sábado, 25 de julio de 2015

LOS TLAXCALTECAS DE SALTILLO

Los Tlaxcaltecas de Saltillo
El capitán don Francisco de Urdiñola dio posesión el 13 de septiembre de 1591, a los tlaxcaltecas que se decían nietos y descendientes de Xicoténcatl “el viejo”, de los terrenos que los españoles habían cedido para ellos y fundaran San Esteban de la Nueva Tlaxcala, a un costado de la villa de Santiago del Saltillo. 

Fueron testigos de elegir el sitio más adecuado para edificar la nueva población: El jefe tlaxcalteca don Buenaventura de Paz, el gobernador de los colonos tlaxcaltecas don Joaquín de Velasco, el instructor religioso fray Juan Terrones y su compañero fray Cristóbal de Espinoza, jefes de los colonos tlaxcaltecas y las autoridades de la villa del Saltillo.
 

Acordaron que la fundación se hiciese al poniente de esta última villa, calle de por medio, señalando lugar para plaza, casas reales, iglesia, convento, huertas y anexos en el terreno comprendido entre las calles de Victoria al sur, Manuel Pérez Treviño al norte, Allende al oriente y Manuel Acuña al poniente.
 

En el acto de fundación se echaron al vuelo las campanas, único rastro que quedaba del destruido convento del padre Gavira y se plantó la cruz de la fundación del lugar, que después se conoció como laza de la cruz, que hoy ocupa un conocido Banco.
 

El día 17, Urdiñola dio posesión a los religiosos del terreno de la fundación y a 71 indios casados y 16 solteros, de terrenos para casa y huertas; tres leguas de tierra con sus aguas y 20 caballerías, de tierra de labor.
 

Sus nuevas autoridades fueron nombradas, recayendo los nombramientos en don Buenaventura de la Paz como jefe principal; don Joaquín de Velasco como gobernador; don Antonio de Naveda como alcalde; regidor, Gaspar Cleofas; alguacil mayor, Lorenzo de Aquino; y como fiscal de la iglesia y regimiento, Tomás de Aquino.
 

La llegada de los tlaxcaltecas, expertos agricultores y hábiles artesanos, tuvo una gran influencia en la villa del Saltillo; los montes y pastizales se convirtieron en laboríos y huertas, apaciguando a los grupos chichimecas de la región que se dedicaban a la guerra y el pillaje.
 

Los colonos tlaxcaltecas fueron muy bien recibidos por los españoles de Saltillo, quienes habían cedido espontáneamente sus mejores tierras y suficiente agua, convirtiéndolas en un emporio de producción.
 

Fray Agustín de Morfi, en su obra Crónica de Nuevo México y Viaje de Indios, dice que al llegar a Saltillo se dio cuenta de que “gracias a la actividad de los tlaxcaltecas, no existía un palmo de tierra improductiva sin cultivo.
 

Las frutas, las legumbres, la leche, los huevos que se consumían en la villa, eran productos de la colonia tlaxcalteca”. (Las Cosas de Coahuila, columna periodística de Álvaro Canales Santos)
La Cultura Tlaxcalteca
La religión de los tlaxcaltecas era muy semejante a la de los aztecas. Tenían un Dios principal: Camaxti, equivalente a Huitzilopochtili y era el dios de la guerra y la caza.

Su culto no era tan cruel como el de los aztecas, ya que los sacrificios se realizaban en voluntarios o con prisioneros de guerra y con mucha frecuencia los inmolados eran animales. Su idioma era el náhuatl, que hablaban con más corrección que ningún otro grupo nahaloide.
 

La familia se formaba por el padre, la madre y la prole. Normalmente el individuo era monógamo y solo los señores podían tener una esposa y varias concubinas, aunque a los hijos de todas se les consideraba legales.
 

Las reglas morales eran muy estrictas, el hombre debía casarse antes de los 22 años o era rapado y expuesto al escarnio público.
 

El robo, el adulterio y la mentira, al igual que la embriaguez y las faltas a la moral, eran castigados severamente.
 

Los hijos a partir de los 5 y 6 años eran educados en el hogar con estricto apego a la moral.
 

