domingo, 10 de octubre de 2010

EN BÚSQUEDA DEL SER Y DE LA VERDAD PERDIDOS. La tarea actual de la filososfía. 14

XIV. LA VERDAD SOBRE LA REALIDAD RACIONAL.
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La aproximación cognitiva a la realidad racional.

Corresponde examinar ahora las posibilidades de que se alcancen conocimientos verdaderos sobre la realidad racional, primero a nivel de la experiencia racional pura del sujeto, y luego en su conexión con las experiencias cognitivas empírica y fenomenológica.

Con la experiencia cognitiva racional ocurre algo análogo (en parte igual y en parte diferente) a la experiencia fenomenológica. Lo igual es que en la realidad racional en cuanto realidad, no es posible establecer distancia entre el objeto y el sujeto establecidos por la experiencia cognitiva. El sujeto del conocimiento racional (el lado interno de la realidad racional) es la razón, y el objeto de este conocimiento (lado externo) son los objetos racionales y sus relaciones coherentes. Ahora bien, tal como concluimos del análisis epistemológico de la experiencia racional, por razón (en cuanto establecida por la misma experiencia racional, sin que podamos afirmar una entidad que la constituya o que la sostenga) podemos entender solamente el conjunto de los objetos racionales interrelacionados coherentemente. De este modo, razón y realidad racional no pueden distinguirse tampoco en cuanto conocimiento. Esto es lo diferente en relación a la experiencia fenomenológica: los contenidos del conocimiento racional y los objetos de este conocimiento coinciden, se identifican. El contenido del conocimiento racional puro (las ideas, números, figuras geométricas, símbolos y sus relaciones) coincide con los objetos de este conocimiento. Cuando la razón concibe una idea y formula un silogismo, o piensa en un número o figura geométrica y efectúa un cálculo o un teorema, los contenidos de esos conocimientos son la idea, el número, la figura, el silogismo, el cálculo y el teorema, o sea los objetos racionales mismos, sin que pueda establecerse diferencia entre el contenido cognitivo y sus objetos (o la realidad conocida).

Parece, pues, que finalmente hemos encontrado conocimientos -los conocimientos racionales puros- que podemos entender como verdaderos en el sentido riguroso del concepto: identidad y coincidencia entre el contenido del conocimiento y el objeto de ese conocimiento. Diremos, pues, que la lógica, la matemáticas, la geometría y la semiología son ciencias constituidas por conocimientos racionalmente verdaderos. Ellos no pueden ser falsos, ni erróneos ni aproximativos, pues todo conocimiento racional puro es idéntico a sí mismo, coincide con sí mismo. No puede distinguirse un conocimiento racional verdadero como distinto de un conocimiento racional falso, sino solamente conocimientos racionales como distintos de cualesquiera otros que se presenten ante la razón misma como irracionales.

Sin embargo, son necesarias algunas precisiones sobre el significado de la verdad racional así establecida y concebida. En primer lugar, que consistiendo la realidad racional en la inteligibilidad y coherencia de los objetos racionales, y siendo la verdad racional la identidad entre un contenido cognitivo racional y un objeto racional, la verdad racional no es otra cosa sino la inteligibilidad y coherencia de los objetos racionales para la razón intelectiva. El conocimiento racional es verdadero en cuanto los objetos lógicos, matemáticos, geométricos y simbólicos son racionalmente inteligibles y coherentes para la razón.

Ellos son idénticos, siempre los mismos, en cuanto realidad racional y en cuanto conocimiento racional. Pero no son idénticos a ninguna otra cosa distinta de ellos, lo cual significa que no contienen ni proporcionan por sí mismos, ningún conocimiento verdadero sobre alguna cualquiera otra realidad distinta de ellos mismos. El conocimiento racional puro de un objeto racional no establece la verdad sobre ningún otro objeto de conocimiento distinto del propio objeto racional. Los objetos racionales, que hacen referencia a objetos no racionales (empíricos o fenomenológicos), no establecen la verdad de estos otros objetos. El concepto de árbol no establece la verdad del árbol sino la verdad intrínseca del concepto de árbol. El concepto de ser no establece la verdad sobre el ser, sino solamente la verdad o inteligibilidad del concepto de ser. (Este es el error de quienes creen que se conoce lo que es el ser en sí cuando se tiene un concepto del ser, y que como tenemos este concepto ya sabemos siempre e intuitivamente lo que es el ser, haciendo innecesaria la metafísica).

