la conducta de nuestro adversario, de pronto nos percatamos que carece de una virtud que nosotros la estimamos como muy valiosa. Ese adversario es un espejo para nosotros, pero ahora con un efecto diferente: vemos en él la ausencia de una virtud que no tiene y que nosotros sí. Al advertir nuestra virtud que al otro le falta, le damos un valor especial, y por lo tanto, llegamos a sentirnos con una ventaja sobre el contrario.

Nietzsche nos da una muestra de su profundo conocimiento del alma humana, con la siguiente sentencia que escribió en su obra, “Humano, Demasiado Humano”: “Querer ser amado.- la exigencia de ser amado es la máxima arrogancia”.

Una de las actitudes más ingenuas y equivocadas en que caemos, consiste en exigir que ciertas personas nos amen. Amor que deben tenernos por el hecho de que sean nuestros hijos, personas a las que ayudamos, o seres humanos a los que queremos. Esta exigencia de amor es absolutamente irracional.

¡Jamás podremos exigirle a ciertas personas que nos amen, por más merecedores que seamos o nos sintamos! Habrá personas que nos amen por el sólo hecho de que así lo sienten, sin más.

El amor nunca nace como consecuencia de una “reciprocidad”, ni tiene nada que ver con los méritos, la justicia o la gratitud. Nos amará a quien le nazca amarnos, y jamás podremos comprar el amor de nadie.

¡El amor nunca nace del interés ni de la gratitud; es tan puro este sentimiento, que no se sujeta a reglas! ¡Nunca tendremos la razón de exigirle amor a alguien! ¡Sólo nos amará quien sienta amor sin condición alguna!

Halloween

Halloween
La celebración del halloween o la noche de brujas, como comercialmente es conocida, es una costumbre que ha invadido casi todos los lugares del mundo, incluyendo México, a pesar de que no es de origen hispánica, pero tenemos que reconocer que cada año esta celebración es más popular y la cercanía de nuestra frontera con el país del norte, esto se fomenta aún más.

En Irlanda, es considerado el halloween como una fiesta nacional y se celebra en grande en los países que conforman el Reino Unido como Inglaterra, Gales, Escocia e Ulster, región que también es conocida como Irlanda del Norte.

De estos lugares el halloween brincó el océano para poder llegar al continente americano, donde encontró acogida en países de conglomerados de inmigrantes desde el viejo continente, como lo son Canadá, y Estados Unidos.

El halloween es conocido en otros lejanos países en donde ha penetrado debido a la gigantesca comercialización que le rodea y que emana del poderoso vecino del norte.
Como en Japón, Corea del Sur, Hong-Kong que ahora pertenece a China, Vietnam, Filipinas y en la isla de Taiwán, en donde los norteamericanos han tenido alguna o mucha influencia.

El halloween tuvo su origen en el sanhain, que es el festival celta de la cosecha y en el saman, señor de la muerte que provocaba a las huestes de los espíritus malignos.
Los antiguos druitas, que son sacerdotes celtas y que generalmente eran adivinos, magos o brujos, encendían entonces grandes hogueras, con el aparente propósito de rechazar a todos estos espíritus.

Los celtas era un antiguo grupo étnico oriundo de los Alpes, el halloween era la última noche del año y se consideraba como un momento propicio para examinar los presagios del futuro.

Los celtas también creían que los espíritus de la muerte volvían a visitar sus moradas terrenales esa noche.

Los romanos por su parte, tras conquistar a Gran Bretaña, añadieron al halloween elementos de la fiesta de la cosecha celebrada el 1 de noviembre en honor de Pomona, la diosa de los frutos y de los árboles.

La tradición celta de encender hogueras en halloween, sobrevivió hasta épocas modernas en Escocia y el país de Gales y el concepto de fantasmas y brujas sigue siendo común en las celebraciones de halloween.

Sobreviven vestigios de la fiesta romana de la cosecha en la costumbre, habitual en Estados Unidos y en Gran Bretaña, de hacer jugos utilizando frutas, como sacar manzanas de un cubo de agua.

De origen similar es la utilización de calabazas huecas esculpidas para representar rostros grotescos y que se iluminan con una vela en el interior.

De los Alpes se extendió por el sudoeste alemán, el este y sur de Francia y se establecieron en las islas británicas de Inglaterra e Irlanda; otra rama se estableció en España.

