domingo, 13 de mayo de 2012

LA GUERRA CRISTERA

La Guerra Cristera Hay una página de nuestra historia, que ha pasado desapercibida para la mayoría de compatriotas por su nula difusión, se trata del movimiento armado que se llevó a cabo de 1926 a 1929, surgido principalmente entre campesinos del Bajío organizados en la “Liga Defensora de la Libertad Religiosa”, entidad apartidista e independiente de la Iglesia Católica que se enfrentó al régimen presidencial del Gral. Plutarco Elías Calles (1924-1928), quien fuera fundador del Partido Nacional Revolucionario –antecesor del PRI– y despiadado persecutor de la Iglesia. Los principales promotores de la “Liga” fueron René Capistrán Garza y Anacleto González Flores, quienes concertaron al general regiomontano Enrique Gorostieta para que se hiciera cargo del mando militar, logrando éste ganarse la confianza de los demás jefes de grupos armados como el cura José Reyes Vega o Victoriano Ramírez (a) “El Catorce”. Los antecedentes inmediatos del conflicto son ubicados en la Constitución de 1917, dado que establecía una política de intolerancia religiosa que decretaba, entre otros aspectos, la prohibición de los votos clericales y la posesión de bienes raíces a la Iglesia, impedía el culto fuera de los templos, otorgaba al Estado la facultad de dictaminar el número de templos y sacerdotes para cada entidad federativa, negaba el sufragio al clero, la educación primaria sería laica y la Iglesia no podría establecer o dirigir escuelas de este nivel. Las declaraciones que hiciera el Arzobispo de México, José Mora y del Río, en 1926, impugnando el anticlericalismo de la Carta Magna, fue motivo para que el presidente Calles lo tomara como un reto al gobierno y ordenara de inmediato la reglamentación del Art. 130 constitucional, conocida como “Ley Calles”, en la que se disponía la clausura de las escuelas confesionales, se ordenaba la expulsión de ministros extranjeros y hasta se llegó a fundar la “Iglesia Católica Apostólica Mexicana” –feb 1925– cuyo pastor fue el Patriarca Joel Joaquín Pérez Budar, un cura cismático denominado el “Papa de México”, por supuesto la intentona no prosperó. Ante este escenario, los obispos suspendieron el culto en agosto de 1926 y fueron clausurados muchos templos, conventos, seminarios e instalaciones piadosas. La “Liga pro defensa de la libertad religiosa” inició un boicot contra el gobierno, dejando de enterar diversos impuestos y derechos; sin embargo, al no lograr la pretendida cancelación de la “Ley Calles” por la vía pacífica, no les quedó más opción que iniciar el movimiento armado a principios de 1927, bajo el clamor popular de ¡Viva Cristo Rey! como lema inspirador de su causa. La guerra estaba prácticamente ganada por los cristeros, dado que el régimen no podía soportar más las presiones ante el descrédito internacional. La intervención del embajador norteamericano Dwight Whitney Morrow, a quien interesaba la pacificación para buscar acuerdos con México sobre petróleo, fue determinante para finiquitar el enfrentamiento en junio de 1929. Así como la muerte inesperada del Gral. Gorostieta en ese mismo mes y el encono contra los obispos de parte de la Liga y los cristeros por el “indigno arreglo” pactado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario