miércoles, 4 de abril de 2012

Los defectos de las mujeres

El pasado día 8 de marzo se celebro el Día Internacional de la Mujer. Se ha dicho en repetidas ocasiones que si la mujer tiene su día de celebración, el hombre también debería tenerlo, pues de lo contrario se le está discriminando. Pero si la mujer tiene un día exclusivo en el año, el resto de días son para el hombre, porque la sociedad aún es de los varones, y si la igualdad de derechos sociales aún está lejos, en el tema de la comprensión profunda de la esencia femenina el problema es peor. Entendemos al ser humano a partir de las estructuras de sensibilidad, de afectos y de pensamiento de los hombres pensando que son generales y válidas para entender a las mujeres. Pero como ellas no reaccionan igual, en lugar de estudiarlas mejor pensamos que son defectuosas, que están incompletas o que son menos inteligentes. Y no es así. Simplemente son diferentes.

Y sobre el tema de las diferencias de género: ¿quiénes son más inteligentes, los hombres o las mujeres? Un chiste que circula por el internet, afirma: “Hay dos verdades absolutas. Una es que los hombres son más inteligentes que las mujeres. ¿Y cuál es la otra? Que la tierra es plana”.

En lo que se refiere al coeficiente intelectual, entendido como medida global de los rendimientos de la inteligencia, las investigaciones no muestran diferencias entre el hombre y la mujer, aunque, en ámbitos parciales de la inteligencia, existen diferencias estadísticas asociadas al género. ¿Cuáles son estas diferencias? Las mujeres superan a los hombres en facultades verbales, mientras que los hombres las superamos en capacidad de representación espacial, lo que nos permite tener cierta ventaja en el conocimiento matemático, aunque también deberíamos preguntarnos si realmente ellas no aprenden tan fácil las matemáticas o más bien se hallan desmotivadas o perjudicadas por los estereotipos sobre los sexos. Si las personas piensan que la mujer es menos inteligente que el hombre, la podrán forzar a creerlo. Y yo le digo a usted, sin lugar a dudas, que la inteligencia femenina no es menor a la masculina, sino que se presenta con rasgos diferentes. Por ello, las mujeres deberían reclamar igualdad en el espacio intelectual.

Para desgracia del orgullo masculino, sabemos ahora que la mujer es el animal más evolucionado de todas las especies vivas. El cuerpo femenino es más resistente que el masculino y sus sentidos tienen mayor desarrollo que los del hombre. En ella está altamente desarrollado el instinto dominante que ha permitido sobrevivir a la humanidad: el instinto de apego al hijo. Éste es el instinto que hace a las niñas disfrutar muchísimo el juego con muñecas y en la adolescencia, cuando la explosión gonádica está en su máximo, las obligará a desear el embarazo sin ser muy conscientes de ese deseo. En nuestro país, alrededor de 20% de embarazos por año son de adolescentes, y eso que cada vez hay más posibilidades de evitarlo. Y es que el instinto sexual está, en la mujer joven, subordinado al servicio del instinto de apego, y con cada relación sexual busca, más que el orgasmo, la creación del vínculo con su pareja, para garantizar la protección de la cría que ella quiere que se geste en ese acto. Por eso las mujeres jóvenes siempre sueñan que su hombre se case con ellas. En el mismo instante del embarazo surge, desde el paleocórtex, el instinto de apego al hijo, antes incluso de que ella sepa que viene en camino. Luego, en el parto, llega el momento clave para sellar el apego estableciéndose en ese momento entre la madre y el hijo el mayor lazo afectivo que existe en la humanidad. El hombre no establece un lazo tan estrecho con sus hijos, aunque pueda amarlos profundamente.

Para probar el lazo que establecen las madres con sus hijos, Desmond Morris, etólogo, hizo un experimento: Tapó los ojos de madres recientes y les fue pasando distintos bebés por debajo de la nariz. El 100% pudo reconocer al hijo propio por su olor, que era para ella inconfundible. En cambio, cuando lo repitió con hombres, sólo 50% pudo adivinarlo. El hombre, dice Morris, es más desechable, porque de la mujer depende que la familia, el grupo fundamental humano, no se extinga.

Por eso es importante que, por lo menos una vez al año, reflexionemos sobre la total importancia que tienen las mujeres, con esos instintos de apego, maternales, para que esta sociedad, que los hombres hemos construido dura y cruel, se humanice y se convierta en una sociedad que busque y encuentre realmente la felicidad y la paz. Cada mujer sabe cómo y puede lograrlo.

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