Según la creencia de los celtas, los espíritus de los que han fallecido durante el año anterior, debían ser conducidos fuera de la aldea al final del festival para lo cual, la gente llevaba puestos máscaras y disfraces.

Cuando la iglesia católica estableció el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos, coincidió con la terminación de la cosecha para que no faltaran los víveres y esta fiesta se relaciona con el Halloween, porque esta costumbre celta encontró su aplicación en la noche previa al Día de Todos los Santos, de donde se deriva el nombre o se corrompe: All hallow’s eve, lo cual significa víspera de todos los santos y de sanhain, que se transformó mas tarde en Halloween.

En la actualidad los niños se disfrazan y salen al vecindario a pedir dulces, al grito de trick or treat, que significa truco o trato, amenazando a los vecinos que si no les dan golosinas les harán alguna travesura, generalmente muy inocente.

Ahora se practica sin conocer la verdadera fiesta, ni para tratar de sacar los espíritus fuera de la población, en nuestra ciudad esta celebración se ha popularizado en grande y desde hace una semana los motivos alusivos ya aparecían en gran cantidad de negocios y apenas inician algunas contadas instituciones educativas, predominantemente con calabazas de plástico, recortes de brujitas y fantasmas, aunque no conozcan el verdadero significado del Halloween, y se preparan también en la compra o confección de su disfraz y su recolector de golosinas para acudir de puerta en puerta mencionando el corrompido “triki-triki” en lugar de la frase tradicional de trick or treat, y los pequeños fastidian puerta tras puerta portando el disfraz tipo Kleenex, o sea úsese y tírese después, elaborados así para poder comercializar el producto de esta celebración y elevar las ventas.

En 1999, grupos evangélicos se unieron en una campaña en contra de la celebración del Halloween, en aquel entonces repartieron folletos en donde se explicaba el significado que consideran real de esa celebración, indicando que es un rito tradicional de ocultismo y es durante estas celebraciones cuando se registran el mayor índice de muertes, secuestros y violencia, señalan que la práctica de este ejercicio, al parecer inofensivo, trae riesgos innecesarios en donde se exaltan a brujas, satanismo y ocultismo.

La secretaría de educación pública prohibió hace algunos años esta celebración en las instituciones educativas, pero en gran cantidad de jardines de niños lucen los emblemas característicos de esa fiesta y en menor número las de educación primaria y en algunas ocasiones, combinadas aberrantemente con la tradición mexicana del Día de Muertos.
El motivo que argumentó la SEP fue el acudir en rescate de nuestras tradiciones que increíblemente entusiasman y encantan a los extranjeros y avergüenzan a la mayor parte de los mexicanos en la frontera.

Según los expertos extranjeros, la celebración del Día de Muertos es más original y fascinante que el mismo Halloween, opinión que muchos habitantes de nuestra frontera no compartimos y preferimos la llamada noche de brujas con el deformado “triki-triki”, en lugar de la construcción de los altares de muerto y el casi culto de visitar los cementerios el día 1 y 2 de noviembre.

viernes, 30 de septiembre de 2011

SOBRE LOS ORIGENES DEL FEDERALISMO EN MÉXICO - 3

III. TERCERA PARTE

En México los estados de la federación fueron creados por el Acta Constitutiva de la Federación (art. 7) y por la Constitución de 1824 (art.5), aunque la denominación en ambos documentos no es exactamente la misma.
No existían estados antes de la creación de la Ley Fundamental de 1824, lo que había en la época colonial era la vieja división del régimen de intendencias y provincias internas del Virreinato de la Nueva España establecido por las reformas borbónicas del siglo XVIII, que de alguna manera facilitó y sirvió de guía para la creación de los nuevos estados de la nación mexicana (7).

La Constitución de Cádiz de 1812 creo el sistema de diputaciones provinciales en la Nueva España (8), integradas por 7 diputados electos que también sirvieron para la delimitación de los nuevos estados de la incipiente federación mexicana (9).

Con posterioridad a la aprobación de la Constitución de 1824 se comenzaron a realizar los congresos para aprobar las constituciones locales de los diferentes estados de la república en cumplimiento al art. 6 del Acta Constitutiva de la Federación.

