miércoles, 4 de abril de 2012

Hoy se nos perdió una hora

Este domingo, cuando a las 02:00 de la madrugada, usted estaba saliendo del antro o del club, si se fijó en su reloj, se dio cuenta de que ya eran las 03:00 horas, y con el temor de la multa se fue rápidamente a su casa. Pero no fue por una trampa ni un engaño que le tendieron los dueños de los establecimientos en donde se venden licores. Y tampoco es que el efecto de éstos lo haya desorientado. Es el cambio del horario de invierno al de verano, por el cual todos tenemos que adelantar una hora los relojes. Lo curioso es que este día tiene solo 23 horas, y esa hora que nos quitan la notará sobre todo el lunes por la mañana, porque nos obligarán a madrugar más.

Cambiamos de horario y nuestros relojes lo único que tuvieron que hacer es adelantarse, pero usted se está preguntando si nuestro reloj biológico puede acoplarse con tanta facilidad como nuestros relojes físicos, esos que vemos en la pared, que llevamos en la muñeca, en el celular o en la computadora. Porque aún existe la duda en la mayoría de las personas de que el cambio orgánico sea tan fácil de adaptar como el cambio físico. Y la pregunta de todos es ¿será realmente útil la pérdida de una hora, no sólo de sueño, sino de hábitos y de ritmos circadianos?

Parece ser que la respuesta que da la mayoría de los expertos va en el sentido de que sí es útil y además, que no es realmente significativo para nuestro organismo este avance de una hora que obligamos a hacer en nuestros relojes internos. En cuanto al ahorro de energía eléctrica, ya no hay mucha incertidumbre en sus efectos económicos positivos, pues según dice la Secretaría de Energía la medida representa un ahorro de electricidad de 18 mil 419 Gigawatts/hora y de 40.63 millones de barriles de petróleo, con lo que se dejarán de emitir 24.32 millones de toneladas de bióxido de carbono a la atmósfera. Por lo menos eso dice la tal Secretaría y ojalá que sea cierto, para que valga la pena el esfuerzo.

Pero la verdadera buena noticia es que parece ser que tampoco existe mucho problema en cuanto al supuesto daño físico. Las investigaciones indican que, en organismos sanos, la hora perdida se recupera en cuatro o máximo cinco días, siendo sus consecuencias muy leves en el ciclo del sueño y de la alimentación.

En los adultos las consecuencias se manifiestan con un leve aumento en la accidentalidad y mayor irritabilidad en los días posteriores del cambio. En los mayores de 50 años se presentará, además, leves trastornos del sueño. En los niños, además de irritabilidad y de la alteración en los hábitos en la alimentación, se presentarán problemas para dormir por la noche y, por lo tanto, para despertarse. En la escuela, en las primeras horas de clase, la atención estará un poco mas dispersa y la conducta será de mayor dificultad en la concentración, sobre todo en materias que exijan abstracción, como las matemáticas. Y es que con la somnolencia disminuye esa capacidad de vigilancia que nos permite estar atentos y aprender a resolver problemas. Esta semana, como usted comprenderá, no será la mejor para aplicar exámenes de ningún tipo.

Pero las personas que ya tienen conflictos para dormir o que no tienen sueño de calidad pueden llegar a tener consecuencias muy negativas si no ponen atención a la corrección de los hábitos de dormir. Está comprobado que el déficit crónico de sueño es un factor que contribuye al desarrollo de la obesidad y a los trastornos metabólicos relacionados con la insulina. Un sueño insuficiente o de mala calidad condiciona la mala calidad de vida y el bajo rendimiento físico e intelectual.

Por todo ello, es importante que pongamos atención en la adaptación al nuevo horario. La buena disposición que tengamos para corregir nuestras costumbres cotidianas va a ser el factor fundamental que nos permitirá no sufrir los efectos negativos de este cambio de horario.

Parece curioso, pero entre menos nos quejemos del cambio de horario y mejor disposición tengamos para aceptarlo, mas pronto vamos a adaptarnos a él.

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