sábado, 1 de noviembre de 2014

¡Quien juzga, será juzgado!

¡Quien juzga, será juzgado!
Mi abuelita decía: -No hagas daño a nadie, no maltrates a los animales, cuida tu cuerpo, haz el bien siempre, porque tarde o temprano todo se te regresará- ¡Qué gran verdad! Sin saberlo parafraseaba la “Ley del Karma”.
Este precepto establece que nuestras acciones tendrán por fuerza un efecto.
Si alimentas tu mente, cuerpo y alma de cosas negativas, el gran señor del tiempo lo cobrará muy caro.
En cambio, las acciones provechosas son las semillas de la felicidad futura.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra “karma”, viene del sánscrito, hecho, acción y significa:
1.- En algunas religiones de la India, energía derivada de los actos que condiciona cada una de las sucesivas reencarnaciones, hasta que se alcanza la perfección.
2.- En otras creencias, fuerza espiritual.
Cada persona posee su propia fuerza espiritual y por lo tanto su propio “karma”.
Mientras que algunas personas gozan de excelente salud, otras sufren una gran variedad de enfermedades.
Existen individuos que suelen estar siempre de mal humor y nunca están satisfechos, otros son alegres y se conforman con poco. Según esta ley, dice que nuestra mente, se contamina con el paso del tiempo y con el veneno interno del aferramiento propio.
El sufrimiento que experimentamos es producto de nuestras propias acciones o “karma”, no es un castigo impuesto por nadie.
El odio, el apego, la ignorancia son parte de todas las acciones negativas que hemos cometido durante nuestra existencia.
La vida ofrece oportunidades de hacer cosas positivas o cosas negativas, escoger es parte del ser humano.
Algunas personas, en todo su derecho, dirán que el “karma” no existe, cada quien es libre de pensar lo que quiera.
Sólo para complementar, dejaré la frase más clara sobre el “karma”, ¿adivinen de quién es?: “EL QUE SIEMBRA, COSECHA”- El que ama es amado, el que ayuda es ayudado, el que critica es criticado y el que daña recibe lo que ha causado.

Nadie logra engañarse a sí mismo, todo vuelve multiplicado, lo positivo y lo negativo, es el mismo esfuerzo amar que odiar, cambia notablemente el resultado, el primero nos sana y eleva, el segundo nos anula y destruye.


¡Quien juzga, será juzgado!




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