miércoles, 4 de abril de 2012

¿Usted le creyó a ‘De Panzazo’?

Consiga usted 8 millones de dólares, junte a un director creativo y a un conductor de televisión ingenioso y agresivo, cuente con el beneplácito de la Fundación Televisa, trabaje tres años en la producción, diseñe un ingenioso sistema de publicidad para su producto y tendrá “¡De Panzazo!”.

Dice la publicidad que “¡De Panzazo!” refleja la realidad de la educación en México y que, además, pone en evidencia que la sociedad mexicana pasa “de panzazo” en un sistema excluyente en el que no se logran aprendizajes para la vida. Pero éste es un criterio demasiado radical, que busca más el impacto propagandístico que reflejar fielmente una realidad que al final se le escapa de las manos y aunque la película sí muestra algunos problemas reales, no logra demostrar mucho que digamos.

Este documental sin duda alguna está muy bien hecho y logra su intención de alarmar al espectador. Mantiene la atención casi de manera constante a lo largo de los 80 minutos que dura la proyección, lo que es una virtud que pocos documentales mexicanos consiguen. El director, Juan Carlos Rulfo, hijo del escritor Juan Rulfo, y su codirector y guionista, Carlos Loret de Mola, conductor de noticias de Televisa, hicieron bien su trabajo. Impresionan y ponen a pensar al auditorio. Pero exageran los problemas y esconden los logros del sistema educativo, porque aunque usted no lo crea, sí los hay.

“De Panzazo” no es una película de investigación científica, ni la divulgación de una investigación educativa. Es un trabajo periodístico que adolece de defectos metodológicos tan evidentes, que el buen ritmo del argumento no alcanza a disfrazarlos. En cuanto a la metodología cualitativa, diremos que la cámara es invasiva en las escuelas y obliga a los participantes a actuar. Además, algunas de las entrevistas son tendenciosas o siguieren la respuesta. El focus group con estudiantes, dirigido por Loret de Mola, está mal conducido: de entrada, hay una respuesta que se antojaba interesante, pero es inhibida por el conductor, según su estilo. La selección de los informantes clave está comprometida al guión, y no el guión a los informantes clave. El norte del país no está representado, porque Ciudad Juárez no es representativa, por su situación actual, del perfil tipo. Si bien seleccionan una muestra de conveniencia, esto lo caracteriza como un estudio de caso más que como una muestra nacional.

En cuanto a la metodología cuantitativa, las escenas de búsqueda de datos de la cantidad de maestros que existen en México están sobredramatizadas, pero si de lo que se trataba era evidenciar la ignorancia de las autoridades de la SEP y del SNTE, se logró de manera alarmante. Las comparaciones entre Corea y México son artificiosas y no representan la realidad, por faltar indicadores importantes de estructura económica, política y cultural que determinan la diferencia existente en ambos países, más allá de lo educativo. Algunas informaciones de la OCDE están mal expresadas: por ejemplo, el gasto público en educación debe tomarse por la inversión en términos del porcentaje del PIB nacional asignado, que en el caso de nuestro país es 5.7%, cantidad menor a la fijada en los acuerdos internacionales. De acuerdo con el reporte “Panorama de la Educación 2010” de la OCDE, el gasto de México por cada estudiante en educación básica es de 2 mil 173 dólares, cuando el promedio de la OCDE es de 7 mil 504 dólares. Pero la información que más impacta es aquella que se refiere al tiempo en que, según los realizadores, tardará nuestro país para alcanzar a los punteros de la OCDE: más de 300 años; pero la realidad no avanza en línea recta, sino en espiral y a saltos cualitativos. Pueden ser 300, 30 o 3 años. Nadie lo sabe con seguridad. Para muestra está el ejemplo de Polonia, que en menos de 10 años, de estar en los últimos lugares, pasa de ser de los primeros.

Al final se menciona la necesidad de asumir una educación que no esté basada en la transferencia de la información, sino en la construcción del conocimiento, pero no se dice que es precisamente lo que propone la actual Reforma Integral de la Educación Básica. Se toma a la educación mexicana como un conjunto homogéneo, en donde todas las escuelas funcionarían de la misma forma, siendo que la diversidad es una característica fundamental de nuestro país. Se intuye que “¡De Panzazo!” encierra una propuesta política y educativa diferente a la actual, pero se queda sin plantear, aunque es obvia la intención de formar una corriente de opinión contraria a los programas vigentes. Una buena película que hay que ver, pero deberemos tomar su información con muchas reservas.

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