viernes, 31 de diciembre de 2010

Consejos de Nietzsche

Consejos de Nietzsche
‘El moralista forma parte de los seres problemáticos’

“Un moralista es lo contrario de un predicador de moral: es, en efecto, un pensador que toma la moral como discutible, como cuestionable, en suma, como un problema. Lamento tener que añadir que justo por ello, el moralista forma parte de los seres problemáticos”. (Nietzsche).

La moral es la ciencia que trata de las acciones humanas en orden a su bondad y malicia. La moral constituye el tema más importante para cada hombre en lo individual, pues depende de cada persona elegir constantemente y durante toda su vida si sus acciones van a ir de acuerdo con el bien o con el mal. El predicador de la moral cree en lo que esta ciencia ordena, y por ello predica la necesidad de su cumplimiento. En cambio, el moralista –no como lo define el diccionario, sino como lo capta el pueblo en general– es más bien un predicador de la moral pero que no siente la certeza de lo que predica. En el sentido de Nietzsche, se trata de una caricatura del verdadero predicador de la moral.

Es por esto que nos disgustan tanto los moralistas: dicen una cosa y con frecuencia hacen otra diferente, o bien, se comportan moralmente, pero en realidad son personas fanáticas, intransigentes y casi siempre carentes de bondad y de compasión. Son seres problemáticos, pues todo moralista duda de lo que predica, con frecuencia anhela lo que prohíbe y se siente descontento de sí mismo.

En otra reflexión, Nietzsche escribió: “La venganza del inferior contra el superior tiende siempre a lo más extremo, a la aniquilación: únicamente así puede eliminar el contragolpe”.

El inferior es la persona que sabe o siente que su contrario o enemigo es superior a él, ya sea en lo económico, en fuerza física o en la capacidad para dañarlo. Cuando un inferior ofende o daña a un superior, es muy frecuente que la persona superior –en el sentido que hemos señalado– no castigue con dureza a su ofensor, y más bien, con frecuencia pasa por alto la ofensa o daño. En cambio, cuando el superior daña al inferior y éste cobra venganza, esta venganza lleva toda la fuerza de la aniquilación, pues el inferior siente y cree que el contragolpe del superior le sería devastador. Este problema lo observaron muy bien Quevedo y Gracián.

Nietzsche escribió: “La mujer comete 10 veces menos delitos que el hombre; en consecuencia es moralmente, 10 veces mejor que él: eso dicen las estadísticas”.

Esto lo escribió Nietzsche en 1880, pero hoy en día creo que las mujeres, prácticamente en todo el mundo, cometen menos del 10 por ciento de los delitos. Indudablemente que las mujeres son más íntegras que los hombres, y además, son mucho más responsables.

Simplemente analicemos el porcentaje de mujeres que son abandonadas por los hombres; el drama de las madres solteras nos demuestra su enorme responsabilidad. Aún y cuando lo hijos son abandonados por su padre, la madre jamás abandona a sus hijos, sino al contrario, los protege y trabaja con enorme esfuerzo para sacarlos adelante. Estas madres solteras son unas verdaderas heroínas.

¡No hay duda! Nietzsche tiene razón: las mujeres son moralmente superiores a los hombres, si no fuera así, la especie humana ya se hubiera extinguido hace decenas de miles de años.

“Damos especial valor a la posesión de una virtud tan sólo cuando hemos notado su ausencia en nuestro adversario”, escribió Nietzsche.

Es cierta la afirmación de este filósofo alemán: no advertimos nuestras virtudes hasta que notamos su ausencia en nuestros adversarios. Nuestros contrarios hacen las veces de nuestros mejores espejos: como todo adversario nos hace sufrir, fijamos nuestra atención en ellos, y cuando vemos detenidamente su comportamiento, notamos los defectos que nosotros tenemos cuando nuestros adversarios también padecen de ese defecto. Por lo general, cuando alguna persona nos disgusta es porque caemos en la cuenta de que esa persona padece algún defecto que también nosotros padecemos y que nos resulta muy odioso.

Al centrar nuestra atención en la conducta de nuestro adversario, de pronto nos percatamos de que carece de una virtud que nosotros la estimamos como muy valiosa. Ese adversario es un espejo para nosotros, pero ahora con un efecto diferente: vemos en él la ausencia de una virtud que no tiene y que nosotros sí tenemos. Al advertir nuestra virtud que al otro le falta, le damos un valor especial por el hecho de que notamos claramente que nosotros sí la tenemos y por lo tanto, llegamos a sentirnos con una ventaja sobre el contrario.

Para Critilo son sumamente importantes las reflexiones del comportamiento humano, y nos recuerda que no hay conocimiento más importante y útil, que el de la condición humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario