sábado, 10 de noviembre de 2012

Filosofando… cuatro preguntas


1¿Por qué es importante trazar una meta en nuestra vida?
Las metas nos dan una razón de vida, un propósito, algo que te mueve a levantarte por la mañana, son razones para vivir. No es casualidad que muchas personas al retirarse, al no encontrar ya este sentido de propósito a las pocas semanas o meses de jubilarse, mueren o sufren un deterioro de salud muy fuerte. La clave, considero, está en tener metas que te inspiren, que sean un reto, y que tengan un sentido de trascendencia.

He encontrado que las personas más felices son aquellas que dedican su vida a proyectos, que para ellos, valen la pena.

2. ¿Es importante trabajar en aquello que nos apasiona y en donde podamos aplicar nuestro talento? ¿Por qué?

Es fundamental encontrar nuestro nicho. No es fácil, de hecho es lo más difícil, encontrar para qué soy bueno, cuál es mi lugar, para qué estoy aquí, pero creo que es lo más importante. Es difícil porque socialmente el mensaje que hemos recibido es que tenemos que ganarnos la vida, es decir, que necesitamos trabajar para pagar las cuentas, entonces choca, entra en un conflicto con la importancia de buscar la pasión y eso sí, hacerlo negocio.

Cuando encontramos esa pasión profesional, y aplicamos nuestros talentos de forma natural, el éxito viene como consecuencia. Aunque parece paradójico, el buscar el dinero primero no es necesariamente la mejor forma para tener éxito. Los negocios más exitosos nacen de personas entregadas a una vocación, porque sirven de corazón, porque realmente se preocupan por aportarle algo al cliente, en lugar de sólo buscar la retribución económica. Cuando una persona se apasiona y sirve con sus talentos, los demás naturalmente lo premiamos porque nos aporta valor.

De tal forma es importante buscar la vocación, aquello que nos llama, para servir con nuestros talentos de una forma natural, en lugar de hacerlo forzados, por obligación.

4. ¿Por qué es importante tomar riesgos, a pesar de los “fracasos”?

Alguien dijo que toda gran idea de negocio fue un riesgo que alguien tomó. Si revisamos la historia nos damos cuenta que los grandes saltos en tecnología, comercio, servicios, etcétera, fueron desafíos a la norma, a la tradición. Un “fracaso” es la forma de no obtener un resultado deseado bajo una circunstancia determinada, es decir, es muy relativo.

Lo importante siempre es preguntarse: “¿qué lección puedo aprender?”. Siempre podemos extraer una lección, algo positivo, aún de los momentos más difíciles.

Si se actúa de una forma responsable, cada riesgo tomado es una oportunidad de lograr un beneficio o aprender una lección.

Yo recomiendo hacer experimentos, pruebas controladas, de forma paralela al trabajo o negocio actual, que de resultar exitosas se pueden desarrollar en algo mucho más grande. Lo importante es actuar a pesar del miedo y actuar con la mente y el corazón conectados.

5. ¿Hay una fórmula para la infelicidad? Querer complacer a todos.

Consejo de sabios


Cierto mercader envió a su hijo a aprender el Secreto de la Felicidad con el más sabio de todos los hombres. El muchacho anduvo durante 40 días por el desierto, hasta llegar a un bello castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que el muchacho buscaba.

No obstante, en lugar de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala en la que se deparó con una enorme actividad: mercaderes que entraban y salían, personas conversando por los rincones, una pequeña orquesta tocando suaves melodías, y una mesa muy bien servida con los más deliciosos platos de aquella región del mundo.

El Sabio conversaba con todos, y el muchacho tuvo que esperar durante dos horas hasta que pudo ser atendido.

Con mucha paciencia, el Sabio escuchó atentamente el motivo de la visita del chico, pero le dijo que en ese momento no tenía tiempo para explicarle el Secreto de la Felicidad.

Le sugirió que diese un paseo por su palacio, y regresase al cabo de dos horas.

-De todas maneras, voy a pedirte un favor –añadió, entregándole al muchacho una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras estés caminando, lleva contigo esta cuchara sin derramar el aceite.

El joven empezó a subir y a bajar las escalinatas del palacio sin apartar la mirada de las gotitas de aceite. Dos horas más tarde, regresó ante la presencia del Sabio.

-Entonces – preguntó el sabio- ¿ya has visto los tapices de Persia que están en mi comedor, y el jardín que al Maestro de los Jardineros le llevó 10 años concluir? ¿Y te has fijado en los hermosos pergaminos de mi biblioteca?