No está muy claro cuál fue el factor decisivo para que México adaptara en 1824 el federalismo como forma de estado. La respuesta más lógica parece que fue la intención de los constituyentes de imitar de la constitución americana de Filadelfia de 1789, sin embargo creemos que como todo gran acontecimiento político fue producto de una combinación de diferentes factores, entre otros los siguientes:

Pensamos que indudablemente que el modelo constitucional norteamericano influyó en los Constituyentes del 24 en una especie de moda intelectual de la clase política de esta época (10), aunque es difícil pensar que se conociera bien la constitución americana en México. Lorenzo de Zavala dice que en el Constituyente de 1824 se conoció una mala copia de la Constitución de los Estados Unidos impresa en Puebla de los Ángeles (11).

Por otro lado la obra clásica del tema “El Federalista” de Hamiltón, Madison y Jay, publicada en Estados Unidos en tres periódicos de Nueva York y compilados en dos volúmenes hacia 1788, fue traducida al portugués hasta 1840 y al castellano en Buenos Aires hasta 1865(12).

En esa época circuló también dos documentos que los historiadores mencionan que influyeron grandemente en la adopción del federalismo en México “El Pacto Federal del Anáhuac” preparado por Prisciliano Sánchez (13) y dos proyectos de constitución (marzo y mayo de 1823) de Esteban F. Austín, colonizador de Tejas (14).

Lo anterior aunado a la escasa doctrina de derecho constitucional existente en esa época hace suponer que el modelo constitucional americano conceptualmente aun no estaba muy claro en los constituyentes mexicanos de 1824.

La constitución mexicana del 24 es similar a la constitución americana de Filadelfia del 17 de septiembre de 1787 en temas importantes como el régimen presidencial, la existencia de un vicepresidente, la división de poderes, el poder legislativo bicameral, el federalismo, el procedimiento de reformas a la constitución, entre otros, aunque son dos textos constitucionales con estructuras muy diferentes: La Constitución Americana consta de VII artículos divididos en secciones y en realidad se trata de un texto muy breve que se ha ido ampliando con las enmiendas posteriores, mientras que la Constitución mexicana de 1824 consta de VII títulos con 171 artículos.

Creemos que fue el factor político lo determinante en México para adoptar el modelo federal fue la necesidad de descentralizar el poder que ya habían planteado los diputados constituyentes de Cádiz de 1812 (15) que para 1824 se había entrado en plena crisis con la separación de las Provincias Unidas de Centroamérica de México en 1823 y con el hecho que para ese mismo año varias provincias proclamaron o amenazaron con separarse de la incipiente nación (Campeche, Yucatán, Oaxaca, Jalisco, Querétaro, Zacatecas) (16).

Esta es también la opinión de Jesús Reyes Heroles que señala:

“En ningún punto el Congreso fue tan obligado a obedecer como en la adopción del sistema federal y esto en un momento en el que el centralismo no era la definición de antiliberalismo. En ningún tema la voluntad se exteriorizaba tanto como en el de que la República fuese federal. Las tendencias eran tales, que no digamos el pronunciamiento centralista del Congreso, una mayor dilación en la resolución federalista hubiese desatado fuerzas centrifugas imprevisibles. Es cómodo ver a esas fuerzas como simples grupos políticos locales sin raíces y guiados por el puro aspirantismo, como entonces se decía; pero en el fondo esto es disimular y ocultar el problema. Las manifestaciones federalistas eran emanación, y solo así se explica su reciedumbre, de fuerzas reales no carentes de profundidad” (17).

No obstante a la adopción del sistema federal en 1824, el debate Centralismo vs. Federalismo no seria concluido en ese año, pues en 1836 y 1843 se promulgaron sendas constituciones de carácter centralista.



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7.- Esta es la opinión de José Maria Luís Mora: México y sus Revoluciones, París, 1836, T. I, p. 176. Sobre las diferentes divisiones territoriales del Virreinato Español, pueden verse las obras de: Cue Cánovas, Agustín: Historia Social y Económica de México 1521-1854, Trillas, México, 1980, pp. 135-155 y O’Gorman, Edmundo: Historia de las Divisiones Territoriales de México, Porrúa, México, 1994. Coahuila en la división antigua de la Colonia pertenecía a la Provincia de Nueva Extremadura en el último tercio del siglo XVI. Posteriormente hacia 1785 paso a formar parte de las Provincias Internas de Oriente con Texas, Nuevo León y Nuevo Santander (Tamaulipas).

8.- Las diputaciones provinciales fueron reguladas en el Capítulo II (Art. 324-337) de la Constitución de la Monarquía Española de 1812. Su gobierno era ejercido por un Jefe nombrado por el Rey; Se integraban por siete personas; Se renovarían cada dos años por mitad.

