PAPA FRANCISCO: “HASTA QUE NO SE LOGRE UNA
DISTRIBUCIÓN EQUITATIVA DE LA RIQUEZA, NO SE RESOLVERÁN LOS MALES DE NUESTRA
SOCIEDAD”
En un mundo que evidencia una creciente concentración de la riqueza en manos de unos pocos poderosos, el Papa Francisco aprovechó la Cumbre de las Américas de Panamá para acercar una reflexión social que contradice la visión individualista que justifica la desigualdad y que busca imponerse desde los medios masivos del poder económico.
Compartimos
el texto completo de la Carta del Papa Francisco a la Cumbre de las Américas:
Pido a Dios
que, compartiendo valores comunes, lleguen a compromisos de colaboración en el
ámbito nacional o regional que afronten con realismo los problemas y trasmitan
esperanza. Me siento en sintonía con el tema elegido para esta Cumbre:
“Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación en las Américas”.
Estoy
convencido – y así lo expresé en la Exhortacion Apostolica Evangelii gaudium –
de que la inequidad, la injusta distribución de las riquezas y de los recursos,
es fuente de conflictos y de violencia entre los pueblos, porque supone que el
progreso de unos se construye sobre el necesario sacrificio de otros y que,
para poder vivir dignamente, hay que luchar contra los demás.
El bienestar
así logrado es injusto en su raíz y atenta contra la dignidad de las personas.
Hay “bienes básicos”, como la tierra, el trabajo y la casa, y “servicios
públicos”, como la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente …, de
los que ningún ser humano debería quedar excluído.
Este deseo –
que todos compartimos -, desgraciadamente aún esta lejos de la realidad.
Todavía hoy siguen habiendo injustas desigualdades, que ofenden a la dignidad
de las personas.
El gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad y la fraternidad en lugar de la globalización de la discriminación y la indiferencia y, mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de nuestra sociedad (cf. Evangelii gaudium 202).
El gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad y la fraternidad en lugar de la globalización de la discriminación y la indiferencia y, mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de nuestra sociedad (cf. Evangelii gaudium 202).
No podemos
negar que muchos países han experimentado un fuerte desarrollo económico en los
últimos años, pero no es menos cierto que otros siguen postrados en la pobreza.
Además, en las economías emergentes, gran parte de la población no se ha
beneficiado del progreso económico general, sino que frecuentemente se ha
abierto una brecha mayor entre ricos y pobres. La teoria del “goteo” o
“derrame” (cf. Evangelii gaudium 54) se ha revelado falaz: no es suficiente
esperar que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos.
Son necesarias acciones directas en pro de los más desfavorecidos, cuya
atención, como la de los más pequeños en el seno de una familia, debería ser
prioritaria para los gobernantes. La Iglesia siempre ha defendido la “promoción
de las personas concretas” (“Centesimus annus, 46), atendiendo sus necesidades
y ofreciéndoles posibilidades de desarrollo.
Me gustaría
también llamar su atención sobre el problema de la inmigración. La inmensa
disparidad de oportunidades entre unos países y otros hace que muchas personas
se vean obligadas a abandonar su tierra y su familia, convirtiéndose en fácil
presa del tráfico de personas y del trabajo esclavo, sin derechos, ni acceso a
la justicia … En ocasiones, la falta de cooperación entre los Estados deja a
muchas personas fuera de la legalidad y sin posibilidad de hacer valer sus
derechos, obligándoles a situarse entre los que se aprovechan de los demás o a
resignarse a ser victima de los abusos.
Son
situaciones en las que no basta salvaguardar la ley para defender los derechos
básicos de la persona, en las que la norma, sin piedad y misericordia, no
responde a la justicia. A veces, incluso dentro de cada país, se dan
diferencias escandalosas y ofensivas, especialmente en las poblaciones indígenas,
en las zonas rurales o en los suburbios de las grandes ciudades. Sin una
auténtica defensa de estas personas contra el racismo, la xenofobia y la
intolerancia, el Estado de derecho perdería su legitimidad.
Señor
Presidente, los esfuerzos por tender puentes, canales de comunicación, tejer
relaciones, buscar el entendimiento nunca son vanos. La situación geográfica de
Panamá, en el centro del continente Americano, que la convierte en un punto de
encuentro del norte y el sur, de los Océanos Pacifico y Atlántico, es
seguramente una llamada, pro mundi beneficio, a generar un nuevo orden de paz y
de justicia y a promover la solidaridad y la colaboración respetando la justa
autonomía de cada nación.
Con el deseo
de que la Iglesia sea también instrumento de paz y reconciliacion entre los
pueblos, reciba mi mas atento y cordial saludo.
Vaticano, 10 de abril de 2015
Francisco.
Vaticano, 10 de abril de 2015
Francisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario