martes, 19 de abril de 2011

Paz y el mexicano de la globalización

El 19 de abril de 1998 se cerró, como bien lo registró la escritora Elena Poniatowska, un ciclo de la literatura mexicana. Ese día murió Octavio Paz, nuestro intelectual que traspasó las fronteras, el que engrandeció con su sensibilidad y su inteligencia el mundo de las artes y la literatura no sólo de este país, sino de toda la América Latina y más allá del continente.
Se están cumpliendo trece años desde la partida del escritor que definió a los mexicanos en ese gran Laberinto de la soledad. Un retrato en el cual vimos reflejos de aquellos misteriosos y enigmáticos antepasados y nos reencontramos en las formas actuales de ser.
Poco antes de su muerte se había suscitado un incendio en su biblioteca, a causa de un corto circuito, con la consecuente pérdida de entrañables obras que pertenecieran a su señor abuelo, don Ireneo Paz, y otros valiosos volúmenes, algunos incunables.
Hubo quienes señalaron como motivo de su muerte la tristeza por el incendio que consumió parte de su biblioteca, de sus amados libros.
Figura esencial de nuestra literatura –el escultor Juan Soriano aseguraba que Paz es a la poesía lo que Goya o Velázquez son la pintura--, estudioso como nadie de la figura de Sor Juana Inés de la Cruz; promotor de aquel encuentro primordial y único habido entre intelectuales a principios de los años noventas, Paz es referente fundamental y faro en el camino que transitan los mexicanos de este inicio de siglo.
En una visita a Saltillo hecha a un año de la muerte de Paz, Poniatowska ilustraba: “Los estudiosos del mundo entero se volcaron sobre su obra a tal grado de que los investigadores y compiladores de su trabajo han encontrado cerca de 6,750 artículos publicados entre 1931 y 1996 sobre el escritor mexicano. Solamente en Estados Unidos han aparecido 50 libros sobre su obra y su persona”.
En vida recibió homenajes en Argentina, Francia, Alemania, Estados Unidos, India, México, España, Japón, Inglaterra, Israel e Italia. Fue objeto de esos numerosos honores, pero también, a la par, lo fue de severas críticas cuando, por ejemplo, se pronunció desde Berlín en contra del movimiento sandinista en 1984.
Hombre de polémicas, las suscitaba sobre su persona misma. Él, sin embargo, vivía convencido de una cosa: cuando se es excepcional es difícil el trato con las personas comunes. Fue un hombre que no vivía para la opinión de los demás, pero sí reflexionaba y analizaba con agudo sentido crítico la constitución del ser social comunitario, el comportamiento de las sociedades.
Activo participante de la vida cultural de México, era anfitrión de numerosas reuniones de artistas en intelectuales. Una época de gran expansión cultural en nuestro país. Juan Soriano recuerda “conversaciones asombrosas” que se daban en la casa de los Paz, aún casado con Elena Garro. En esas reuniones, a las que asistían refugiados españoles, Elena gustaba de discutir con el escritor. Ella, cuenta Soriano, “saltaba como una fiera para llevarle la contraria en un combate a muerte. Octavio era muy paciente con ella; la rebatía con argumentos serios, pero Elena tenía mucha imaginación, pocos escrúpulos y se salía con la suya”.
Habitúes de reuniones que tenían lugar en el Café París, en la Ciudad de México, eran Xavier Villaurrutia, Rafael Solana, Agustín Lazo, Isabela Corona y nuestro paisano Julio Torri.
Su vida, su obra, son merecedoras de estar siempre en el pensamiento de los mexicanos de las nuevas generaciones.
Hay personajes que tienen la virtud –a veces la desgracia—de marcar a sus países de origen: con sus cualidades, sus errores, sus grandezas, sus acciones. Paz es uno de los que deja a los mexicanos una positiva huella indeleble, protagonista fundamental de la historia de la literatura.
Su figura convoca a preguntarnos: ¿Hasta dónde seguimos siendo los mexicanos que él retrató? ¿Cuál es ahora la identidad, la idiosincrasia, los valores, el motor que impulsa al mexicano a once años de iniciado este tercer milenio? ¿Cómo es el mexicano de la globalización y la tecnología? ¿Hacia qué rumbo van con sus decisiones?
Preguntas definitorias. Construir nuestro perfil actual nos encaminaría a entender nuestros comportamientos, prever modos de actuación rumbo al futuro, lo inmediato y lo que está a largo plazo.
Octavio Paz nos dejó enseñanzas; buceemos en ellas para descubrir nuestras actuales señas de identidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario