miércoles, 23 de mayo de 2012

Shakespeare, para una vida más sabia

¡La asombrosa inteligencia de los más grandes pensadores, siempre ensancha nuestra alma!

Como autor de esta columna, he tratado de transmitir reflexiones de pensadores que aumenten nuestra sabiduría práctica para vivir. Shakespeare, el más grande escritor de todos los tiempos y seguramente, la inteligencia más deslumbrante, nos convierte en mejores personas cuando lo leemos detenidamente.

En su obra suprema, “Hamlet, príncipe de Dinamarca”, Polonio, ayudante del rey y de la reina de Dinamarca, al despedir a su hijo Laertes, que regresa a Francia, le dice:

“Acércate. ¡Que mi bendición sea contigo! Y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos. No propales tus pensamientos ni ejecutes nada inconveniente. Sé sencillo, pero en modo alguno vulgar. Los amigos que escojas y cuya adopción hayas puesto a prueba, sujétalos a tu alma con garfios de acero, pero no encallezcas tu mano con agasajos a todo camarada recién salido sin plumas del cascarón. Guárdate de entrar en pendencias; pero una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti. Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz. Oye las censuras de los demás. Pero reserva tu juicio. Que tu vestido sea tan costoso como tu bolsa lo permita, pero sin afectación a la hechura; rico, más no extravagante, porque el traje revela al sujeto, y en Francia las personas de más alta alcurnia y posición son de esto modelo de finura y esplendidez. No pidas ni des prestado a nadie, pues el prestar hace perder a un tiempo el dinero y el amigo, y el tomar prestado embota el filo de la economía. Y sobre todo, esto: sé sincero contigo mismo, y de ello se seguirá, como la noche al día, que no puedas ser falso con nadie. ¡Adiós! Que mi bendición haga fructificar en ti todo esto.”

Este largo párrafo de Shakespeare en boca de uno de sus personajes, contiene una gran cantidad de consejos para vivir una vida más prudente, sabia, inteligente y eficaz. La sabiduría de Shakespeare parece que no tiene límites ni fronteras. Cada uno de estos consejos nos daría tema para escribir varias columnas.

“Hamlet, príncipe de Dinamarca,” es una obra, una tragedia, la más sabia jamás escrita, que su solo contenido ejerce en nosotros una poderosa conversión de nuestro espíritu. Su sabiduría, genialidad y deslumbrante lenguaje, hace posible que nos convirtamos en mejores seres humanos.

Sé que no hay necesidad de explicar ninguno de los consejos que Polonio da a su hijo Laertes, antes de que embarque a Francia. No obstante ello, quiero resaltar algunos de estos consejos.

Le pide a su hijo que guarde sus pensamientos para sí y que no se los comunique a todos, pues esta conducta es imprudente, le pide que no ejecute nada inconveniente. No le solicita que no piense en algo inconveniente, sino que no actúe inconvenientemente, y lo inconveniente para Shakespeare es toda conducta inmoral e imprudente.

Le pide sencillez, pero le aclara que no caiga en lo vulgar. Y es que la sencillez está vinculada a las buenas costumbres, mientras que lo vulgar rompe con lo adecuado y sensato. Decía una máxima de la Roma Antigua: “La naturaleza se complace en cosas sencillas”. En cuanto a lo vulgar, Quevedo, escribió esta sentencia: “Vulgo y loco todo es uno”.

Polonio le aconseja a su hijo Laertes, que a los amigos que escoja y los haya puesto a prueba, debe sujetarlos a su alma con garfios de acero. Shakespeare considera que uno de los más ricos bienes que poseemos, son los amigos verdaderos. Una máxima de la Antigua Roma, decía: “Para los amigos cualquier hora es buena. En cualquier momento se recibe al amigo sin molestias”. Otra máxima romana, dice: “La pérdida de un amigo es la mayor desgracia que puede suceder”. Y Cicerón, escribió: “A los amigos hay que tomarlos por sus hechos, no por sus dichos”. Y el gran dramaturgo de la Antigua Grecia, Sófocles, escribió: “El que prescinde de un amigo, prescinde de su vida”.

Polonio le dice a su hijo Laertes: “Guárdate de entrar en pendencias; pero, una vez en ellas, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti”. No entrar en pleitos es lo más prudente, pero si el pleito es imposible de evitar, Polonio le solicita a su hijo (en el contexto del consejo) que deje la mesura y la inacción, pues las llevaría todas de perder. Si su hijo no puede evitar un pleito, debe resolverse a pelear abiertamente, con bravura y una valentía incontrastable; y a tal grado, que le haga saber a su contrincante, que también él, está en grave riesgo. Ante males extremos, remedios extremos, aconseja la sabiduría de la Grecia Clásica.

Uno de los pensamientos más sabios y geniales de todas las obras que escribió Shakespeare, y que ha sido citada de manera abrumadora, sin que sepamos que fue Shakespeare su autor, es el consejo que Polonio le da a su hijo al final, y que es el siguiente:

“Y sobre todo, esto: sé sincero contigo mismo y de ello se seguirá, como la noche al día, que no puedas ser falso con nadie”.

¡Asombrosa sabiduría la de Shakespeare!

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