sábado, 5 de octubre de 2013

ser filosófo


El filósofo es un elemento que se auto observa, como una parte de aquel contenido que denominamos realidad, existencia. Lo interesante de la filosofía, es que nos permite analizarnos a manera individual para comprender por medio del raciocinio, que es nuestro pensamiento una alarma que devela cuando de la herida de la realidad, supuran pensamientos que ha envenenado la enfermedad que el mismo hombre ha creado. ¿Cómo es ello? , el hombre a través de su latente deseo de dominación, comenzó a ejercer su voluntad en las “cosas” que lo rodeaban, generándose una dialéctica más destructiva, ya que en sus posesiones, deseaba también tener a los “otros”, lográndose solo por medio de una lucha dialéctica de consciencias.
No es difícil de comprender, que el hombre fue quien poco a poco infesto con su deseo de dominación, todos los elementos que conforman la existencia. Ya que antes del hombre, existían desastres naturales que no se podrían considerar una enfermedad, sino procesos de auto regulación para mantener un equilibrio. Pero fue el hombre quien dio inicio a desastres en todo aquello que lo rodeaba, producto de su ingenio y deseo de poder. Siendo lo sublime de la filosofía, la meta cognición, es decir el auto critica, la reflexión e insaciable curiosidad, permitiendo ser conscientes de nuestro papel como agentes de destrucción.
Es esta dialéctica la que permite observarnos como elementos de la estructura compleja de la existencia, pero elementos conscientes que son alarmas que develan los síntomas de una enfermedad que hemos creado y acelerado a medida que la tecnología avanza, poniéndose al servicio de los desbordantes deseos de dominar, ejerciendo la voluntad de poder en su naturaleza negativa.
¿Porque considero que los filósofos son los agentes que develan la decadencia de la existencia, de la sociedad?, Porque observan la realidad con un lente crítico, una voluntad de poder que no se deja encadenar en dogmas absolutistas ni arquetipos coercitivos. Siendo ellos conscientes de ser un elemento de la sociedad, de la realidad, de la existencia, comprendiendo que su pensamiento son los síntomas de aquella enfermedad que el mismo ha creado. Siendo por medio de sus críticas y análisis que incitan a la reflexión, que la humanidad alcanza un nivel de consciencia para observar lo que los dogmas y arquetipos coercitivos han sepultado en sombras de “racionalidad y orden” aquella realidad tan distorsionada, tan enferma.
Siendo el pensamiento capaz de esclavizar, condicionar, así como de develar las estructuras que imponen su voluntad por medio de sus panópticos que castigan, controlan y vigilan. Palabras más, palabras menos, el pensamiento puede esconder dichos panópticos, generando una realidad “bajo control”, así como develar dichas estructuras y sus efectos decadentes en una humanidad que experimenta la existencia bajo lineamientos absolutos.
De esta misma manera, el hombre no puede dar juicios de valor absolutos a la existencia, ya que aunque tiene la capacidad del análisis, de observar sin perderse en una idea colectiva, sigue siendo parte del propio objeto de estudio, y este está en constante cambio, siendo los dogmas absolutos y arquetipos coercitivos, los que nos impiden percibirlos y participar de ellos con nuestra inherente capacidad de CREAR. Lo critico es que los cambios que está sufriendo lo que experimentamos como realidad, son de naturaleza negativa, y es precisamente el pensamiento que cuestiona toda fuente impuesta como absoluta, esa filosofía pura la que se muestra en su grito, como un síntoma de aquella sociedad tan enferma a la que nos están confinando.

Este es un corto análisis, de unas páginas del libro crepúsculo de los ídolos de Nietzsche. Una fuente que debe recorrerse hasta sus niveles subyacentes, creando nuevas vías más allá de los propios límites del autor. Debemos ser pensamientos cuya función no sean solo manifestarse como síntomas de una sociedad corroída por una abismal enfermedad de sujetos, esclavos, de ovejas. Se debe ir más allá, dejar surgir aquella voluntad de poder, aquel latente deseo de expansión por medio del pensamiento crítico, la reflexión, la insaciable pasión por descubrir más allá de los límites impuestos, y nuestra mayor arma, que es crear caminos, donde nos plasman abismos de ignorancia.

Es tiempo de una revolución dialéctica intelectual para la humanidad.

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