miércoles, 3 de diciembre de 2014

COMEOS LOS UNOS A LOS AOTROS

Comeos los unos a los otros

LA PALABRA ALEMANA SCHADENFREUDE, QUE significa “alegría por el mal ajeno”, no existe en español y es una lástima porque expresa una costumbre muy arraigada entre nosotros: El gusto por comer prójimo.

ES INCREÍBLE QUE A PESAR de las crecientes muestras de solidaridad que han surgido a lo ancho y largo del país, la práctica de inventar culpables y el canibalismo sigan siendo protagónicos, y es que resulta mucho más fácil y rentable buscar culpables que encontrar soluciones. Es por esto –entre otros factores- que el canibalismo social es el deporte nacional.

NO SON DE RISA, SINO de preocupación, todas las acusaciones absurdas y de torcida imaginación que se lanzan los grupos de poder para descalificar y acusarse sin miramiento, ni razón, entre unos y otros.

COMER PRÓJIMO ANIQUILÁNDOLO SIN CONOCIMIENTO de causa es una práctica muy arraigada en todo el país y prácticamente una tradición. Sobre todo en el mundo de la política donde el linchamiento es más frecuente que la impartición de la justicia; si algún contrincante tropieza es despedazado, exhibido y acusado de lo primero que se le ocurra al victimario.

PRODUCTO DE ESTE LINCHAMIENTO TAMBIÉN son los veredictos populares que acusan como culpables a quien sea aunque no se les compruebe fehacientemente delito alguno, donde la razón brilla por su ausencia. Y por el contrario, cuando nos venden y recalcan la inocencia de algún sospechoso de cuello blanco nos la creemos sin cuestionar, como es el caso de la mega deuda de Coahuila.

SI A ESTAS ACTITUDES DEPREDADORAS le agregamos nuestro gusto y afición por el rumor, por el chisme, tendremos la telaraña perfecta para atrapar y desmembrar a quien se atreva a cruzar en nuestro camino y qué mejor si del árbol caído podemos hacer buena leña.

LA IGNORANCIA QUE PADECEMOS AUSPICIADA por la TV nos conduce a descalificar todo aquello que no entendemos y desconocemos. La ley del mínimo esfuerzo, aderezada con la seudo información que recibimos, impiden el razonamiento y la capacidad para cuestionar los hechos que conforman nuestra realidad.

POR ELLO NUESTRA CAPACIDAD DE crítica se limita al mundo de los rumores, prácticamente sin criterio propio para convertirnos en voraces caníbales sociales, algunas veces como comensales y otras tantas como parte del menú, pero a final de cuentas en objetos desechables en la gran cadena alimenticia del progreso nacional.

PADECEMOS UNA ENVIDIA FEROZ QUE se expresa mediante la descalificación, desde el señalamiento injusto hasta la calumnia cruel. A final de cuentas es el fantasma de inseguridad personal que todos cargamos.

EL CANIBALISMO MÁS PALPABLE SE puede ver entre los comerciantes de nuestra localidad. Por ejemplo, si a uno se le quema su negocio, la competencia –además de hacer escarnio- se congratula de que ahora tendrán un competidor menos; la alegría por el mal ajeno.

POR EL CONTRARIO, LOS REGIOS a pesar de su soberbia característica, ante la tragedia de un competidor, se solidarizan ofreciéndole apoyo mientras se recupera; una vez alivianado continuará la competencia, tal vez dura, pero meramente comercial. Esta actitud solidaria de grupo explica en parte su nivel socioeconómico superior al nuestro.

EN EL TRABAJO ES PRÁCTICA común ver cuando algún compañero obtiene algún ascenso, la envidia y los rumores surgen para empañar el mérito, acusándole de lambiscón, torpe e inmerecido para ocupar el nuevo cargo.

Peor tantito si se trata de una mujer, porque la envidia se transforma en burda calumnia tachándola de las peores prácticas.

TAMBIÉN ES COMÚN OBSERVAR CUANDO algún político sin experiencia llega a ocupar por dedazo un puesto para el que no está preparado ni capacitado, de inmediato trata de cubrir su incapacidad desacreditando a su antecesor con mentiras y calumnias para así ocultar su incompetencia y envidia. Todo se vale con tal de conservar el hueso y los ingresos, aunque se convierta en un lastre improductivo para la institución.

Y ASÍ VEMOS CUANDO ALGÚN vecino estrena un coche de último modelo, en vez de felicitarlo, se ve la manera de cómo no quedarse atrás, o bien, se le descalifica desdeñando su esfuerzo. Y si llega a chocar se dice con insano placer “se lo merecía”.

LAS MENTIRAS Y LOS RUMORES producto de la envidia buscan hacer daño y causar un mal a quien no lo padece ni lo merece para así alimentar el placer por el daño al prójimo.

¿HASTA CUÁNDO SEGUIREMOS RESTANDO EN vez de sumar, de dividir en lugar de multiplicar? MIENTRAS PERMANEZCAMOS CÓMODAMENTE INSTALADOS EN la ignorancia, comiendo prójimo y sin preocuparnos por recuperar la capacidad de cuestionar y aportar, estaremos condenados a tropezarnos con la misma piedra una y otra vez para seguir repitiendo la historia.

Por eso no vale quejarse

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