El muchacho, avergonzado, confesó que no había visto nada de eso. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.

-En ese caso vuelve y conoce las maravillas de mi mundo –dijo el Sabio-. No puedes confiar en alguien hasta que no conoces su casa.

Ya más tranquilo, el joven muchacho tomó una vez más la cucharilla y volvió a pasear por el palacio, pero esta vez fijándose en todas las obras de arte que colgaban del techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas de alrededor, la delicadeza de las flores, el refinamiento con que cada obra de arte había sido colocada en su lugar. Por fin, una vez más ante la presencia del Sabio, le contó pormenorizadamente todo lo que había visto.

-Pero, ¿dónde están las dos gotas de aceite que te confié?- preguntó el Sabio.

Mirando a la cuchara, el joven se dio cuenta de que las había derramado.

-Pues este es el único consejo que puedo darte – dijo el más Sabio de los Sabios-. El secreto de la felicidad está en saber mirar todas las maravillas del mundo, sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite de la cucharilla.

Vito Alessio Robles


La vida y el pensamiento de don Vito se conjugan en torno de un libro, en el periódico, en la vida militar o en la vida civil, en la cátedra, la prensa, el parlamento y la relación amistosa, fue un ilustre ciudadano mexicano.

Así lo describe el Lic. Salvador Azuela en su interesante trabajo “El ciudadano Vito Alessio Robles”, de donde entresacamos algunas de sus ideas. Vito Alessio nació en la antigua villa de Santiago de Saltillo, donde estudió hasta llegar al Ateneo Fuente, de donde salió a los dos años de estudios para construir una vida limpia y laboriosa.

Pasa al ilustre Colegio Militar, de alumno a catedrático, se gradúa en ese plantel de ingeniero y luego sirve lealmente en el Ejército.

Después de sus primeros combates, se incorpora a los revolucionarios. Francisco I. Madero lo envió a Italia como agregado militar.

Al regresar, su carácter insumiso, inconforme con el régimen de Victoriano Huerta, le acarrea prisiones en Santiago Tlatelolco, en San Juan de Ulúa y en la penitenciaría de México, hasta que se incorpora a las tropas de Alberto Carrera Torres.

Derrotada la convención revolucionaria, al promulgarse la Constitución de 1917, tiene la probidad de escribirle una carta a don Venustiano Carranza, en la que reconoce que las demandas fundamentales de carácter social, válidas para su época, han sido recogidas en el texto constitucional.

Pronto se fue a la oposición. Su temperamento era el del fiscal, del crítico que habla y escribe abiertamente.

Periodista de combate en El Universal, en El Demócrata, diario capitalino que dirigió varios años; fue diputado por el Distrito Federal y senador por Coahuila. En el orden político, el momento estelar de su vida abarca esta etapa, intentó un empeño cívico destinado a la derrota, sin preocuparle el desenlace fatal. La muerte del general Álvaro Obregón fue el epílogo.

El grupo que se le enfrentó puso empeño en la batalla por la no reelección. Se recuerda su valor extraordinario al recoger los restos del general Arnulfo Gómez, candidato presidencial fusilado, en aquella cruenta etapa en la que fueron asesinados el general Francisco Serrano y sus compañeros.

Don Vito localizó el cadáver de Gómez, lo veló en su domicilio, en un ambiente de terror, para luego conducirlo, con un cortejo valeroso de antirreeleccionistas, al cementerio y despedir al candidato con aquellas palabras memorables: “el alma joven de un viejo luchador remonta el vuelo”.

Continuando con la semblanza de Vito Alessio Robles, según la visión del Lic. Salvador Azuela en su trabajo “El ciudadano Vito Alessio Robles”, en enero de 1924, cuando se desempeñaba como senador por Coahuila, tuvo aquella actuación parlamentaria, equiparable a la de Belisario Domínguez.

Amenazados los senadores de la República, que se oponían a los convenios de Bucareli que los juzgaban inconvenientes para el interés nacional por el Partido Laborista, se consuma el asesinato de don Francisco Field Jurado. En la tribuna del Senado, con entereza excepcional, reclamó enérgicamente el castigo de los responsables.

Don Vito, periodista y parlamentario, no renunció a su personalidad combativa. Partió como ministro plenipotenciario a Suecia.

Retornando a la lucha política en 1927 y 1928. Se presentó como candidato anntirreeleccionista a la gubernatura de Coahuila, fracasando en su intento.

Desterrado en los Estados Unidos, se dedicó en la biblioteca de la Universidad de Austin al estudio de documentos históricos, sobre todo de los que se referían a las provincias internas de oriente y a Francisco de Urdiñola.

