sábado, 1 de noviembre de 2014

¡Observa las señales!

¡Observa las señales!
¡Señales, señales y más señales! ¿Cuántas veces el ser supremo nos envía signos o pistas de que debemos cambiar de rumbo, forma de pensar o actuar?
¡Podría afirmar que diariamente! Dichas manifestaciones pueden ser tan claras y precisas que cualquiera podría visualizarlas, menos nosotros.
La verdad es que estamos tan acostumbrados a vivir dentro de nuestra zona de confort, que una modificación da pereza.
Nuestro cuerpo, por ejemplo, habla a través del dolor enviando síntomas inequívocos de que algo no está funcionando correctamente.
Dolor de cabeza, huesos, piel, garganta, mil y una enfermedades son el semáforo latente al cual debemos poner atención.
¡Peroooo, hacemos caso omiso, pues hacerle caso significa dejar de comer algo que nos encanta, dejar de fumar, hacer ejercicio, no desvelarnos… y nos resistimos a cambiar de hábitos…!
¡No quiero, no me gusta, me resisto… punto! ¡Mi zona de confort me atrapó! La zona de confort es el lugar mental en el que estamos a gusto con todo y no pensamos, queremos o deseamos cambiar… por nada del mundo.
No queremos salir, por la sencilla razón que son áreas perfectamente conocidas, que se dominan y que nos hacen sentir cómodos.

Los hábitos, rutinas, prácticas diarias son parte de la zona de confort. Por ejemplo: Que tu jefe o esposa te hable fuerte o te trate mal, es parte de la zona de confort, pues es lo que sucede todos los días.
Salario bajo, pero seguro, es parte de tu zona de confort. Las costumbres nos envuelven y atrapan en nuestra zona de confort.
Es importante saber que si bien no es posible liberarnos de ella, sí podemos hacerla crecer al máximo.
Para agrandarla es necesario realizar actividades diferentes que duelen, incomodan, fastidian o hasta irritan, pero que nos llevaran a ser mejores… nos guiaran al éxito.
Se trata de ampliar, agregar o añadir conocimientos, habilidades o experiencias. Ser mejor cada vez. Atreverte a realizar tu sueño. Todo es posible si te lo propones firmemente.
Para salir de esta área es necesario vencer miedos, por ejemplo al ridículo, al qué dirán, a la vergüenza a decir…
¡Qué oso, o sea nooo! Es posible que al tratar de salir, te sientas vulnerable o que te digan: ¿Y si no puedes? ¿Y si te sale mal? ¿Y si chocas? ¿Y si te reprueban? ¿Y si no puedes tú sola? ¡Y si… decenas de excusas!
Pensar que te estás arriesgando mucho es normal, es parte de ser humano, pero también significa que estás encaminándote hacia tu sueño.
No dejes que nada ni nadie oscurezca tu visión. ¡Eres grande, único e irrepetible! Sólo… ¡Observa las señales!
¡Doble abrazote de oso!


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