No corras
detrás de alguien que ya sabe dónde estás
¿Por qué amargarse la vida por
aquellos que no se preocupan por nosotros y que no nos tienen en cuenta? Es
fundamental aprender a distinguir y, sobre todo, quererse uno mismo.
No corras tras alguien que no te
busca, que te exige o que quiere que vayas besando el suelo que pisa. No lo
hagas porque, quien de verdad te merece, te quiere a su lado y no a su espalda.
Recuerda que la indiferencia es la
mejor muestra de “no amor”.
Si aún puede aportarte algo, lo hará
y, si no es así, un adiós es el mejor agradecimiento que puedes ofrecerte a ti
mismo. El interés, el cariño y el amor no hablan el mismo lenguaje que el
egoísmo o la indiferencia.
La atención no se mendiga ni se
acepta en migajas. Si lo hacemos estaremos cometiendo una gran injusticia
emocional con nosotros mismos. El cariño se debe demostrar en equilibrio, pues
será la base que cimiente nuestra relación.
Ni tú eres para tanto ni yo para tan
poco
La indiferencia de los demás acaba
generando en nosotros la sensación de que no merecemos la pena y que no somos
persona gratas para los demás. No podemos permitirnos pagar este alto precio.
Es fácil acabar sintiendo algo así
cuando las muestras de indiferencia y desgana se manifiestan constantes hacia
nosotros mismos, hacia los intercambios que ofrecemos y hacia la construcción
de una relación significativa.
No se trata de menospreciar a los
demás, sino de valorarnos nosotros y de hacer patentes e importantes nuestras
necesidades afectivas y nuestras inquietudes. Este será el pilar básico que
sostenga relaciones sólidas y saludables, mientras que la indiferencia solo las
destruye.
El interés mutuo y la reciprocidad
sentimental es algo a lo que NUNCA debemos renunciar. Ni siquiera tenemos que
resignarnos a no obtenerlo por llevar muchos años en una relación estable.
De hecho, no solo hablamos del
bienestar individual, sino del ajeno y del relacional. Los tres en conjunción
nos ofrecen la posibilidad de que nuestras relaciones sean gratificantes y
justas. Solo en estas condiciones estaremos en disposición de crecer junto a
los demás.
No busques, permite que te encuentren
Tu número de teléfono tiene los
mismos dígitos que los que estás marcando día tras día y que nunca marcan por
ti. Piensa que, cuando alguien quiere, es capaz de remover cielo y tierra por
estar a tu lado y hacer sentir bien.
Puede que algunas ausencias sean
consecuencia de la impuntualidad vital, de los ajetreos diarios y de una
verdadera falta de tiempo. Sin embargo, el desinterés reiterado será el que
marque las diferencias.
Arrastrarte y suplicar un cariño que
no es sincero no es saludable ni a corto ni a largo plazo. Puede que ciertas
muestras te lleguen a enternecer, pero realmente la balanza está desequilibrada
y deberás mirar con lupa aquellos motivos que te siguen manteniendo anclado en
esta relación.
Si de verdad sientes la injusticia
emocional, probablemente no te compense estar sometiéndote a una relación que
te está causando gran sufrimiento. No debes convertirte nunca en
marioneta de las necesidades de los demás ni de sus antojos.
Debes hacerte valer y tener claro lo
que mereces. Tienes derecho a que te llamen y a que contesten tus llamadas.
Puedes permitirte no extrañar a quien no te busca. Puedes permitirte no
someterte al castigo de la indiferencia.
De hecho, debes comenzar a valorarte
y a quererte bien. Los milagros no suceden y, como hemos dicho, el amor se debe
demostrar y sentir, pero nunca implorar. Tu cariño debe ser para quienes te
quieren, te aceptan y te comprenden sin juicios ni exigencias.
Regala tu ausencia a quien no valore
tu presencia
Es habitual que no valoremos lo que
tenemos y que descuidemos y desaprovechemos las oportunidades para
relacionarnos con nuestros seres queridos. No obstante, la indiferencia
continuada tiene otros tintes y podemos ver en su reflejo el egoísmo y el
desinterés desmedido.
Esta dejadez propia de la
indiferencia a veces se colma de desprecios, lo que genera situaciones muy
dolorosas que deterioran la visión que tenemos de nosotros mismos y de nuestras
relaciones con los demás.
En estos casos en los que la
consecuencia de la indiferencia resulte en la merma de nuestra autoestima y
nuestra salud emocional, debemos aprender a regalar nuestra ausencia, pues no
se está valorando nuestra presencia.
Como venimos diciendo no debemos
resignarnos a sentirnos infravalorados y descuidamos porque, al final, acabamos
“creyéndonos” que no somos merecedores de compañía ni de reciprocidad.
Sin embargo, debemos tener muy
presente que para que se nos valore, debemos hacerlo nosotros primero.
Así que el primer paso para cuidar la
imagen que tenemos de nosotros mismos es hacernos valer y destacar que la
indiferencia de esa persona debe servirnos para reafirmar todo aquello que
cimentará nuestro amor propio y nuestro crecimiento personal.
No te olvides de sonreírle al espejo,
quiérete y valórate por lo que eres y no por lo que los demás quieren proyectar
en ti. Ámate y date cuenta de que el hecho de que alguien te descuide no quiere
decir que debas resignarte.
Rodéate siempre de aquellas personas
que te quieran en su vida, porque las que no te quieran, seguramente, te harán
sufrir.
No nos hace bien dar sin recibir. Por
eso debemos darnos cuenta de que quedarnos cerca de alguien puede significar ir
demasiado lejos para nosotros y para nuestro recorrido. Quizás estemos
hipotecando años de una vida que no tiene billete de vuelta y eso no nos lo
podemos permitir. Nunca.
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