sábado, 1 de noviembre de 2014

¡Éste sí es un buen chisme!

¡Éste sí es un buen chisme!
¡A todos nos encanta el chisme! De hecho, disfrutamos un “chismecito” de nuestros amigos, parientes, compañeros.
El asunto de “chismear” se puede presentar en diferentes ámbitos como el familiar, social, profesional, político, artístico, etc.
Apenas llevo 4 renglones y ya escribí: chisme, chismecito y chismear.

Bien, el Diccionario de la Real Academia Española dice que quizá provenga del latín: Cimez, chinche y lo define como: Noticia verdadera o falsa, comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna, también significa baratija o trasto pequeño.
El verbo chismear o chismar significa: Llevar y traer noticias que pretenden indisponer.
Lo practicamos desde la niñez hasta ser adultos, no distingue sexo, doctrina, credo o religión que se profese.
Se dice que las mujeres son más chismosas que los hombres, pero a estas alturas del partido la verdad es que es temerario afirmar si las mujeres o los hombres, porque cuando los hombres se juntan…

No hay reunión de seres humanos (para no decir hombres o mujeres) en la cual no se involucre a alguien en algún chisme, la vecina, el hijo de la comadre, el compañero de la escuela, el profe, etc.
¡Disfrutamos y saboreamos el chismecito! ¿Se han percatado que los programas con mayor audiencia en la TV son los de chismes? Las redes sociales son ideales para estar enterados de los chismes.
Nos conectamos al Face o al Twitter sólo para ver qué fotos nuevas hay o dónde anda tal persona.
¡Claro, porque a todos nos encanta enterarnos de la vida de los demás y hasta le inventamos!
Lo increíble del asunto es que los chismes pueden ser factor de aceptación o no para cierto grupo.
Es decir el chismear es normal y hasta divertido, si participas activamente serás bienvenido, si al contrario no participas, pasarás a ser parte de las críticas.
Un estudio realizado por el antropólogo británico y biólogo evolucionista especializado en el estudio del comportamiento humano, Robin Ian McDonald Dunbar, reveló que cuando chismeamos secretamos endorfinas, semejante a cuando hacemos ejercicio, reímos o comemos algo que nos gusta, es decir, tenemos una sensación de felicidad: ¡Por eso nos encanta chismear!

Hace tiempo departiendo con un grupo de amigos empecé a chismear sobre un artista y uno de los presentes me recordó la siguiente historia: Un hombre fue a consultar a un gran sabio, porque sentía arrepentimiento y un dolor muy grande, porque durante algún tiempo había ofendido gravemente a un amigo inventando cosas acerca de él.

Había hablado tan mal al grado de forjarle una pésima imagen ante la sociedad.

“-Señor sabio, -le suplicaba-. ¡Dígame qué puedo hacer para quitarme este arrepentimiento que siento! El sabio lo escuchó pacientemente y luego le dijo: “-Ve por un saco lleno de plumas y avienta al aire una por una durante todo el día, y mañana vuelves”.
El hombre se retiró feliz por lo simple de la acción. Al día siguiente regresó y le dijo: “-¡Listo, maestro! ¿Ahora qué tengo que hacer para sentirme mejor? El sabio le dijo: “-Ahora ve a recoger una a una las pequeñas plumas que arrojaste al viento.
El hombre, entristecido le dijo: “-Eso es algo imposible maestro”. El viejo le respondió: “-Así fue lo que hiciste al blasfemar a tu amigo, un daño irreparable. Ve a implorar su perdón y promete no volver a hacerlo”.
Los chismes y rumores son tan efectivos como las armas, unos hieren el cuerpo físico y los otros hieren el alma. ¡No juzgues, no inventes, no murmures, no hagas lío, vive tu vida y deja vivir en paz a los demás!

¡Abrazote de oso!

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