Suponer que un concepto puro establezca la verdad sobre una realidad cualquiera, distinta del concepto mismo, implicaría que coincide con ella, que es idéntica a ella. Pero no es ésta la coincidencia e identidad que se establece en el conocimiento racional. Es por esto que, no coincidiendo con realidades distintas de ellas mismas, se dice que la lógica, la matemática, la geometría y la semiología no proporcionan conocimientos verdaderos sobre la realidad, sino sólo inteligibilidad y coherencia racional.

Esto resulta aún más claro si consideramos el hecho que los objetos racionales son abstractos y universales, mientras que todas las otras realidades conocidas (empíricas y fenomenológicas) son individuales y singulares. En cuanto individuales y singulares, ellas no pueden ser realidades universalmente inteligibles y coherentes, esto es, no son realidades racionales puras. Aunque las realidades empírica y racional tengan estructuras racionales, no siendo ellas abstractas y universales como los objetos racionales puros, el conocimiento racional de ellas implica siempre una diferencia fundamental y decisiva, una distancia insuperable para el conocimiento racional puro.


El distanciamiento de la conciencia y de la mente respecto a la verdad racional.

Una segunda precisión necesaria es que, si bien en la realidad y en el conocimiento racional puro se establece la identidad entre la razón como sujeto cognoscente y los objetos racionales, o entre el contenido del conocimiento racional y los objetos de este conocimiento, a nivel de la experiencia cognitiva racional de los seres humanos es posible hacer una distinción entre sujeto y objeto racional, que implica la posibilidad de que surja la diferencia y pueda distinguirse entre verdad y falsedad racional. Nos referimos a la distinción que la propia razón comprende, entre la razón y la realidad racional completa y perfecta, y la razón y la realidad racional asumida por una conciencia e integrada en una mente o yo psíquico.

Cada mente o yo psíquico contiene solamente una parte de la realidad racional; y la contiene de modo imperfecto, pues la racionalidad lógica, semiológica, matemática y geométrica se adquiere y desarrolla en experiencias cognitivas racionales, implicando un proceso de aprendizaje y apropiación de la razón y de los objetos racionales por parte de la conciencia y de la mente humana. Por ejemplo, muchos conceptos no son plenamente inteligibles ni resultan "claros y distintos" para la conciencia y la mente de un sujeto cognitivo individual, complejo y compuesto.

Leo, por ejemplo, el siguiente racionamiento de Kant, filósofo de la razón pura que puedo suponer que razona con racionalidad: "Si no fuéramos conscientes de que lo que ahora pensamos es lo mismo que habíamos pensado hace un instante, toda reproducción en la serie de las representaciones sería inútil. En efecto, lo ahora pensado sería, en su forma actual, una nueva representación, una representación que de ningún modo pertenecería al acto que debía ir produciéndola gradualmente. Lo vario de tal representación jamás formaría un todo, ya que carecería de una unidad que sólo la conciencia puede suministrar". Pues bien, aunque este texto sea rigurosamente racional, no me resulta plenamente inteligible a menos que yo conozca exactamente los contenidos exactos de los conceptos empleados en el razonamiento kantiano; así, un pensamiento perfectamente coherente (o sea, verdadero en cuanto a su racionalidad), puede parecerme confuso y contradictorio; pero si llego a entender el significado de cada concepto en el sentido en que lo emplea y relaciona Kant, el texto me resultará plenamente inteligible y lógico. Esto significa que se habrá establecido en mi conciencia la misma realidad racional que Kant tenía en la suya cuando formuló su pensamiento racional, y que será igual a la que adquiera cualquier otro sujeto si comprende el significado exacto de esos conceptos y su relacionamiento.

