sábado, 31 de enero de 2015

PELIGROSA ADICCIÓN A LAS REDES SOCIALES


Peligrosa adicción a las redes sociales

Bienvenidos, amados lectores míos. Antes de compartirles la copa de mi sabiduría pa’ saciar su sed de conocimiento, comprensión y de amorosos consejos fraternales y espirituales, quiero suplicarles humildemente que apaguen sus celulares pa’ que puedan atender mi mensaje y así enderezar el rumbo de su pecaminosa existencia.

¡Pero qué necias y testarudos son! Si parece que estoy hablando en marciano. Ora no les suplico, ¡les ordeno! que apaguen esos aparatejos del demonio que nomás los traen atarugados, por no decir otra expresión mexicana más precisa y clara. Hasta parecen niños con juguete nuevo.

Es más, voy a aprovechar esto pa’ recordarles que el papa Panchito –así le decimos sus cuates– nos acaba de advertir a todos que el uso indiscriminado del celular y de internet, con el feis, el tuiter y el guasap terminan por convertirse en enemigos de la unión y la comunicación familiar.

PRIMERA LECTURA

El viernes se celebró el Día Mundial de las Comunicaciones y el patrón se aventó un mensaje medio regañón, y lo entiendo y apoyo, ¡cómo fregaos no! Pidió a las familias hacer a un lado los celuloides porque esos equipos electrónicos que debían unir en la palabra, terminan por dividir y alejar a los padres y a los hijos.

Lo que sea de cada quien, tiene razón el jefe. Lastima ver cómo a la hora de compartir los alimentos, en lugar de bendecirlos y dar gracias por el pan de cada día, todos manipulan el cel, muy conectados con el mundo, pero ignorándose unos a otros.

“El gran desafío al que nos enfrentamos es aprender de nuevo cómo hablar unos con otros, no simplemente cómo generar y consumir información… un niño que ha aprendido en su familia a escuchar a los demás, a hablar respetuosamente y a manifestar sus opiniones sin negar las de los demás, estará dispuesto al diálogo y la reconciliación en la sociedad”, expresó.

Vivimos en una nueva era en que la tecnología marca el rumbo en diversos campos de la vida, pero ¿qué necesidad de que un nene de kínder o primaria traiga cel? Sus pobres padres piensan que les da caché, pero es una moda que afecta y daña su formación.

Ora sí, estamos viviendo en una sociedad enferma de celulitis. Las familias enfermas de incomunicación las vemos en las fiestas “familiares”, bodas, bautizos, primeras comuniones, similares y conexas, lo mismo que en los restaurantes. Cada quien con su cel y perdidos en su mundo egoísta.

El feis, el tuiter y el guasap se convierten en el ¡HOLA! y Vanidades al alcance de los pobres, dicho sea sin ánimo de ofender a mi amada plebe. Las fotos antes se compartían en la intimidad de la familia y con los amigos de confianza pa’ recordar a los parientes que ya caducaron o compartir buenos y malos momentos de la vida, y ahora no. Hasta imágenes cachondas son lanzadas al ciberespacio, donde no hay control, ni reservas, ni pudor, y luego las quemadotas que se dan.

SEGUNDA LECTURA 


Los celulares ya no son utilizados pa’ hablar en caso de emergencia o por asuntos de importancia. Son usados pa’ ver la hora, acceder a páginas cochinotas –no se hagan–, otros por error entran a sitios de noticias y el 81%, según el INEGI, los utilizan pa’ conectarse a las redes sociales, donde la persona se pierde en el anonimato de la colectividad y de la nada.

Nuestro país nopalero registra más de 51.2 millones de usuarios del feis, más de 31 millones se conectan a diario y se calcula que este año más de 2 millones caerán en sus redes. No tendremos pa’ frijoles y tortías, pero hasta los más amolados andan con el aparato en mano; la prueba está en los más de 100.7 millones de celulares activados en esta nación que “presume” ante el mundo más de 60 millones de pobres.