9.- Jorge Carpizo en un interesante trabajo señala que en 1813 las Cortes de Cádiz ordenaron la creación de 6 diputaciones provinciales en la Nueva España. La primera que se creo fue la de Mérida, después siguieron Guadalajara y Monterrey. De la diputación provincial de México dependieron las provincias de México, Puebla, Valladolid, Guanajuato, Oaxaca, Veracruz, Tlaxcala y Querétaro. Hacia 1823 existían 23 diputaciones provinciales; “Sistema Federal Mexicano”, en Estudios Constitucionales; UNAM, México 1983, p p. 20-21.

10.- Ana Macías señala. “En 1823 la nueva utopía era Estado Unidos. Nada tan acertado como el éxito y la Unión Norteamericana era un éxito indiscutible tanto en la estabilidad política como en la libertad individual. También es posible que las instituciones norteamericanas hayan atraído a los mexicanos en virtud del reconocimiento otorgado en 1822 y la Declaración de la Doctrina Monroe en 1823”; Génesis del Gobierno Constitucional Mexicano 1808-1820; Secretaria de Educación Publica, México, 1973, p. 174.

11.- Zavala, Lorenzo de: Obras. El historiador y representante popular. Ensayo critico de las revoluciones de México de 1808 hasta 1830, Porrúa, México, 1969, pp. 189-190.

12.- Hernández Díaz, Jaime: El federalismo en la experiencia constitucional mexicana, en El Constitucionalismo mexicano; Influencias continentales y trasatlánticas, S. XXI editores, México 2010, p. 236.

13.- Gamas Torruco, José: El Federalismo Mexicano, Secretaria de Educación Pública, México, 1975, pp. 48-49.

14.- Contreras Rodríguez, Héctor: Grandes debates Legislativos: El debate sobre el Federalismo y el Centralismo; Cámara de Diputados XLVIII Legislatura del Congreso de la Unión, México, 1971, p. 34.

15.- Puede consultarse el documento”Ramos Arizpe; “Raíces del Federalismo en México 1812” en Matute, Álvaro: Antología de México en el Siglo XIX, UNAM, México 1984, pp. 209-218.

16.- Carpizo, Jorge: op. cit. p. 90. Esta misma opinión la comparte Justo Sierra que señala: “…la federación fue obra de circunstancias profundamente fácticas entonces; pero resulta no meno cierto que la opinión favorable era de tal modo favorable a la federación que si el Congreso no la hubiere decretado había sido incontinenti derrocado; la Constitución promulgada en octubre de 1824 no podía ser otra cosa de lo que fue; la expresión pura de la opinión casi unánime del país de entonces; Evolución Política del Pueblo Mexicano, Fondo de Cultura Económica, México, 1950, p.138.

17.- Reyes Heroles, Jesús: El Liberalismo Mexicano, T. I, Facultad de Derecho UNAM, México, 1957, p. 358.

SOBRE LOS ORIGENES DEL FEDERALISMO EN MÈXICO - 2

II. SEGUNDA PARTE.

La Constitución de 1824 fue la primera constitución mexicana que creo el sistema federal como forma de organización política del Estado mexicano (art. 4º).
Como partes integrantes de la Federación la ley fundamental del 24 reconoció a los estados y territorios siguientes:

Chiapas, Chihuahua, Coahuila y Tejas, Guanajuato, México, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla de los Ángeles, Querétaro, San Luís Potosí, Sonora y Sinaloa, tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Jalisco, Yucatán y Zacatecas y los territorios de Alta California, Baja California, Colima y Santa Fe Nuevo México (art.5º).

Las diferencias que existen entre las provincias que fueron convocadas en las Bases para la elección del Congreso Constituyente y los estados que fueron reconocidos en el Acta Constitutiva de la Federación y la Constitución de 1824, se deben a los cambios políticos que se dieron en el intervalo de tiempo entre esos acontecimientos.

Las entonces llamadas Provincias Unidas de Centroamérica ya no aparecen ni en el Acta Constitutiva de la Federación (31 de enero de 1824) ni en la Constitución Federal (4 de octubre).

El estado llamado de Oriente en el Acta Constitutiva de la Federación, por decreto del 7 de mayo de 1824 se dividió en dos; Nuevo León y Coahuila y Tejas.

