viernes, 31 de diciembre de 2010

La insatisfacción y sus remedios

La insatisfacción y sus remedios
Es causante de la desilusión, el desencanto y la amargura

Sentirnos insatisfechos de nosotros mismos, constituye una real tragedia en nuestras vidas.

Las psicoterapias modernas están orientadas a tratar a las personas como meros seres racionales. En nuestra época, en la que domina el raciocinio, la lógica, la ciencia y la tecnología, no hay espacio para lo más importante: nuestros sentimientos y las expresiones de nuestro espíritu.

Si nos sentimos insatisfechos nada más equivocado que hacer a un lado una serie de sentimientos que tenemos que observar con una profunda delicadeza y cuidado. La insatisfacción personal es el resultado de un conjunto de omisiones y de actos que en la mayoría de los casos dependen de nosotros.

Si por ejemplo tenemos una clara conciencia de ciertas obligaciones que debemos atender y no lo hacemos terminaremos sintiéndonos mal. A veces no cumplimos con esas obligaciones en virtud de que las consideramos poco importantes: poner más atención en nuestros hijos, visitar a nuestros amigos que pasan por una adversidad, visitar más a nuestros padres… ¡No se trata de obligaciones poco importantes, sino de cuestiones esenciales para nuestras vidas!

Con frecuencia nuestras insatisfacciones derivan de no otorgarle a lo que llamamos “las pequeñas cosas de la vida” la enorme importancia que guardan para nuestra dicha personal. El tejido más valioso del que está hecha nuestra existencia es, precisamente, atender con extremo cuidado esas “pequeñas” grandes cosas de nuestra existencia: abrazar a nuestros seres queridos y decirles lo mucho que los queremos; contemplar las bellezas de la Naturaleza, hacer de nuestro hogar uno más bellamente habitable.

En la Antigua Roma, un famoso refrán decía: “Lo pequeño, siendo propio, nos parece grande” y es que nuestras “pequeñas cosas” son en realidad nuestras “grandes cosas”. Si esto llegamos a entenderlo, no con la razón fría, sino con el cálido corazón, nuestras insatisfacciones personales podremos alejarlas para siempre.

Y es que lo “muy poco” cuando lo estimamos y cuidamos con delicadeza se convierte en algo gigantesco. ¡Y no se trata de un autoengaño, sino sólo de atender las cosas que nos hacen sentir bien, cumplir con nuestras obligaciones y contentarnos con lo común y corriente, y ¡no más!

Si la vida sencilla no nos satisface, lo complejo, grande, extravagante y fastuoso menos nos contentará; el lujo, las pretensiones, nos avivarán más la sed; es como darle de beber al sediento, agua salada: incrementará su sed hasta la demencia.

¡Acariciemos con nuestro corazón a nuestras pequeñas grandes cosas! Hagamos de la sencillez un modelo de vida, tal como una máxima de la Roma Antigua lo expresaba: “La naturaleza se complace en cosas sencillas”.

La insatisfacción personal es una tragedia, y es un sentimiento que perturba nuestro equilibrio emocional. Es causante de la desilusión, el desencanto, el enfado crónico y la amargura. Nuestra insatisfacción personal no podemos combatirla con nuestra fingida “autocomplacencia”. La autocomplacencia constituye un engaño, es una tendencia enfermiza que trata de engrandecer nuestro egocentrismo.

En cambio, el trabajar para sentirnos satisfechos nada tiene que ver con nuestros egoísmos o falsos anhelos de superioridad. Se enfoca a mirar con detenimiento los sentimientos, obligaciones y buenos propósitos que hemos descuidado.

La autocomplacencia siempre es efímera, frívola y débil, pues no está conectada con nuestros más genuinos anhelos y sentimientos. En cambio, el luchar por nuestra satisfacción es un noble proyecto para toda la vida.

La autocomplacencia es excluyente, mientras que la satisfacción es incluyente; ésta se da, no como una meta en sí misma, sino como derivación de propósitos nobles: cuidar a una madre enferma, abrazar a nuestros hijos, respetar el entorno ecológico, cumplir con nuestras obligaciones, entregarnos a los demás.

Critilo no está de acuerdo con la necesidad de amarnos a nosotros mismos a fin de poder amar a los demás. Hay un porcentaje de personas que sienten una profunda insatisfacción con ellas mismas, y aun así, aman profundamente a sus hijos, pareja y amigos.

Nuestra alma estará contenta cuando nos empeñemos en afianzar nuestras más queridas relaciones sentimentales, y cuando nos esforcemos en atender nuestras reales obligaciones.

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