Pero se plantea inmediatamente la duda de si ello es posible, pues la condición de la inteligibilidad expresada en el vocablo "si" ¿qué la garantiza? Los objetos racionales y su relacionamiento, en la conciencia de Kant y en la mía y en las de otros lectores, los asumen y captan fenomenológicamente las conciencias de Kant, la mía y la de los otros lectores, y en la mente de cada uno se combinan con otras experiencias cognitivas, empíricas, fenomenológicas y racionales. Al combinarse los objetos racionales con otros conocimientos, en cada conciencia y mente, se produce un inevitable distanciamiento del sujeto cognitivo compuesto (la mente de Kant, la mía y la de los otros sujetos) respecto a la verdad racional. Diferirá entonces la convicción que adquiera cada conciencia sobre el contenido del razonamiento kantiano, y diferirá el contenido referencial (empírico y fenomenológico) que las distintas mentes conectarán a los conceptos del texto. ¿Significa esto que no es posible reconocer la verdad racional, universal y abstracta, del conocimiento conceptual puro comunicado por Kant? Tal conclusión no se sigue del razonamiento, pues la diferencia cognitiva entre un sujeto y otro será solamente aquella dada por la interferencia de conocimientos fenomenológicos y empíricos que distorsionan la realidad racional expresada en el texto, tornándola menos inteligible, o más confusa. Mediante procedimientos racionales que la misma razón establece, tales como la definición rigurosa de los conceptos, la no aceptación de los mismos hasta que se presenten clara y distintamente inteligibles, la organización lógica de los razonamientos, la cuidadosa separación de los contenidos empíricos y fenomenológicos asociados a las ideas, etc., la realidad racional llega a establecerse crecientemente pura. Y cuando así procediendo el texto me resulte perfectamente inteligible y racionalmente trasparente, en cada uno de sus conceptos y en las relaciones establecidas entre ellos, la verdad racional que expresa se impondrá a mi razón, o dicho de otro modo, habré accedido a la verdad abstracta y racional establecida por la razón presente en la mente de Kant, en la mía y la de todo otro sujeto que haya alcanzado el conocimiento de la realidad racional expuesta en ese texto.

Este ejemplo nos permite comprender que, lo que ocurre al conocimiento de la realidad racional cuando el conocimiento racional se combina con conocimientos empíricos y fenomenológicos, es una diferenciación del conocimiento y un alejamiento de la mente respecto a la verdad racional. Al revés de lo que ocurría con los conocimientos empírico y fenomenológico, que se tornaban más próximos y objetivos al combinarse con los conocimientos racionales, la combinación resulta negativa (en términos de verdad y objetividad) para el conocimiento racional, que es más verdadero cuanto más puro y separado de las otras experiencias cognitivas.

La conclusión es clara: lo que otorga verdad al conocimiento, lo que aproxima todo conocimiento a la objetividad, es la razón, siempre la razón, experimentada cognitivamente por el sujeto. Al respecto, cabe observar que las que llamamos ciencias no son sinodiversosconjuntos de conocimientos empíricos, fenomenológicos y racionales procesados racionalmente, o dicho de otro modo, una multiplicidad de objetos empíricos, fenomenológicos y racionales hechos inteligibles y coherentes mediante su análisis lógico, matemático, geométrico y semiológico. En este mismo sentido, suele decirse que son susceptibles de considerarse verdaderos o falsos sólo aquellos conocimientos (sobre las realidades empírica, fenomenológica o de cualquier otro tipo) que sean expresados mediante objetos racionales, o sea a través de conceptos, números, figuras, cálculos, juicios y razonamientos, no pudiéndose atribuir verdad o falsedad a las percepciones sensibles ni a las intuiciones y captaciones fenomenológicas. Nuestro análisis epistemológico sobre la aproximación a la objetividad que es posible lograr en las distintas experiencias cognitivas, nos hace corregir parcialmente esa idea tan difundida, al tiempo que nos permite comprender su origen y su auténtico significado y validez.

Ahora bien, en la mente humana la experiencia cognitiva racional se entremezcla habitual y constantemente, en alguna medida que puede ser mayor o menor según el sujeto, con las experiencias empírica y fenomenológica, y como consecuencia de ello el conocimiento racional se distancia de su objeto; así, en cuanto en la mente la razón está conectada con las otras experiencias cognitivas, ninguna mente humana es plenamente objetiva en su racionalidad. Aún cuando calcula matemáticamente y razona lógicamente, la mente o yo psíquico puede distanciarse de la racionalidad, y en tal sentido generar conocimientos "racionales" falsos (por ejemplo, un silogismo mal construido, un cálculo erróneamente configurado, un salto lógico injustificado en el razonamiento, etc.). Por otro lado, en cuanto cada mente posee sólo una parte de la realidad racional, ninguna mente puede declararse racionalmente completa y absoluta.

Pero entonces, ¿cómo es que la razón puede aproximar los conocimientos empírico y fenomenológico a la verdad sobre sus objetos, siendo que dichos objetos le son externos y, al conectarse con ellos, ella misma pierde algo de su verdad u objetividad racional?