Acumuló entonces materiales para escribir libros de obligada consulta, en que el historiador cobra cuerpo cabalmente. Regresó como catedrático a la Escuela Nacional Preparatoria y a la Facultad de Filosofía y Letras de la ciudad de México. Fue miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana, recorrió la provincia en misiones fecundas.

Amó profundamente a su ciudad de mito y de leyenda: a Saltillo. Perteneció a la primera generación romántica de revolucionarios y pensó y soñó abrir posibilidades cívicas al pueblo mexicano.

La historia no era para él un museo poblado de reliquias polvorientas; no era un panteón con lápidas y losas funerarias, era una ciudad con sus foros y sus comicios, sus debates, sus tribunos y sus partidos.

Fue un ciudadano ejemplar, fue un cronista que escribió muchas páginas de sus libros como lo hizo Bernal Díaz del Castillo, con tinta empapada en la propia sangre. Manejó con la misma dignidad la pluma y la espada, que sirvió con denuedo en las armas y en las letras.

Con Vito Alessio Robles, el más importante historiador que ha tenido Coahuila, parece que soplan sobre nuestras frentes las alas de la historia. 

Halloween


La celebración del halloween o la noche de brujas, como comercialmente es conocida, es una costumbre que ha invadido casi todos los lugares del mundo, incluyendo México, a pesar de que no es de origen hispánica, pero tenemos que reconocer que cada año esta celebración es más popular y la cercanía de nuestra frontera con el país del norte, esto se fomenta aún más.

En Irlanda es considerado el Halloween como una fiesta nacional y se celebra en grande en los países que conforman el Reino Unido como Inglaterra, Gales, Escocia y Ulster, región que también es conocida como Irlanda del Norte.

De estos lugares el halloween brincó el océano para poder llegar al continente americano, donde encontró acogida en países de conglomerados de inmigrantes desde el viejo continente, como lo son Canadá y Estados Unidos.

El halloween es conocido en otros lejanos países en donde ha penetrado debido a la gigantesca comercialización que le rodea y que emana del poderoso vecino del norte.

Como en Japón, Corea del Sur, Hong Kong, que ahora pertenece a China; Vietnam, Filipinas y en la isla de Taiwán, en donde los norteamericanos han tenido alguna o
mucha influencia.

El halloween tuvo su origen en el sanhain, que es el festival celta de la cosecha y en el saman, señor de la muerte que provocaba a las huestes de los espíritus malignos.

Los antiguos druitas, que son sacerdotes celtas y que generalmente eran adivinos, magos o brujos, encendían entonces grandes hogueras con el aparente propósito de rechazar a todos estos espíritus.

Los celtas era un antiguo grupo étnico oriundo de los Alpes, el Halloween era la última noche del año y se consideraba como un momento propicio para examinar los presagios del futuro.

Los celtas también creían que los espíritus de la muerte volvían a visitar sus moradas terrenales esa noche.

Los romanos por su parte, tras conquistar a Gran Bretaña, añadieron al Halloween elementos de la fiesta de la cosecha celebrada el 1 de noviembre en honor de Pomona, la diosa de los frutos y de los árboles.

La tradición celta de encender hogueras en Halloween sobrevivió hasta épocas modernas en Escocia y el País de Gales y el concepto de fantasmas y brujas sigue siendo común en las celebraciones de Halloween.

Sobreviven vestigios de la fiesta romana de la cosecha en la costumbre, habitual en Estados Unidos y en Gran Bretaña, de hacer jugos utilizando frutas, como sacar manzanas de un cubo de agua.

De origen similar es la utilización de calabazas huecas esculpidas para representar rostros grotescos y que se iluminan con una vela en el interior.

De los Alpes se extendió por el sudoeste alemán, el este y sur de Francia y se establecieron en las islas británicas de Inglaterra e Irlanda; otra rama se estableció en España.

Según la creencia de los celtas, los espíritus de los que han fallecido durante el año anterior, debían ser conducidos fuera de la aldea al final del festival para lo cual, la gente llevaba puestos máscaras y disfraces.

Cuando la iglesia católica estableció el 1 de noviembre como el día de todos los santos, coincidiendo con la terminación de la cosecha para que no faltaran los víveres y esta fiesta se relaciona con el halloween, porque esta costumbre celta encontró su aplicación en la noche previa al día de todos los santos, de donde se deriva el nombre o se corrompe: All hallow’s eve.

Que significa víspera de todos los santos y de sanhain, que se transformó mas tarde por halloween.