Asimismo por decreto del 22 de mayo de ese mismo año se fraccionó también el Estado interno del Norte, quedando Durango como entidad; el 6 de julio se declaró a la provincia de Chihuahua como estado de la federación y a la de Nuevo México se le dio el carácter de territorio (5).

En el titulo VI “De los Estados de la Federación” Sección Primera (Art. 157-161) estableció el Constituyente de 1824 (constituyente de primer grado) algunas obligaciones para los constituyentes locales de los estados (constituyente de segundo grado) (6):

* El gobierno de cada estado se dividirá para su ejercicio en los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial. Nunca podrán unirse dos o más de ellos en una sola persona o corporación, ni el legislativo depositarse en un solo individuo.

* El poder legislativo de cada estado residirá en una legislatura compuesta por el numero de individuos que determinen sus constituciones particulares, electos popularmente y amovibles en el tiempo y modo que ellas dispongan.

* La persona o personas a quienes los estados confieran el poder ejecutivo, no podrán ejercerlo sino por determinado tiempo, que fijará su constitución respectiva.

* El poder judicial de cada estado se ejercerá por los tribunales que establezca la constitución y todas las causas civiles o criminales que pertenezcan al conocimiento de estos tribunales serán fenecidas en ellos hasta su última instancia y ejecución de la última sentencia.

En cuanto a las obligaciones de los estados, estableció en el artículo 161:

“I. De organizar su gobierno y administración sin oponerse a esta constitución, ni al acta constitutiva.

II. De publicar por medio de sus gobernadores su respectiva constitución, leyes y decretos.

III. De guardar y hacer guardar la constitución y leyes generales de la Unión, y los tratados hechos o que en adelante se hicieren por la autoridad suprema de la federación con alguna potencia extranjera.

IV. De proteger a sus habitantes del uso de la libertad que tienen de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas, sin necesidad de licencia, revisión o aprobación anterior a la publicación; cuidando siempre que se observen las leyes en la materia.

V. De entregar inmediatamente los criminales de otros estados a la autoridad que los reclame.

VI. De entregar a los fugitivos de otros estados a la persona que justamente los reclame, o compelerlos de otro modo a la satisfacción de la parte interesada.

VII. De contribuir para consolidar y amortizar las deudas reconocidas por el Congreso general.

VIII. De remitir anualmente a cada una de las cámaras del congreso general nota circunstanciada y comprensiva de los ingresos y egresos de todas las tesorerías que haya en sus respectivos distritos, con relación del origen de unos y otros, del estado en que se hallen los ramos de la industria agrícola, mercantil y fabril; de los nuevos ramos de industria que pueden introducirse y fomentarse, con expresión de los medios para conseguirlo, y de su respectiva población y modo de protegerla y aumentarla.

IX. De remitir a las dos cámaras, y en sus receso al Consejo de Gobierno y también al supremo poder ejecutivo, copia autorizada de sus constituciones, leyes y decretos.”

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5.- Lozano, José Maria: op. cit. p. 11.

6.- Carlos Sánchez Viamonte hace esta distinción al señalar:“Al poder constituyente nacional podíamos llamarlo poder constituyente primario o de primer grado en una jerarquía de valores institucionales; al estadual podíamos denominarlo poder constituyente secundario o de segundo grado, por el hecho de hallarse condicionado, limitado y subordinado por el primario, no obstante lo cual sigue siendo poder constituyente en la acepción técnica del vocablo y no hay otra manera de calificarlo; Manual de Derecho Político; Bibliografica Argentina, Buenos Aires, 1959, p.245. Sobre la Teoría del Poder Constituyente local, pueden verse también las obras de: Vanossi; Teoría Constitucional, T, I, Depalma, Buenos Aires, Argentina, 2000, pp. 451-479 y Arteaga Nava, Elisur: Derecho Constitucional, T. II, UNAM, México, 1994, pp. 4-5.

SOBRE LOS ORIGENES DEL FEDERALISMO EN MÈXICO

I. PRIMERA PARTE.

El Acta Constitutiva de la Federación (ACF) del 31 de enero de 1824, puede señalarse como el texto constitucional que dio origen a la nación mexicana como república federal. Dicho documento sería la base política fundamental de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos aprobada el 4 de octubre del mismo año (1).
La convocatoria al Congreso Constituyente expedida 17 de junio de 1823 invitó a las provincias de la nación mexicana a que nombraran diputados a la futura asamblea constituyente. Las provincias invitadas fueron: California alta, California baja, Coahuila, Durango, Guanajuato, Guadalajara, Nuevo Reino de León, México, Nuevo México, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luís Potosí, Santander, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tejas, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.

