domingo, 13 de noviembre de 2016

OLOR A MAESTRO



Olor a Maestro
Un alumno me dijo un día:
- “Maestro, cómo hueles agradable”
Y yo le dije:
- “Pero Javier, ¿A qué puedo oler si no uso loción, ni perfumes? Con seguridad no huelo a nada”.
- Te equivocas maestro, hueles agradable, hueles a maestro, me contestó con rostro sonriente.
Esta respuesta me embarga de emoción y me hace reflexionar. Es una respuesta hermosa, llena de amor y de ternura. Hueles a maestro. Yo nunca había pensado en ese olor, no lo había llamado así, nunca supe definirlo, pero ahora se que es mi profesión, huele dulcemente a maestro.
Hueles a maestro cuando surcas las semillas del saber, cuando estás lleno de ternura, de amor, de cariño, de comprensión, de amigo, de facilitador, de intermediador.
Hueles a maestro cuando les dedicas todas tus energías a enseñarles, cuando no comprenden la sesión. Hueles a maestro cuando soportas sus griteríos, su desinterés, su falta de ánimo, cuando les hablas de sus deportes favoritos, aunque tú no entiendes nada.
Hueles a maestro cuando los reprendes a tiempo e impones una disciplina dulce y firme.
Hueles a maestro cuando sabes decir “Si” y cuando sabes decir “No”.
Hueles a maestro cuando juegas con tus alumnos sin importarte que pasó con tu arreglo, cuando con ellos vuelves a ser niño (a) y compartes el juego con el trompo, la pelota, la bola.
Hueles a maestro cuando con ellos cantas y cuentas cuentos, cuando escuchas sus quejas y oyes sus problemas y te haces amigo.
Hueles a maestro cuando alientas, animas, consuelas en los momentos tristes y eres amable con ellos.
Hueles a maestro cuando das tu tiempo enseñándoles la lección.
Hueles a maestro cuando te preocupas por mejorar y aprender a ser maestro, con humildad y sencillez las 24 horas del día.
Hueles a maestro cuando les enseñas a potencializar el aroma de las virtudes humanas.
Hueles a maestro cuando les enseñas hacer el bien y a evitar el mal.
Hueles a maestro cuando eres coherente con lo que dices y haces.
Hueles a maestro cuando les enseñas a perdonar y no a odiar.
Mi alumno me dijo que yo olía a maestro y yo me siento muy feliz. Ojala todos los maestros tuviéramos siempre ese noble y dulce olor a maestro.

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