domingo, 20 de noviembre de 2011

Reflexiones sobre la Revolución Mexicana

Durante el Porfiriato (1877 a 1910) la situación general en la república era muy difícil, en el campo las jornadas eran “de sol a sol”, el pago se esfumaba en las tiendas de raya sin siquiera poder detener la marcha ascendente del crónico adeudo, el abuso patronal se ejemplifica con el inmoral “Derecho de Pernada” que obligaba al contrayente nupcial a ceder su lugar al patrón en la noche de bodas, etcétera; en la ciudad, obreros y empleados eran explotados impunemente, no tenían prácticamente ningún derecho, no podían reunirse para defenderse o exponer sus quejas al patrón, mucho menos para solicitar revisiones salariales o manifestar su desacuerdo con los sistemas de trabajo, no había entidades a las que pudiesen acudir a solicitar apoyo, etcétera; la situación social presentaba también serias limitaciones, no había ni remotamente esperanzas de algún cambio político, el analfabetismo campeaba en la mayoría de la población y el nivel educativo no sobrepasaba el cuarto grado del nivel primario, las condiciones médico-asistenciales eran casi nulas por lo que la esperanza de vida rondaba los 45 años; las viviendas eran de adobe generalmente, muy pocas contaban con servicio de agua entubada y mucho menos con drenaje -la energía eléctrica surgió a finales del siglo 19-, la infraestructura urbana y de comunicaciones de todo tipo era deplorable, en fin, era un cuadro inimaginable, de carencias y dificultades en todos aspectos, cuya solución no se visualizaba de ninguna forma.

Ahora bien, dado que el régimen del presidente Díaz acumulaba 33 años en el poder y sus 80 de edad no auguraban viable el cambio requerido, las ideas democráticas de don Francisco Madero hicieron brillar la luz de la esperanza en un México más justo, con mayores y mejores oportunidades para todos, lo que finalmente hizo realidad el movimiento armado de 1910 a 1921.

Más de un millón de compatriotas, casi todos en edad productiva, perdieron sus vidas, fueron once años que paralizaron la economía lo que indudablemente significó un considerable retroceso en el incipiente desarrollo implementado por don Porfirio y, por supuesto, en el natural avance institucional de la República. Graves pérdidas en vidas, tiempo y recursos que nos obligan a cuestionar: ¿Valió la pena tanto afán?

Sin embargo, debe quedar claro que este movimiento social hizo posible nuestra vigente Carta Magna, ejemplo mundial de apertura sociopolítica en su tiempo, cuyos postulados lograron allanar los senderos hacia una patria más equitativa, donde cada mexicano con deseos de superación encuentra acceso a un porvenir con mejores espectativas. Este solo resultado, opinan especialistas, cubre las esperanzas del cambio anhelado por tanto tiempo.

Estamos conscientes de que aún falta mucho por hacer, que han existido desviaciones que han pretendido alejarnos del objetivo, pero también sabemos de los amplios recursos con que contamos y sobre todo de la calidad de nuestros compatriotas para superar cualquier clase de obstáculos. Ante este escenario que hemos pretendido exponer en forma realista y desapasionada, usted qué opina, estimado lector: ¿Valió la pena la Revolución?

No hay comentarios:

Publicar un comentario