En la actualidad, los niños se disfrazan y salen al vecindario a pedir dulces, al grito de trick or treat, que significa truco o trato, amenazando a los vecinos que si no les dan golosinas les harán alguna travesura, generalmente muy inocente.

Ahora se practica sin conocer la verdadera fiesta, ni para tratar de sacar los espíritus fuera de la población, en nuestra ciudad, esta celebración se ha popularizado en grande y desde hace una semana, los motivos alusivos ya aparecían en gran cantidad de negociaciones y apenas inician algunas contadas instituciones educativas, predominantemente con calabazas de plástico, recortes de brujitas y fantasmas, aunque no conozcan el verdadero significado del halloween, y se preparan también en la compra o confección de su disfraz y su recolector de golosinas para acudir de puerta en puerta mencionando el corrompido “triki-triki” en lugar de la frase tradicional de trik o trut, y los pequeños fastidian puerta tras puerta portando el disfraz tipo kleenex, o sea úsese y tírese después, elaborados así para poder comercializar el producto de esta celebración y elevar las ventas.

En 1999, grupos evangélicos se unieron en una campaña en contra de la celebración del halloween, en aquel entonces repartieron folletos, en donde se explicaba el significado que consideran real de esa celebración, indicando que es un rito tradicional de ocultismo y es durante estas celebraciones cuando se registran el mayor índice de muertes, secuestros y violencia, señalan que la práctica de este ejercicio, al parecer inofensivo, trae riesgos innecesarios en donde se exaltan a brujas, satanismo y ocultismo.

La secretaría de educación pública, prohibió hace algunos años esta celebración en las instituciones educativas, pero en gran cantidad de jardines de niños lucen los emblemas característicos de esa fiesta y en menor número las de educación primaria y en algunas ocasiones, combinadas aberrantemente con la tradición mexicana del día de los muertos.

El motivo que argumentó la SEP, fue el acudir en rescate de nuestras tradiciones que increíblemente, entusiasman y encantan a los extranjeros y avergüenzan a la mayor parte de los mexicanos en la frontera.

Según los expertos extranjeros, la celebración del día de los muertos es más original y fascinante que el mismo halloween, opinión que muchos habitantes de nuestra frontera no compartimos y preferimos la llamada noche de brujas con el deformado “triki-triki”, en lugar de la construcción de los altares de muerto y el casi culto de visitar los cementerios el día 1 y 2 de noviembre.

EL Destierro de Porfirio Díaz


El historiador Jesús Gómez Fregoso escribió sobre la partida de Porfirio Díaz de México, de donde extractamos algunas de sus ideas.

El 5 de octubre de 1910, comenzó a circular el Plan de San Luis, invitando a levantarse en armas el 20 de noviembre, donde Francisco Y. Madero anunciaba el día de su rebelión.

El día señalado, Madero atravesó el río Bravo en Ciudad Porfirio Díaz, actual Piedras Negras, para encabezar los ejércitos rebeldes; pero en esa fría mañana norteña sólo se encontró a su padrino de bautizo con unos 30 hombres y un total de ocho caballos, diez fusiles y algunas pistolas.

No le quedó más remedio que volver a cruzar el río y esperar, de aquel lado, una ocasión más propicia.

A fines de enero de 1911, cuando las tropas de Pascual Orozco y Francisco Villa dominaban ya parte de Chihuahua, Madero cruzó el río de nuevo para encabezar la rebelión. A fines de abril llegaron a Ciudad Juárez, pero el fino y educado Madero se oponía al ataque a la ciudad por temor a que las balas cruzaran la frontera y pudieran perjudicar a los norteamericanos; Francisco Villa y Pascual Orozco no le hicieron caso y, en abierta desobediencia e indisciplina, tomaron la ciudad; Madero triunfó contra las órdenes terminantes que él mismo había dado...
Cuando Porfirio Díaz se enteró de la caída de Ciudad Juárez, vio que su hora de dejar la silla había llegado. Los especialistas en historia política y militar coinciden en que la toma de Ciudad Juárez estratégicamente no implicaba la caída del régimen: Más bien se cree que en Díaz reverdeció el patriotismo de sus años de lucha republicana contra el Imperio: Para nada quiso exponerse a una invasión norteamericana y prefirió retirarse.

La madrugada del 26 de mayo, Porfirio Díaz, acompañado de su familia y un grupo de sus más íntimos, salió de su casa en las calles de la Cadena y vio por última vez el Palacio Nacional, mientras se dirigía a la estación de San Lázaro para abordar el tren a Veracruz; no tomó el de vía ancha que pasaba por Maltrata y Orizaba, sino el de vía angosta, por Jalapa. Una escolta, comandada por Victoriano Huerta, cuidaba la seguridad del ex presidente fugitivo.