Por lo que respecta a las provincias de Guatemala se determinó que en caso de permanecer unidas a México se servirían para la elección de diputados de los censos más exactos que pudieran formar de los datos estadísticos que tuvieran reunidos(2).

Aunque fueron convocadas al Constituyente de 1824 las otrora provincias de Centroamérica estas se retiraron en virtud de una ley del 27 de octubre de 1823, salvo Chiapas, ya que se proclamaron como Provincias Unidas de Centroamérica y fueron reconocidas por el Congreso mexicano como tales el 20 de agosto de 1824 (3).

El Acta Constitutiva de la Federación es un documento breve integrado por 36 artículos que estableció la forma republicana de gobierno representativo, popular y federal (art.6).

Como estados de la federación el ACF reconoció a los siguientes: Guanajuato, estado interno de Occidente compuesto por las provincias de Sonora y Sinaloa, estado interno de Oriente, compuesto por las provincias de Coahuila, Nuevo León y Tejas; el estado interno del Norte compuesto por las provincias de Chihuahua, Durango, Nuevo México, el de México, el de Michoacán, el de Oaxaca, el de Puebla de los Ángeles, el de Querétaro, el de San Luís Potosí, el de Nuevo Santander que se llamará el de Tamaulipas, el de Tabasco, el de Tlaxcala, el de Veracruz, el de Jalisco, el de Yucatán (Art. 7).

La Constitución de 1824, se compone por 171 artículos y VII títulos, es el documento constitucional con juntamente con el ACF que dio origen al nuevo estado mexicano ya como una republica federal.

Entre las normas políticas más trascendentes de este texto constitucional, pueden señalarse:

- Estableció como forma de gobierno de México, el de una república representativa, popular y federal (art. 4º.) (4)

- Dividió el Supremo Poder de la Federación para su ejercicio en legislativo, ejecutivo y judicial (art. 6º.)

- Creó el sistema bicameral del Poder Legislativo al dividirlo en Cámara de Diputados y Cámara de Senadores (art. 7º.).

- Depositó el Poder Ejecutivo de la Federación en un sólo individuo – denominado Presidente de los Estados Unidos Mexicanos (Art. 74). Creó también el cargo de Vicepresidente (art. 75).

- El Poder Judicial de la Federación se confió a la Suprema Corte de Justicia, los tribunales de circuito y los juzgados de distrito (art.123).

- Se establecieron también principios relativos a la organización política de los Estados de la Federación (arts. 157-160) y se precisaron sus obligaciones y restricciones (arts. 161-162).

- En este documento constitucional no se consagró ningún capítulo especial dedicado a los derechos humanos y garantías individuales.

La Constitución de 1824 representó indudablemente un avance moderado en la conformación de las instituciones políticas democráticas del sigo XIX en relación a las Constitucion de la Monarquía Española de 1812, ya que por primera vez estableció como forma de gobierno en México, el de ser representativo, popular y federal.

Creó también -siguiendo el ejemplo norteamericano- algunas instituciones políticas relevantes como el Senado, los cargos de Presidente y Vicepresidente, el refrendo ministerial. Aunque en contrapartida, siguió conservando la intolerancia religiosa y la influencia de la iglesia católica en los asuntos de gobierno.

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1 Sobre las relaciones jurídicas entre estos dos documentos constitucionales puede verse la obra de José Barragán Barragán: Principios sobre el Federalismo Mexicano: 1824; Departamento de Distrito Federal, México 1984, pp. 83-107.

2 Lozano, José Maria: Estudio de Derecho Constitucional Patrio, Porrúa, México 1980 (1ª. edición facsimilar 1876), p. p. 9-10.

3 Debe señalarse que la Asamblea Constituyente de la entonces república llamada Provincias de Centroamérica que proclamó la independencia de España y de México el 1º. de julio de 1823 en la ciudad de Guatemala declaró en su Acta de Independencia que su incorporación a México realizada entre 1821 y 1822 fue una situación de hecho y no de derecho, arrancada por medios violentos e ilegales. Cfr. J. Antonio Villacorta “Historia de la República de Guatemala”, Imprenta de Guatemala, Guatemala C.A: 1960, p. 20.

4 Con esta disposición cambio radicalmente la forma de gobierno de la Constitución de Cádiz de 1812 que era una Monarquía Constitucional.