La razón, que sólo se satisface en la verdad, quiere contribuir a la verdad del conocimiento sobre las realidades "otras", que están más allá de la propia realidad racional y que han sido establecidas por las experiencias cognitivas empírica y racional. Realiza esta contribución, aplicando sus propios criterios de coherencia e inteligibilidad a los contenidos cognitivos de esas otras experiencias, y juzgándolas en su racionalidad y coherencia con sus propios criterios. Para hacerlo, formula racionalmente los contenidos de los conocimientos empíricos y fenomenológicos (expresándolos en conceptos abstractos y universales), lo cual le permite asumir como premisas de razonamientos y otras operaciones matemáticas y lógicas, los conocimientos empíricos y fenomenológicos abstraidos y universalizados. Al universalizarlos y relacionarlos con otros conocimientos empíricos y fenomenológicos también abstraidos y universalizados por ella, examina la coherencia racional de todos ellos. Si en tal operación se le muestran incompatibles con la razón, esto es, no claramente inteligibles y no coherentes unos con otros, advierte a la conciencia de tal ininteligibilidad e incoherencia, invitándola a corregir los contenidos de las experiencias cognitivas empíricas y fenomenológicas.

La razón comprende que los resultados y conclusiones a que llega lógicamente en base a los conocimientos empíricos y fenomenológicos, por más que los haya formulado en abstracto y racionalmente con precisión, no pueden ser más verdaderos y objetivos que los conocimientos que le han proporcionado esas otras experiencias y que ha constituido como premisas y presupuestos de sus razonamientos y cálculos. Ella sabe que su contribución a la verdad de los conocimientos empíricos y racionales se limita a conducirlos a niveles de mayor coherencia, esto es, a una superior inteligibilidad y proximidad a la verdad racional.

A la razón le bastaría una "verdad otra" (originada en una experiencia cognitiva distinta a la racional pura), que ella pueda comprender y asumir como indudablemente verdadera, para derivar de ella y elaborar conjuntos de verdades racionales sobre las realidades empírica y fenomenológica. Pero tal verdad primera, tal premisa fundamental y básica referida a alguna realidad distinta de la racional pura, no la tenemos al nivel del conocimiento empírico y fenomenológico, que como hemos visto, nos proporcionan verdades relativas y subjetivas. Construyendo conocimientos basados en esas verdades relativas y/o subjetivas, los conocimientos racionales a que llegue la razón estarán afectados también ellos por la relatividad y subjetividad. Esas verdades racionales relativas y objetivas, construidas en base a conocimientos empíricos y fenomenológicos, son precisamente aquellas a que nos referimos al examinar las posibilidades de verdad sobre las realidades empírica y fenomenológica, proporcionadas por las ciencias empíricas y fenomenológicas. Sólo podría establecer una "verdad otra" que para la razón resulte indudable, absoluta y objetiva, una experiencia cognitiva metafísica, que aún no tenemos.

Una tercera precisión necesaria respecto a la verdad racional, se refiere a la universalidad de esta verdad entendida como igualmente inteligible para todos los sujetos racionales. Tal universalidad se basa en el carácter universal de los objetos racionales puros. La verdad del conocimiento racional puro trasciende la individualidad de la conciencia en cuanto la realidad racional está constituida por objetos abstractos y universales, iguales en cada sujeto y coherentemente estructurados conforme a una misma racionalidad. En la racionalidad pura no hay discusión posible, la razón "obliga" a las conciencias a aceptar la verdad racional, y las conciencias pueden rechazar lo que se les impone como verdad inteligible y racional solamente procediendo "de mala fe". Sin embargo, como la racionalidad de ninguna conciencia es pura, y como se accede a la realidad racional mediante un proceso cognitivo experimentado por cada sujeto, es posible un proceso intersubjetivo de aproximaciones sucesivas, en un avance colectivo hacia la verdad racional potencialmente universal. La comunicación racional abre la posibilidad de que las conciencias se corrijan mutuamente y se complementen en el acceso a la realidad racional completa, aún sabiendo que la plenitud no podrá ser alcanzada.

La verdad empírica, la verdad fenomenológica y la verdad racional, se encuentran repartidas entre los sujetos humanos, y están permanentemente en desarrollo, no pudiendo ningún individuo, grupo, cultura ni civilización, sostener que las posean completa y definitivamente.

Pero al términar este análisis surge nuevamente la pregunta por el acceso a la verdad metafísica, a un conocimiento del ser en cuanto ser, independiente de la conciencia, que se sirva de la razón y de las demás experiencias cognitivas como medios e instrumentos, pero que las trascienda.

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