Al comenzar la tarde, ya cerca de Perote, en Tepeyehualco, una partida de rebeldes trató de detener el tren, pero la escolta los dispersó, aunque sufrieron la baja de tres soldados. Alrededor de las ocho de la noche llegaron a Veracruz, donde las autoridades y el pueblo recibieron con afabilidad al anciano oaxaqueño.

El 31 de mayo de 1911, cuando el Ipiranga zarpó del puerto de Veracruz, después de que a don Porfirio le hicieron honores militares y le tocaron “Las Golondrinas”, Diódoro Batalla, periodista que había estado preso catorce veces por atacar a don Porfirio, escribió: “Si el general Díaz hubiera dejado la presidencia en 1890 o en 1900, el Popocatépetl y el Iztacíhuatl hubieran sido poco para el pedestal de su estatua”.

El día de los muertos


El 2 de noviembre se conmemora con diversas actividades involucrando tradiciones muy antiguas, con una mezcla de religión y paganismo, el Día de los Fieles Difuntos o Día de los Muertos, que ya no es una fiesta exclusiva de México, sino que la hemos exportado hacia países de América Latina, como Ecuador, Puerto Rico, Bolivia, Perú, Brasil, etc.

Esta popular fiesta se celebra desde tiempos prehispánicos con los mexicas, rindiendo culto a las personas que ya no estaban con ellos en vida.

En 1563, fray Sebastián de Aparicio, estableció el rito de ofrendas alos difuntos en la hacienda de Careaga, teniendo una gran aceptación entre los indígenas.

Los misioneros españoles se encargaron de difundirla rápidamente hasta quedar marcada como una fiesta nacional, que se celebra los primeros días de noviembre.

Una de las antiguas costumbres al morir una persona, era ponerle dentro del féretro: Agua, sal, cerillas, huaraches o zapatos, ropa limpia, algunas monedas, una vara de rosa, objetos que servirán para que su cuerpo no se corrompa antes de llegar al estado propio de la otra vida; los centavos para el perro, un itzcuintli de color café, que ayudará al ánima a pasar el río de las 7 brazas y la vara de rosa, le servirá para defenderse del demonio.

La fiesta se inicia desde las primeras horas del primer día de noviembre hasta la medianoche del día 2. En casas y cementerios se instalan altares de muerto.

Estas costumbres, se han ido transmitiendo de generación en generación envuelta en una atmósfera de misterio fascinante.

Los altares son adornados profusamente, con una fotografía del difunto, un artículo de vestir que en vida fue muy querido por la persona, sombrero si acaso lo usó, alguna manta, objetos que utilizó, cigarrillos, con las comidas que fueron de su agrado, sus bebidas preferidas, con dulces artísticos de azúcar de diversas formas que van desde las tradicionales calaveras, esqueletos, caras de muerto, etc., se les agregan arreglos florales a base de zempoatzúchitl principalmente, esta conocida flor mexica llamada también flor de muerto, que es la flor predominante de estas ceremonias que le dan esplendor y colorido.

Se agregan: tamales, atoles, aguas de sabores, champurrado, fruta, caña de azúcar, el pan de muerto, hecho especialmente para la ocasión, carrizos de diferentes tamaños y grosores, papel picado en múltiples formas, placas con versos de sabrosa rima conocidas popularmente como calaveras.

La iluminación es a base de velas, se queman inciensos y en algunos lugares le agregan danzas, como la del chantolo, la danza misteriosa de Oaxaca, el baile de los yacoyantes y en Oaxaca, un grupo de bailarines enmascarados y barbados van de casa en casa cantando versos dedicados a sus residentes.

Se interpretan tradicionales canciones melancólicas y tristes cantadas hasta en los mismos cementerios, donde permanecen en ocasiones toda la noche, conversando, cantando o rezando ante sus difuntos.

Se realizan procesiones con todos los santos cargados en hombros, al son de tonadas tristes, interpretadas por flautas y tambores, se riega confeti y sal por las calles, indicando la ruta hacia donde están en exhibición los altares de muerto.

El Joven Carranza


La villa de Cuatrociénegas vio pasar la niñez de Venustiano Carranza, desde temprana edad ingresó a la escuela primaria de lugar, que terminó en Saltillo bajo la dirección del distinguido educador Miguel López, el que no solo orientaba sus alumnos en el estudio, sino que también les impartía algunas manualidades y reglas de urbanidad con la finalidad de prepararlos para desempeñar algunos oficios en caso de no continuar sus estudios.

