domingo, 19 de mayo de 2013

Más créditos y más baratos

El presidente Enrique Peña Nieto cumplió con su palabra de presentar una serie de iniciativas que conforman la llamada Reforma Financiera como parte del Pacto por México.

Lo hizo estratégicamente, después de la 76 Convención Bancaria, tras consensuar diversos puntos de orden jurídico-procesal relacionados con el pago de préstamos y financiamientos por parte de los deudores morosos y la recuperación de bienes en el caso de créditos hipotecarios.

Aunque en esencia, la naturaleza de la reforma va más allá de este tipo de acciones, su intención es el fomento de la cultura del pago y de otorgamiento del crédito y también del ahorro. En suma, aborda por todas sus aristas, la promoción de la cultura financiera en una economía donde la economía subterránea, informal o sumergida ha creado también sus propios canales informales - y muchas veces ilegales-, para autofinanciarse.

Para Presidencia, el objetivo es claro: 1) Otorgar más créditos y más baratos.

2) Fomentar la competencia. 3) Mantener la solidez del sector. 4) Democratizar la productividad.

Dicha reforma, que deberá ser discutida en el seno del Congreso de la Unión, incluye varias iniciativas entre éstas una nueva modificación a la ley de quiebras bancarias para incorporar la figura de “liquidación judicial bancaria”.

Otro avance sustancial está relacionado con modificar el marco de actuación de las sociedades de inversión para denominarse únicamente como “fondos de inversión”. En este renglón es muy importante subrayar que esta propuesta no incluye modificar a las SIEFORES que son las sociedades de inversión de las Afores.

Otra idea tiene que ver con el Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero (CESF) creado en México en julio de 2010 con la finalidad de preservar la estabilidad del sistema financiero ante cualquier eventualidad interna o shock externo.

Dentro de las iniciativas de la Reforma Financiera se propone que el CESF pase a ser “una instancia con grado elevado a rango de ley”. Su finalidad sería la de servir como una especie de “tercer ojo” entre la Secretaría de Hacienda y Banco de México.



Los que saben del tema afirman que el grupo de trabajo que nombró el Presidente Peña Nieto para elaborar la reforma financiera mantuvo una serie de encuentros no únicamente con banqueros sino también con varios ex secretarios de Hacienda y otros expertos que, año tras año, han venido señalando una serie de deficiencias no resueltas en el sistema financiero.

De lo que se trata ahora es de culminar, esa larga etapa de consolidación de las instituciones financieras, iniciada desde diciembre de 1982 a la fecha.

Sobre todo subsanar recovecos y permitir que la Banca llegue a todos los mexicanos sin distingo social, económico o geográfico, todo en pro de la inclusión financiera.

Y es que, las instituciones de crédito en México, requieren asumir un mayor compromiso para fungir como verdaderos motores de impulso para proveer los elementos necesarios, vía el crédito, tanto a personas físicas como morales, a fin de contribuir a la expansión del PIB.

No hay manera de encontrar el modelo perfecto que encaje en lo que se espera tanto para beneficio de las empresas de todos los tamaños, como para las personas que requieren de distintos tipos de crédito.

Desde las transformaciones más significativas iniciadas al final del sexenio del presidente José López Portillo, cuando decretó la nacionalización el primero de diciembre de 1982, hasta el carácter más privatizador adquirido en el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari y la posterior extranjerización con el presidente Ernesto Zedillo.

Además de que, en los últimos doce años, continuó el privilegio hacia el capital foráneo en las instituciones de crédito y realmente pocos grupos financieros conservan el sello nacional, en este caso, Banorte, lleva el liderazgo con “el sello de la casa”.

Pero no todo está hecho, el Presidente Peña Nieto y su equipo lo saben bien, de allí la idea de plantear una reforma financiera para que los grupos financieros acompañen al país con un mayor apalancamiento.

No hay forma entonces de proveer a la gente más necesitada de las herramientas necesarias para romper, vía el crédito, la brecha de su pobreza generacional.

Pero el tema de la inclusión financiera es más profundo de allí la relevancia de la propuesta del Presidente Peña Nieto y que, podría empantanarse, debido a la politización de diversos temas que orbitan en la agenda nacional.

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