viernes, 6 de abril de 2012

Leer o no leer, he ahí el dilema

“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”. Jorge Luis Borges

En una sociedad como la nuestra, donde el promedio de lectura de la población en general es de menos de dos libros al año, el hecho de que un candidato a la Presidencia de la Republica cometa desaciertos en torno a algunos libros que según él le marcaron la vida, es sólo el reflejo de la sociedad de la que somos parte; aun cuando a primera instancia se muestre como algo extraordinario, sólo es una muestra de la gran crisis que tiene el país en el ámbito educativo y cultural.

La sociedad en México es muy dada a la simulación y el engaño, a partir de este desafortunado suceso, resultó como por arte de magia que la población mexicana es una ávida lectora de libros; de ello dieron cuenta los cientos de comentarios que se escribieron y escucharon en las redes sociales y en los medios de comunicación. Agradable hubiese sido preguntarles a los millones de mexicanos que se rasgaron las vestiduras desencadenando este apocalipsis literario de cuántos libros leyeron en este año que está por terminar.

La idea de que nuestra sociedad es una ávida lectora de libros muy poco tiene de sustento y desafortunadamente es lo menos que posee; lo que sí tiene es que es una sociedad devoradora de telenovelas, “talk shows” y programas de concursos, que muy poco aportan a la cultura de las personas, además de la gran cantidad de modismos que la población adopta como suyos y que invariablemente nos refleja la gran cantidad de horas que pasan frente a la televisión.

La falta de lectura se refleja además en la pobreza del lenguaje de la gran mayoría de los mexicanos, el promedio nos indica que las personas utilizan una reducida cantidad de palabras en su vocabulario y hay de aquel que se atreva a utilizar alguna que no apliquen las demás personas con las que convive, porque invariablemente escuchará que alguien le diga que deje de usar esa palabra “apantalladora” y “dominguera”.

Las campañas de lectura que se llevan a cabo en este momento en los medios de comunicación, principalmente en la televisión, se develan en sólo el discurso de los buenos deseos, al mantener programas que denigran y degeneran el idioma español y de ello da cuenta el célebre programa de “100 mexicanos ‘dijieron’”, que de la mano de su conductor “El Vítor” reflejan la realidad de la pobreza del lenguaje en nuestro país.

En beneficio de la lectura, escaso ha sido lo que se ha hecho en este periodo de Gobierno, aunque cierto es que fue un poco más de aquel sexenio no grato de Vicente Fox, en el cual éste presidente de una pobreza cultural evidente, nombró seguro de sí, en la sede de la Real Academia de la Lengua Española, a Jorge Luis Borges como “José Luis Borgues” y tiempo después remataría al decirle a una señora, “no lea los periódicos, sea feliz...No sufra, no se entere...”

Poner en la mesa de las ideas y de los debates esta problemática evidentemente es necesario, como ineludible es diseñar políticas de lectura que no sólo se queden en el discurso, que realmente tiendan a resolver la problemática planteada.

El autor es subdirector del Circulo Editorial de la Fundación Trascender. Vínculo de Profesionistas A.C.

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