Carranza continuó sus estudios e ingresó al centro educativo más importante del norte de México, el Ateneo Fuente, donde de manera brillante cursó dos años de latinidad, llamando la atención de sus mentores por su laboriosidad y alto aprovechamiento.

En 1874, en compañía de su hermano Emilio, ingresó a la escuela nacional preparatoria de la ciudad de México y en sus cuatro años de estadía se consolidó como uno de los alumnos más distinguidos del plantel.

Se preparaba para ingresar a la carrera de medicina cuando una peligrosa e inesperada enfermedad de sus ojos le impidió continuar sus estudios, fue en la época en que cortejó a una hermana del libertador de Cuba, José Martí, la que murió antes de que se presentara su enfermedad.

Tuvo que someterse durante algunos meses al tratamiento del eminente doctor Carmona y Valle, como la enfermedad no cedía y ante el peligro de perder la vista se trasladó a Estados Unidos, donde un notable oculista logró salvar su vista.

La enfermedad obligó al joven Venustiano a abandonar por completo sus estudios que con tanta dedicación había emprendido. A su regreso se dedicó en su tierra natal a la agricultura y a la ganadería, obteniendo un gran éxito al lado de su padre.

Muy joven contrajo matrimonio con una coterránea, Virginia Salinas, con quien procreó dos hijas, que recibieron una esmerada educación.

Sus conciudadanos empezaron a notar en él sus dotes de organizador y de administrador, eligiéndolo para ocupar la presidencia municipal de Cuatrociénegas en 1887, cuando apenas tenía 28 años de edad.

Aceptó con entusiasmo su primer y modesto puesto público, donde demostró sus dotes administrativas y políticas, su espíritu emprendedor y su criterio peculiar que caracteriza a los grandes hombres.

Tuvo graves problemas por la crisis aguda que padecía el erario, pero los resolvió con entusiasmo y resolviendo los problemas a tiempo. Así empezó su brillante carrera política el joven Venustiano Carranza, a quien recordamos en este mes de la revolución. (A. Canales Santos)     

Carranza, El Senador

 Durante el porfiriato, que duró más de 30 años, las gubernaturas y todos los puestos de elección popular eran por designación del general Porfirio Díaz.

Eso propició que muchos de los mandatarios estatales se convirtieran en caciques, déspotas y arbitrarios.

El general Díaz no dejó fuera a Coahuila y nombró como gobernador al coronel José María Garza Galán en 1886, puesto que ejerció en dos periodos, del 15 de febrero de ese año al 15 de diciembre de 1889 y el segundo de ese mismo día hasta el 9 de septiembre de 1893.

Fue un gobernador impopular y su caída obedeció a un levantamiento en contra de su imposición, que encabezaron los hermanos Carranza de Cuatrociénegas, Emilio, que era el mayor, Sebastián, Jesús y Venustiano, apoyados por Francisco Urquizo, padre del que después fue el general Francisco L. Urquizo, Francisco Z. Treviño, padre del también general Jacinto B. Treviño y por Emiliano Salinas, padre del general Gustavo Salinas. Su objetivo era impedir que siguiera como gobernador el mencionado Garza Galán.


Iniciaron la rebelión en la congregación de Santa Catarina, hoy villa de Ocampo, formando una fuerza con asombrosa rapidez de más de dos mil hombres del norte y centro de la entidad.

Al conocerse esta inusitada rebelión, se ordenó al general Bernardo Reyes para combatirlos con un fuerte contingente militar, librándose un combate en el Puerto del Carmen, a 4 kilómetros de Sacramento y 45 de Monclova, que no generó ganador ni vencido, por lo que el general Reyes invitó a los hermanos Carranza a parlamentar en Rancho Nuevo, hoy Lamadrid.

Venustiano Carranza fue la voz autorizada de los rebeldes que expresó sus demandas, que le parecieron razonables al general Reyes, que se comprometió a influir en el general Porfirio Díaz invitando a que los rebeldes nombraran un comisionado que le acompañara ante el general Díaz, nombramiento que recayó en Venustiano Carranza, que viajó a la ciudad de México donde el general Díaz lo escuchó y aceptó que Garza Galán abandonase el cargo de gobernador, nombrando en su lugar al Lic. José María Múzquiz.

