domingo, 24 de julio de 2011

Felicidades, Saltillo

Raúl Cárdenas Silva

En aquellos tiempos era usual designar al santo patrono de acuerdo al día de fundación de la propia localidad, por ello el 25 de julio es unánimemente aceptado por los historiadores como fundación de nuestra ciudad capital; no sucede igual con el año, algunos lo ubican en 1555 cuando el capitán Francisco de Urdiñola estableció el Presidio de Santiago del Ojo de Agua del Saltillo y otros lo consideran en 1577, cuando el portugués Alberto del Canto fundó Saltillo. Surge la duda en virtud del incendio ocurrido el 3 de mayo de 1559 que acabó con la Casa del Cabildo, donde estaban depositados los archivos.

El 2 de febrero de 1559 don Francisco de Ibarra elevó el presidio a la categoría de villa con el nombre de Santiago del Saltillo, el primer ayuntamiento lo encabezó el alférez Alberto del Canto como teniente de alcalde mayor; Cristóbal Pérez y Juan Navarro, alcaldes de primero y segundo voto, Diego Rodríguez y Miguel Núñez fueron regidores, el alguacil agraciado con “vara de justicia” resultó Jinez Hernández.

Hacia 1608, Santos Rojo, exitoso comerciante español, trajo de Jalapa, Veracruz, un hermoso Cristo que fue colocado en el altar de la parroquia al que conocemos como el Santo Cristo de la Capilla. El primer cura de almas fue el padre Baldo Cortez, quien erigió la parroquia citada que dio servicio hasta 1745, año en el que siendo cura propio don Felipe Juárez se inició la construcción de la Catedral en honor del Santo Patrono Santiago Apóstol al lado sur de la parroquia, por cierto, años más tarde, por iniciativa del presbítero José Sánchez de Luque, fue reedificada asignándole la denominación de Capilla del Santo Cristo. El primer templo se construyó en la actual colonia Landín al sur de la ciudad, su fachada fue reproducida en 1977 por el entonces cronista de Saltillo Sergio Recio Flores en una residencia de la calle Nicolás Bravo.

A fin de pacificar a cuachichiles, borrados y rayados, por instancias del virrey Luis de Velazco ante el rey de España Felipe II, se expidió la Real Cédula de 22 de junio de 1591, por la que se autorizó el traslado de 80 familias tlaxcaltecas que fueron asentadas en el pueblo San Esteban de la Nueva Tlaxcala, que fue ubicado hacia el poniente de la Villa del Saltillo, tomando posesión física del terreno el 30 de octubre de 1591. En este hecho se fundamenta el origen del símbolo de la ciudad: el sarape de Saltillo.

El Congreso del Estado decretó el cambio de nombre de la villa el 15 de noviembre de 1827 por el de Leona Vicario, elevándola a la categoría de ciudad, en abril de 1831 retomó su denominación actual; a su vez, el pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala también cambió de nombre al de Villalongín, posteriormente, el 4 de marzo de 1834, el Congreso Estatal decidió la unión de ambos integrando así la ciudad saltillense. En mayo de 1835, el gobierno central terminó con las pugnas de ésta con la Nueva Almadén –Monclova– designándola capital del estado de Coahuila; el estado de Texas, que había sido jurisdicción coahuilense, estaba en proceso de lograr su independencia.

En 1833 se inició el servicio ferroviario a la capital del país; en 1867 empezó los cursos el glorioso Ateneo Fuente y al año siguiente se instaló la comunicación telegráfica entre Saltillo y Monterrey; en 1878 se fundó el colegio jesuita de San Juan Nepomuceno; en julio de 1891 se creó la Diócesis de Saltillo, siendo don Santiago de la Garza Zambrano el primer obispo; hacia 1894 la Benemérita Escuela Normal para Profesores iniciaba su noble misión; el Casino de Saltillo fue construido en 1898 y en 1928 fue reedificado al ser consumido por un incendio; el 4 de marzo de 1923 se fundó la Escuela Regional de Agricultura, hoy Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro; en 1944 la Escuela Normal Superior fue una realidad; el Instituto Tecnológico de Saltillo inauguró cursos el 3 de enero de 1951; en 1957 se creó la Universidad de Coahuila siendo su primer rector Salvador González Lobo. Por esta valiosa promoción educativa a nuestra urbe se le conoció como la Atenas del Norte de México.

La situación estratégica de la capital coahuilense le permite una excelente comunicación, en los 70 se construyó una de las primeras autopistas del país: Saltillo-Monterrey. El clima benigno, con promedio anual entre 14 y 18° c, le hicieron ganar con justicia el título de “Ciudad del aire acondicionado”; su ambiente moral y cultural, aunado a sus características geográficas que la exime de calamidades como temblores, ciclones o tolvaneras, la hacen ideal para la formación familiar; por su desarrollo industrial, sobre todo en la rama automotriz, hay quienes la han denominado: la Detroit del Norte de México.

He aquí una muestra de algunos de sus preclaros hijos que le han dado prestigio: historiadores como Carlos Pereyra Gómez, Pablo Cuéllar Valdez y Vito Alessio Robles, escritores como Julio Torri Maynes, Artemio de Valle Arizpe y Armando Fuentes Aguirre, el insigne poeta Manuel Acuña Narro, el jurista Juan Antonio de la Fuente Cárdenas, el presidente de México en 1915, Roque González Garza, el político e industrial don Nazario S. Ortiz Garza; el destacado empresario, don Isidro López Zertuche; el filántropo don Antonio Narro Rodríguez; el inspirado compositor Felipe Valdez Leal; el prestigiado concertista Salvador Neira Zugasti; los cineastas Andrés y Fernando Díaz Pavia –Soler, apellido artístico–, el eximio matador Fermín Espinoza Saucedo “Armillita”, la afamada alpinista Carla Wheelock Aguayo, el añorado director musical Lorenzo Hernández Flores, etcétera.

Sirvan estas líneas como un modesto homenaje a la tierra que nos vio nacer, a los hombres e instituciones que la han engrandecido, en estas fechas en que rememoramos el nacimiento de nuestra pujante ciudad capital de Coahuila.

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