martes, 31 de mayo de 2011

Demografía y economía

Eliseo Mendoza Berrueto
Con este título apareció en el año de 1967 una revista que fundamos en el Centro de Estudios Económicos y Demográficos de El Colegio de México. Víctor L. Urquidi, a la sazón presidente de tan acreditada institución de enseñanza y docencia especializada en el campo de las Ciencias Sociales, fue uno de los primeros economistas que en México entendió cabalmente el estrecho vínculo entre las variables económicas y las demográficas.

En la segunda mitad del siglo 18, un economista y clérigo inglés, Tomás Roberto Malthus (1766-1834), expresaba su profunda preocupación por lo que él veía como una amenaza para la sociedad de aquellos años, consistente en el lento crecimiento de la oferta de los medios de subsistencia frente a la rápida expansión de la población. Para expresar de manera gráfica tal problema, él señalaba que mientras que los recursos alimenticios crecían a una tasa aritmética, la población aumentaba a una tasa geométrica.

Desde entonces, pocos investigadores habían vuelto a poner atención a la compleja relación economía/demografía. No fue sino hasta un siglo después que volvió a discutirse tal asunto, cuando el rápido crecimiento de la población, especialmente la de los países más atrasados, acentuó los problemas económicos y sociales de esa tan importante parte de la población del mundo.

El planteamiento de Malthus era correcto … caeteris paribus, es decir, si todas las cosas hubieran permanecido igual. Pero si bien la población continuó creciendo, la ciencia y la tecnología también avanzaron, y sus avances tuvieron efectos importantes tanto en la población como en la economía. En la economía, ese avance incrementó notablemente las oportunidades de producción introduciendo nuevos satisfactores al mercado e incrementando la productividad tanto agropecuaria como industrial. Además, se abrieron nuevas tierras al cultivo y se incrementó notablemente la productividad por unidad de tierra y por hora-hombre. Todo ello contribuyó al incremento de los recursos de subsistencia.

En el campo demográfico, los avances científicos y tecnológicos mejoraron la salud de la humanidad, abatieron de manera importante los altos índices de mortalidad infantil, redujeron la mortalidad general y aumentó notablemente la esperanza de vida al nacer.

A mediados del siglo pasado se levantó una enorme polémica entre los países desarrollados y los más pobres. Los primeros, al ver que las tasas de crecimiento de la población empobrecida se mantenían altas, iniciaron una enorme y agresiva campaña mundial para inducirlos al control de la natalidad. Las mismas Naciones Unidas y fundaciones muy poderosas, encabezadas por el Banco Mundial, se dedicaron a difundir las bondades de la familia pequeña, a distribuir por millones píldoras anticonceptivas, dispositivos intrauterinos, condones, etcétera, afirmando que sólo así podría paliarse la pobreza.

La airada reacción de los países subdesarrollados no tardó en manifestarse, reprochando a las naciones desarrolladas que tal campaña era una agresión a la voluntad soberana de los pueblos para reproducirse y que, si la idea era acabar con la pobreza, lo que se debería hacer era destinar más recursos para impulsar el desarrollo de los pueblos subdesarrollados, abrir las puertas de los mercados ricos a sus productos y facilitar la transferencia tecnológica en beneficio del desarrollo universal.

Actualmente el problema demográfico ha adquirido otras características y diferente dimensión. Ahora se habla de comparar la población en edad productiva frente a la dependiente, integrada por menores de edad y por adultos mayores. Y, en tales circunstancias, es notable la gran oportunidad que, como pocos países, tiene México, de aquí hasta mediados del presente siglo, ya que por única vez en su historia la población en edad productiva será mayor, en ese lapso, que la dependiente.

Esto quiere decir que si no aprovechamos estos años para incorporarnos al grupo de países desarrollados y competitivos, nuestra población de dependientes volverá a ser mayor que los de edad productiva y jamás saldremos de la pobreza y del subdesarrollo.

Las generaciones del futuro jamás nos perdonarán si no sabemos aprovechar económica, productiva y competitivamente este bono demográfico, esta oportunidad única a lo largo de toda nuestra historia.

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