Se convocó a elecciones libres para gobernador, alcaldes, senadores y diputados, resultando electo senador Venustiano Carranza, demostrando con este hecho que no fue un senador nombrado por Porfirio Díaz, sino a consecuencia de una rebelión que obligó al Gobierno a respetar la voluntad de los coahuilenses, a quien recordamos en este mes de la Revolución Mexicana. (A.
Canales Santos)

Primicias de Francisco Villa


Las primeras noticias que se conocieron del célebre Francisco Villa, que nació en el pueblo de Río Grande, Durango el 5 de junio de 1878, fue bautizado en la parroquia de San Francisco de Asís con el nombre de José Doroteo Arango.

De familia pobre, llevó una niñez miserable y asistió a la escuela primaria de ese lugar, donde aprendió sólo los rudimentos de lectura y escritura.

Desde pequeño dio muestras de ser inteligente, independiente y aguerrido. En 1892 falleció su padre legal, Agustín Arango, dejando a su esposa Micaela Arámbula y a sus 5 hijos en la miseria absoluta. Se rumora que Agustín Arango no era su verdadero padre, sino un hacendado de nombre Luis Fernán, de origen judío-alemán, que llegó a México alrededor de 1830 y una vez que se estableció en la Ciénega de Basoco, Durango, conoció a Micaela, con quien se dice tuvo una relación amorosa de la que nació un hijo ilegítimo: José Doroteo.

En 1894 se supo en la hacienda de Santa Isabel de Berros, que un joven de 16 años, llamado Doroteo Arango, hirió de gravedad a balazos en el rancho de Guagojito, al hacendado Agustín López Negrete, de quien se dice intentó abusar de su hermana Martina.

El agresor huyó del lugar y se ignoraba su paradero. Un año después, Jesús Alday, bandolero de la región, informó que apiadado de Doroteo Arango, que vivía solo en la Sierra de Gamón, lo presentó con Ignacio Parra y Refugio Alvarado, conocidos cuatreros de Durango, que comerciaban con carne seca que obtenían de ganado robado y que vendían en los mercados entre Durango y Parral, así llegó Doroteo Arango a esta última población por primera vez a vender mulas robadas en Durango, por la venta le tocaron 300 pesos que le fueron pagados en el barrio de Guanajuato.

Antes de salir de Parral, robó un caballo fino de color negro con montura nueva a don Ramón Amparán y parte de ese dinero lo repartió entre gente pobre de Durango y su madre Micaela.

En 1899 cerca de Canatlán, Durango, murió en una emboscada el bandolero Ignacio Parra y poco después Doroteo Arango fue capturado en San Juan del Río y puesto en prisión.

Fue enviado a la cárcel de Canatlán en sonde quedó libre después de que se pagó una fuerte fianza.

En 1902, el jefe político de San Juan del Río informó que Doroteo Arango se fugó del cuartel en donde prestaba servicio militar forzado, ya que había sido enrolado en el Ejército por ser un bandolero peligroso.

Se dice que cansado de las persecuciones de las autoridades de Durango, emigró a los alrededores de Parral, donde se estuvo cambiando de nombre, hasta quedarse con el de Francisco Villa, del que se dice, era un bandolero generoso zacatecano que murió en Durango en 1888.

Periódico “Siete Leguas” Parral, Chih., 4a edición de Ma. Margarita Caballero Ramírez.

Nace la Leyenda de Francisco Villa


Después de que Doroteo Arango adoptó el nombre de Francisco Villa, a su llegada al estado de Chihuahua llevó una doble vida, alternando su vida de temido bandolero encuentra trabajo en la mina El Verde, en donde una piedra le cae en un pie y la herida se le gangrena por no curarse a tiempo.

Tiene que vender su caballo, rifle y cobija para pagar un médico que lo curara.

En plena desgracia conoce a Santos Vega, un constructor de Parral que lo protege dándole trabajo y cerca de la obra conoce a dos ancianas a quienes, cuando el médico le quiere amputar la pierna, lo curan con yerbamora.

Cuando sana carga adobes y Santos Vega le enseña el oficio de albañil. Su trabajo termina cuando lo busca la Policía de Durango y vuelve a huir.

En 1908, un vecino de Minas Nuevas, Chihuahua, reportó a las autoridades de Parral que tres cuatreros habían pasado una mulada por esa población, al ser perseguidos se originó un tiroteo entre la Policía y los bandoleros, resultando herido uno de estos últimos que fue atendido en secreto por una familia humilde de Minas Nuevas.

Cuando el herido sanó, se presentó el bandolero Francisco Lozoya que llegó con un buen caballo, una carabina calibre 44 con su dotación de parque y se lo llevó con él.

