miércoles, 23 de mayo de 2012

LA DICHA PERSONAL

El “juicio crítico” es la capacidad que tenemos todas las personas para analizar una determinada situación, conductas, y opiniones. Pero desafortunadamente, la sociedad de consumo enloquecida de nuestros días nos ha impedido en gran parte, ejercer esta capacidad.

Sin juicio crítico somos como niños pequeños que se deslumbran con sonajas, espejitos y juguetes. Y lo verdaderamente peligroso, es que la ausencia de juicio crítico nos ha alejado de una cabal comprensión de lo que está pasando en nuestra sociedad, en la vida de nuestros hijos y cónyuges, y en nuestras propias vidas. Sin el ejercicio de análisis racional de situaciones y personas somos como marionetas movidas por las modas y los mitos colectivos.
No nos hemos dado cuenta de que nuestra dicha depende en gran parte de que sepamos precisar el valor de cada cosa, y de saber cuáles son los factores reales que configuran a nuestra sociedad. Por ejemplo: no nos hemos percatado de que la cultura y las ciencias han sido construidas por la racionalidad de los seres humanos, mientras que el manejo de esta cultura y ciencias dependen, en muchas ocasiones, de la irracionalidad y caprichos de los poderosos de nuestra sociedad ultracapitalista.
Hoy en día, ya no tenemos un concepto unificado y con sentido racional, de la técnica, la economía, las ciencias, y la política. Ahora, cada uno de estos campos ha logrado, por desgracia, su autonomía e independencia. Se puede ser científico sin tener la más mínima idea de los altos fines de la política, o pontificar sobre la economía sin entender los mínimos principios de la sociología.
Y a tal grado está fragmentada la concepción de la vida humana, que las ciencias, la economía, la técnica y la política, ya nada tienen que ver con la ética pública y privada.
Por ello, ¿qué importa que se vendan una enorme variedad de artículos y servicios, si existen bancos que nos prestan por codicia, y compañías que nos entregan la mercancía a plazos, con la sola ilusión de lucro? Si la economía está creciendo asombrosamente, ¿importa que los bancos especulen sin control alguno? Si no sabemos que la especulación y las grandes ofertas tienen como motores a la codicia sin freno, es lógico que lo racional de la economía se desplome ante la irracionalidad de especuladores y de gobernantes deslumbrados por el aparente éxito económico.
Si la moral pública y privada hubiera sido considerada como la principal directriz de la economía y de las políticas gubernamentales, no estaría ahora el mundo sufriendo por la peor crisis económica de los Estados Unidos, que arrastró en su codicia a casi todos los países del mundo.
Y precisamente, las personas, en particular, por no haber ejercido nuestro juicio crítico, nos atragantamos de todo lo que nos venda una sociedad manipulada por unos cuantos que manejan la economía, los gobiernos y las modas. La moda y el mito es consumir cada vez más, a fin de ser felices, aun y cuando el consumo indiscriminado nos deje en la ruina financiera y nos robe nuestra libertad personal.
Y es que, ¿cómo podemos ser realmente libres y manejar nuestras vidas si no nos guía la racionalidad y el juicio crítico? ¿Cómo podemos valorar el ser arrastrados por modas y codicias, si la ética, no es la estrella polar que orienta nuestras vidas?
Ya sabemos que los mitos colectivos, entre otros, son: persigue el éxito económico, ten mucho para que valgas mucho, si no consumes lo que está de moda es que eres un mediocre, guíate por la técnica y las ciencias, si la televisión lo dijo es que es cierto; si tu situación económica es boyante tú serás más feliz, las personas realizadas viven con lujos, y muchos mitos colectivos más.
¿Y la ética forma parte de éstos mitos colectivos? La ética no forma parte de ninguno de estos mitos. Los valores espirituales son mal vistos por una sociedad de consumo desenfrenada y enloquecida.
Debemos pensar seriamente sobre los grandes mitos colectivos que dominan en nuestra sociedad: la moda en infinidad de artículos y de servicios, invertir en la bolsa de valores aun y cuando perdamos hasta la camisa, la creencia de una buena política cuando lo políticos son irracionales y están apartados de la ética privada y pública.
Si en serio queremos aumentar nuestra dicha y satisfacción, es necesario que nos comprometamos en ejercer cada día nuestro juicio crítico, a fin de no ser títeres movidos por mitos irracionales, que tarde que temprano nos estrellan y nos dejan en el desamparo. ¡Solamente nuestra libertad responsable y el rechazo de todo mito colectivo irracional es el camino seguro a la dicha y al contento personal!
El más grande dramaturgo de la Antigua Grecia, Sófocles, en su obra, “Antígona”, escribió: “El tener juicio vale más que cualquier otro tesoro”.
El “juicio crítico” da como resultado un sólido criterio sobre un determinado asunto. Y es juicio crítico en virtud de que la persona que va a emitir un juicio determinado, pone en la balanza todos los elementos del caso para llegar a emitir una valoración determinada.
Sófocles, uno de los más grandes sabios de todos los tiempos, valora en altísimo grado el “juicio”, es decir, la capacidad de razonar con inteligencia, y nos dice que el “juicio” (la evaluación que hemos hecho de un asunto) “vale más que cualquier tesoro”.
Las estructuras capitalistas de muchos países del mundo no permiten a la casi totalidad de sus poblaciones, que puedan llegar a formarse un sólido juicio, un firme criterio, sobre las cuestiones fundamentales de la economía, la educación la ética y la política.
¡Juicio crítico, y conciencia histórica deben ser esenciales en nuestra existencia, a fin de comprender el mundo!
jacintofayaviesca@hotmail.com / @palabrasdpoder

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