Una vez pasada la infancia eran enviados a colegios para ser educados por asesores y sacerdotes en distintas disciplinas. A los hijos de los nobles se les enviaba al Calmecac y a los plebeyos al Tepochcalli.
 

Había colegios para mujeres en donde se les enseñaba la educación moral, las artes, la cocina, el tejido, etcétera, tratando siempre que fueran agradables y útiles a sus esposos.
 

La base de su alimentación era el maíz, complementada con el frijol, el chile, la calabaza, algunas legumbres, tubérculos, flores, frutos y semillas.
 

El maguey le proporcionaba el agua miel y el pulque.
 

Sus pencas cocidas en barbacoa le proporcionaba el mezcale, que al fermentarse producía el mezcal.
 

La tuna del nopal se comía seca y cruda durante la temporada, la baya del mezquite les servía para fabricar el mexquitamal o panes de gran poder nutricional. Consumían carne producto de la cacería y de animales domésticos como el pavo o perrillos, que eran criados para servir de alimentos, engordados y sacrificados para las grandes ocasiones.

La cocina típica del noreste conserva en sus principales platillos la herencia tlaxcalteca: las tortillas, las chalupas y las gorditas pellizcadas nos recuerdan la palabra tlaxcalteca, significa comedor de maíz o de pan de maíz.
 

Los chicales, el atole de masa, los tamales tienen el mismo origen; el mole, el pipián, el pan de pulque, el esquite, la calabaza con elote y el pulque, no pueden negar que son herencia de la colonización tlaxcalteca.
Los conquistadores Tlaxcaltecas
El virrey de la Nueva España, don Luis de Velasco decidió enviar colonias indígenas para que defendieran los nuevos poblados, en particular el pueblo tlaxcalteca, excelentes guerreros, el principal aliado de los españoles durante la conquista y la mayor parte de ellos se habían convertido en cristianos. 

Se realizaron negociaciones con don Gregorio Nanciaceno, jefe de los tlaxcaltecas, quien acordó proporcionar 400 hombres casados, con sus familias para colonizar la zona chichimeca.
 

Ellos serían considerados como conquistadores, caballeros e hidalgos, tendrían el derecho de anteponer el título de “don” a su nombre, podrían montar a caballo y portar armas, estarían exentos de tributo, servicio personal y alcabalas, sus poblados estarían separados de los españoles, de los chichimecas y de otros indígenas, además de tener su propio gobierno, excluyendo de él a los españoles.
 

Solo dependerían de la real audiencia de Guadalajara en lo religioso y en lo judicial, en lo político y en lo militar exclusivamente del virreinato: Serían dotados de tierras y solares para labrar y edificar, tendrían derecho sobre estancias, ríos, pesquerías y salinas, además de construir molinos.
 

Sus mercados o “tianguis” estarían exentos de impuestos durante 30 años y durante dos, se les proporcionarían alimentos, arados e implementos agrícolas.
 

Estas concesiones jamás dadas a otros pobladores por los conquistadores, se desprende el elevado concepto que el Gobierno español tenía del pueblo tlaxcalteca.
 

Que fuertes y valerosos, se caracterizaban por su amor al orden y a la paz, por su elevada moral y respeto a las leyes, tenían un alto grado de cultura, eran amantes de las ciencias y las artes y fieles cumplidores de los preceptos cristianos.
 

En Tololán se reunieron 104 hombres, 90 mujeres y 46 niños del señorío de Ocotelulco; 90 hombres, 80 mujeres y 29 niños del señorío de Quiahiztlán; 100 hombres, 84 mujeres y 9 niños del señorío de Tepetícpac y 90 hombres, 80 mujeres y 59 niños del señorío de Tizatlán.
 

Estos ultimo se ufanaban de ser nietos y descendientes de Xicoténcaltl, “el viejo”. Iniciaron su viaje en 109 carretas el 6 de julio de 1591 para cruzar la altiplanicie mexicana.
 

La primera colonia que fundaron fue Tlaxcalilla en San Luis Potosí, luego la de Colotlán, luego se regresaron un poco al sur en Cuezillos, donde acordaron que los provenientes de Tizatlán, los que se decían descendientes de Xicoténcatl, fueran a fundar una colonia junto a la Villa de Santiago del Saltillo, que luego fue San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
 


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