El bandolero herido se llamaba Francisco Villa. En 1910, el juez primero de lo penal del distrito de Hidalgo, Lic. Jesús L. Álvarez, bajo el número 53 da inicio a una averiguación sobre el robo de 23 reses en perjuicio de la Sra.
Guadalupe Prieto Vda. de Flores, la acusación incluía suplantación de
personalidad, asalto a mano armada, robo de estampillas y sellos de la oficina del timbre en Valle del Rosario, Chihuahua y la destrucción de propiedad federal en contra del bandolero Francisco Villa y otros, se giran exhortos a las regiones del estado para que se proceda a la aprehensión de Villa por el delito de abigeato y lo que proceda.

Durante la averiguación es detenido Alfredo Villa, quien es acusado de ser Francisco Villa y de haber atacado la hacienda de Talamantes del robo de la señora Flores.

Las fotografías mostradas a los testigos de los asaltos aclararon que Alfredo Villa no era Francisco Villa y es dejado en libertad.

En agosto de 1910 en una entrada de negocios que hizo Villa en Parral, se enteró que en Chihuahua había una junta que se organizaba para iniciar una revolución contra Porfirio Díaz encabezada por Abraham González, quien invita a Villa a ser parte del movimiento.

Villa acepta y recibe un nombramiento por escrito para buscar gente, caballos, armas y municiones para la causa, naciendo así la leyenda de Francisco Villa.
Periódico “Siete Leguas” Parral, Chih., 4a. edición de Ma. Margarita Caballero Ramírez.

El mito de Doroteo Arango



Recordando el centenario de la Revolución, Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa, se había rendido a fines de 1920 al presidente provisional Adolfo de la Huerta.

El gran defensor de la causa de los pobres, según el mito, se convirtió en un próspero hacendado en Durango, en Canutillo.

Tenía una fuerte escolta, restos de sus antiguos dorados, bien pagados por el Gobierno federal, que además se hacía de la vista gorda para que el ex abogado de los pobres pasara maquinaria gringa a su hacienda sin pagar impuestos.

Por otra parte, ha demostrado Friedrich Katz, contra el mito de los villistas defensores de los campesinos, que fueron precisamente ellos, los villistas los que más se oponían al reparto agrario: Preferían combatir, aun con riesgo de muerte, pero recibiendo puntualmente su salario, que dedicarse al tedioso y laborioso oficio de agricultores.

Avecinándose la pregunta de quién sucedería en la silla al Manco de Celaya, resultaba que Villa no quería a Calles, mientras que nunca había ocultado su respeto y aún aprecio a Adolfo de la Huerta. Si el dedo de la mano que le quedaba a Obregón señalaba a Calles como el ungido, era claro que el Centauro del Norte sería un estorbo.

Por otra parte, Villa, convertido en héroe admirable por la historia oficial, tenía cientos o miles de enemigos: En tierras norteñas rara era la familia que no recordaba a algún pariente asesinado por Villa: Ningún trabajo costaba encontrar gente dispuesta a vengarse y eliminarlo.

El hecho es que Pancho terminaría su vida en el mismo tenor en que había vivido: En la tragicomedia, en el drama continuado cada día con el buen humor y estoicismo de los norteños.

A mediados de julio de 1923, Melitón Lozoya capitaneó a un grupito de mercenarios, todos buenos tiradores que se escabecharon a Pancho Villa, quien además de hacendado era propietario de un automóvil Dodge.

Así que el antiguo guerrillero tendría una muerte indigna de él: No el campo de batalla, sino al volante de un flamante automóvil último modelo.

Igual que Zapata, no tuvo tiempo de desenfundar su pistola. El cuerpo, parecido al de Carranza tres años antes, quedó como coladera.

Fue velado en el hotel Hidalgo, propiedad también del ‘defensor’ de pobres y campesinos que tanto había odiado a los ‘riquillos y perfumados’.

El día siguiente, después de una misa en la parroquia de San José, el guerrillero con la cabeza en su lugar fue sepultado en la fosa 632, sección novena del cementerio municipal... tres años después la tumba del Centauro fue profanada: Decapitaron el cuerpo y nunca se ha sabido dónde quedó la cabeza.

Villa ciertamente queda superado como estratega por su enemigo Obregón; Carranza lo supera con mucho en su significado revolucionario; Zapata queda muy arriba de Villa el mujeriego en recuento de mujeres violadas.

Sin embargo, es un hecho que el Centauro del Norte se ha robado de calle el espacio en corridos y en mitos, en fama nacional e internacional: Un ejemplo más de las paradojas y rarezas de nuestra historia. (Extraído de un artículo periodístico del historiador Jesús Gómez Fregoso)