sábado, 25 de septiembre de 2010

Miguel Ramos Arizpe (II)

Otto Schober Continuando con la semblanza de don Miguel de Ramos Arizpe, regresó tarde de España a su patria, porque ya se habían elegido diputados para el primer congreso y sólo asistió como espectador.

Con la misma terquedad con la que combatió el absolutismo español, combatió el absolutismo de Iturbide, recorriendo sobre una mula las calles de Saltillo y los pueblos de la provincia haciendo campaña en contra de Iturbide y al frente de 200 campesinos, depuso al comandante general de las provincias internas, Gaspar Antonio López, echándolo del estado.

En el segundo congreso, ya estaba Miguel de Ramos Arizpe como diputado encabezando a los federalistas y por los centralistas fray Servando Teresa de Mier, siendo Ramos Arizpe el principal arquitecto de la Constitución de 1824, al aprobarse su proyecto y uno de los pilares de la creación de la Cámara de Senadores, donde aparece la soberanía de los estados, naciendo la república.

Ramos Arizpe es designado chantre de la catedral de Puebla, donde su vida transcurre entre las labores parlamentarias y la atención de su ministerio de justicia y negocios eclesiásticos abogando por las causas de los más necesitados. Con alguna frecuencia baja a Saltillo, visita amigos y recorre la llanura del Valle de las Labores, con más años encima, enfermo y decepcionado de la forma cómo se jugaba la libertad y la política en México, se retiró a Puebla, donde le aguardaban sus últimos días. Del ágil abogado que combatió en las cortes españolas por la libertad del país a costa de su vida, poco quedaba, su vida pública y política disminuyó, se hundió en el aislamiento, solo aparecía si su feligresía se lo demandaba.

A principios de 1843 le sobrevino un ataque de apoplejía, que le paralizó un brazo y una pierna, aunque su inteligencia quedó intacta, el cuerpo no le respondía.

Con los días trató de acostumbrarse a arrastrar su pesado cuerpo y ante los insuficientes procedimientos curativos de ese tiempo, le sobrevino una agresiva gangrena en su pierna y tras 17 días de lidiar con la enfermedad, murió, era el 28 de abril de 1843. Así fue la vida de este ilustre coahuilense, que no sólo enfrentó el extremoso clima norteño donde creció, la hostilidad de los indios de valle, de los mezquinos espíritus que lo llevaron a cárceles y humillaciones, que lo impulsaron a formar una nación y a ocupar un lugar importante en la historia y aunque no palpó la libertad por la que luchó, le abre un espacio luminoso entre los pueblos de América.

Es llamado con orgullo, el padre del federalismo y el consumador de la independencia de México. En 1847, el congreso lo declaró benemérito de la patria y su nombre fue inscrito con letras de oro en el recinto legislativo federal y en 1850, el gobierno de Coahuila, por conducto de su gobernador, Santiago Rodríguez, llamó Ramos Arizpe a su poblado natal, la villa de la Capellanía, cuyos restos mortales, del que es quizás, el político más completo que ha tenido México, descansan en la rotonda de hombres ilustres de la Ciudad de México.

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