domingo, 15 de febrero de 2015

EL AMOR Y LA LOCURA


El amor y la locura

Contaba Mario Benedetti, escritor y poeta uruguayo, que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. En la reunión, cuando El Aburrimiento había bostezado por tercera vez, La Locura, como siempre tan loca, les propuso: ¿Jugamos al escondite? La Intriga levantó la ceja intrigada y La Curiosidad, sin poder contenerse preguntó: ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?
Es un juego, explicó La Locura, en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando yo ya haya terminado de contar, el primero de ustedes que me encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego. El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó de convencer a La Duda, e incluso a La Apatía, a la que nunca interesaba nada.
Pero no todas quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué? si al final siempre la hallaban. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella), y La Cobardía prefirió no arriesgarse.
Una, dos, tres… comenzó a contar La Locura. La primera en esconderse fue La Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra en el camino. La Fe subió al cielo y La Envidia se escondió tras la sombra de El Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos… que si un lago cristalino, ideal para La Belleza, que si la rendija de un árbol, perfecto para La Timidez, que si el vuelo de una ráfaga de viento, magnífico para la Libertad. Así terminó por ocultarse en un rayito del sol.
El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… pero sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arcoíris), y la Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes. El Olvido… se me olvidó dónde se escondió… pero eso no es lo importante.
Cuando La Locura contaba 999,999, El Amor no había encontrado sitio para esconderse pues todo se encontraba ocupado… hasta que encontró un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
¡Un millón!, contó La Locura, y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue La Pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó a La Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre teología, y a La Pasión y a El Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido, encontró a La Envidia y claro, pudo deducir dónde estaba El Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solo salió de un escondite: Había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a La Belleza, y con La Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos: El Talento entre la hierba fresca, La Angustia en una oscura cueva, La Mentira detrás del arcoíris (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta El Olvido… que ya se le había olvidado que estaban jugando al escondite. Pero sólo el Amor no aparecía por ningún lado.
La Locura buscó detrás de cada árbol, cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida divisó el rosal y las rosas… y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas. Cuando de pronto, un doloroso grito se escuchó: Las espinas habían herido en los ojos a El Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse: Lloró, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra… EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA LO ACOMPAÑA.
Por eso decimos cuando alguien se enamora que ha sido tocado por la locura de amor.

 

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