Los niños y jóvenes de hasta 20 años representan el 36% de los usuarios y los de 21 a 30 años suman otro 26%, y el uso disminuye conforme avanza la edad. Solamente el 2% de los jóvenes no cuenta con un perfil en lo que se conoce como “submedios de comunicación”.

Pero tengan cuidado mis cibernéticas ovejas y corderillos navegadores: Facebook es una empresa que conserva el registro de todo lo que suben, bajan y borran, es decir, todo queda grabado, así que ya dejen de andar viendo y compartiendo cosas sucias. Y lo mismo ocurre con otros servicios, todo lo guardan hasta el final de los tiempos.

Nomás chequen esto: los últimos dos años el Gobierno federal solicitó los datos de unos 2 mil usuarios del feis, Google, Microsoft y de correos electrónicos de Yahoo! pa’ investigación judicial y las compañías los proporcionaron cuando lo consideraron justificado.

Con razón el presidente Barakito Obama advirtió a unos estudiantes de secundaria, allá por septiembre de 2009: “Tengan cuidado con lo que suban a Facebook”. Se me hace que ni lo pelaron.

EVANGELIO

En varios países el uso excesivo o más bien dicho la dependencia locuaz hacia el celular ya es motivo de preocupación entre instituciones de salud y lo ven como una adicción. La misma Organización Mundial de la Salud ya está en alerta y pide hacer algo pa’ ponerle remedio.

Por acá, la senadora Hildita Flores Escalera propone reformar la Ley General de Salud en materia de prevención de adicciones en chamacos, lo que incluye detectar, prevenir y atender la adicción al internet, videojuegos, a los juegos de azar y… al celular.

La atención, dice, debe ampliarse a las nuevas formas de adicción que afectan el desarrollo individual y social, sin limitarse a las drogas, alcohol y tabaquismo, pues causan estrés, ansiedad, insomnio, irritabilidad y depresión que alteran el comportamiento, la salud mental y física.

“Existen personas cuya conducta con internet y otros medios tecnológicos es preocupante por el uso excesivo de ellos. Este tipo de conductas repetitivas resultan placenteras en la primera fase, pero después no pueden ser controladas por el sujeto. Como ocurre con otras adicciones, acabará efectuando dicha conducta ya no tanto por la búsqueda de gratificación, sino por reducir el nivel de ansiedad que les produce el hecho de no realizarla”, precisa.

En Australia, la adicción al cel ya aparece en el Manual de Siquiatría porque es un trastorno checar continuamente los mensajes y porque los “aborrescentes” se frustran si no les dan “laic” a las zonceras que escriben o los borran de los grupos de las redes sociales. A esto se le llama “nomofobia”, palabra que deriva del inglés: nomo, abreviatura de no mobile, sin móvil, y fobia, un trastorno caracterizado por la angustia y el miedo de no poder comunicarse por el teléfono.

Y no es burla, recuerden que ya hemos tenido aquí suicidios de jovencitas porque sus padres les quitaron el teléfono.



BENDICIÓN


La adicción la provocan los mismos padres pasalones que no quieren batallar con la educación de los escuincles berrinchudos y espinillentos. Les parece normal y chistoso que los mocosos desde temprana edad se entretengan con juegos y luego chateando, sin importarles que puedan ser víctimas de ciberbulin o abuso sexual.

Unos consejillos pa’ detectar a un nomofóbico: si olvida el celular en casa, regresa hecho la mocha; lo lleva al baño; mira como loca (o) la pantalla; se estresa y sufre si no recibe mensajes o no la pelan; se siente vulnerable sin el aparato; duerme con él a un lado; lo lleva en el cuello como identificador de can y lo quiere más que al abuelito.

Bueno, como dijo aquel funcionario loquillo: Ya me cansé, y mejor ahí le paramos, después no alcanzamos barbacha y menudo.

Los espero aquí, la próxima semana, para limpiar sus pecados e iluminar su camino. Besad mi mano y seguid vuestro andar…

 

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