martes, 31 de mayo de 2011

Las catástrofes del siglo 20

Del año 1900 al 1913, profetas de toda clase anunciaban al siglo 20 como un tiempo de las grandes construcciones del conocimiento, la política, y la construcción de un mundo mejor para todos.

Todos estos profetas se equivocaron: el siglo 20 resultó ser una era de las grandes rupturas, desengaños y frustraciones. Cien años en que los grandes proyectos de unidad mundial se desmoronaban, y, a la vez, se hacían añicos los más importantes valores de una tradición probada de la Antigua Grecia.

La Primera Guerra Mundial estalla en 1914, sin ningún esfuerzo por impedirla por parte de las naciones más poderosas. Por vez primera, el mundo fue testigo de la crueldad humana a una escala que jamás se había visto.

La Segunda Guerra Mundial, en la que perdieron la vida más de 50 millones de personas, y en la que quedaron heridas y mutiladas más de 200 millones, ofreció al mundo un espectáculo dantesco: las invasiones de Alemania a países débiles y sin armamento, con la consecuente mortandad de millones de seres humanos; hambrunas en países invadidos por los nazis; el surgimiento del Fascismo; la destrucción de puentes, carreteras, centrales eléctricas y ciudades enteras; el Holocausto, vergüenza de la humanidad con más de 6 millones de judíos asesinados.

Y para ponerle la cereza al pastel de muerte, el genocida presidente Truman, lanza en 1946 sendas bombas atómicas a Hiroshima y Nagasaki. Japón, materialmente, estaba destruido y rendido, pero la infinita soberbia de Truman y de su gobierno anhelaban la humillación de Japón con su rendición expresa. El siglo 20 no aprendía de sus errores y crueldades: la colonización explotadora de naciones europeas devastaban a países de África y Asia.

Tanta confusión y desconcierto explotó en la década de los 60. En París, el Movimiento Estudiantil de 1968 expulsó del poder a su gran héroe nacional: al presidente Charles De Gaulle. Los estudiantes protestan en la avanzada Universidad de Berkeley California, y en Praga, capital de la hoy República Checa. En México el Movimiento Estudiantil de 1968 cambió el curso de nuestra historia.

La codicia demente de dominación por parte de los Estados Unidos y de la Antigua Unión Soviética mantuvieron a la población mundial en un permanente estado de terror, temiéndose que en cualquier momento se desataría la tercera guerra mundial.

Esta tercera guerra no apareció en el siglo pasado, pero sí se dio una guerra del terror, desde la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, terminada en 1946, hasta el derrumbe del Muro de Berlín en 1989. A esta guerra se le conoció con el nombre de la Guerra Fría.

En Yalta, Roosevelt, Stalin y Churchill se reparten el mundo. Pero no obstante esto, la antigua Unión Soviética quedó resentida y temerosa, dándose lugar a permanentes hostilidades durante toda la Guerra Fría (1946-1998), por parte de los antiguos aliados: Rusia y los Estados Unidos.

La arrogancia de este país no entendió ni le interesó comprender las distintas opciones para el crecimiento económico y la distribución justa de la riqueza. Este país impone en la economía mundial un “capitalismo salvaje”, sin importar que las grandes especulaciones financieras en las bolsas de valores, y los acuerdos económicos decididos en Washington, empobrecieran a la gran mayoría de las personas que eran alcanzadas por estas políticas unilaterales.

La inmensa concentración de la riqueza en los privilegiados grupos de interés no se hizo esperar: surgieron riquísimas empresas, se fabricaron multimillonarios, se privilegió al capital; y, por otra parte, aumentó el número de pobres, aun en los Estados Unidos.

Este modelo económico fracturó al mundo en el siglo 20: de una población de 7 mil millones de personas, más de mil 400 millones padecen de hambre cada día y más de 2 mil 200 millones se debaten entre la miseria extrema y la pobreza.

La inercia del capitalismo salvaje de los últimos 30 años del siglo pasado, tomó desprevenido a su principal promotor: en el año 2007 se derrumba la economía de los Estados Unidos, con una crisis de extensión mundial, y de peores consecuencias que la Gran Depresión del año de 1929. La crisis del 2007 derrumbó a la economía norteamericana, y causó la quiebra económica de naciones atadas al modelo explotador de la libre empresa sin restricciones ni límite alguno.

A nosotros nos corresponde estudiar con gran cuidado, el abandono que el siglo 20 hizo de los grandes valores del hombre y de la rica herencia de las más importantes aportaciones de la cultura Occidental.

Los hombres y mujeres del año 2011, en un alto porcentaje, estamos confundidos y aterrorizados de lo que heredamos del siglo pasado: crueldad, hambrunas, desempleo, racismo, discriminación de todo tipo, heridas graves a nuestro planeta tanto en su clima como en sus recursos. ¡Necesitamos ir escribiendo el Código Ético que guíe a nuestras naciones! ¡Nada mejor que rescatar los grandes valores de nuestra tradición occidental!

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